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ALLISON


En el trayecto a la pista, me acabé dos vasos de cerveza. El segundo se lo había robado a Warren.

—No quieres emborracharte pronto, Allie —me recordó un par de veces.

—Realmente lo necesito, perdona.

Puse esa misma excusa para el tercer vaso y medio. Cuando finalmente me sentí más relajada, acompañé a mi mejor amigo a bailar. La música que sonaba por los parlantes parecía aumentar en volumen al igual que en la pista parecía aumentar en cuerpos. Todo mi cuerpo se sintió aliviado cuando comencé a pavonearme de un lado a otro, bailando con mi amigo al compás de la música tan incitante, riendo con él y divirtiéndome. Vaya que extrañaba este tipo de cosas, ¿cuánto tiempo había transcurrido desde la última fiesta a la que había ido?

Puse ambas manos detrás del cuello de él, y seguimos bailando por diez minutos más. Cumplido ese tiempo, me susurró que iría por más bebidas. Asentí mientras me decía que lo esperara aquí mismo.

Sin embargo aproveché el tiempo para seguir bailando. Nada importaba, estaba lo suficientemente alcoholizada para que lo hiciera.

Hasta que sentí una mano en mi estómago, sobre la tela del vestido dorado. Al principio pensé que sería Warren, pero luego comprendí que conocía aquel tacto al pie de la letra. Podría sencillamente apartarme de Connor..., pero la música era tan irresistible que no podía dejar de bailar.

Me atrajo hacia su anatomía cuando entendió que no haría nada para alejarme. De un lado a otro íbamos meciéndonos, las caderas moviéndose al compás, de lado a lado. Ambos estábamos pegados, como si un imán nos uniera. Posicionó su cara cerca de mi cuello y tampoco hice nada para rechazarlo. Me sentía, por increíble que fuese, cómoda con su presencia.

Recosté mi cabeza contra su hombro. Se adueñó de mis dos manos mientras los dos bailábamos juntos de una manera no muy apropiada para niños.

Y entonces sentí sus dientes hincar contra mi sensible cuello.

Me volteé más rápido de lo que me fue posible. No sabía si abofetearlo, gritarle o largarme. Podría hacer las tres cosas, pero estaba enmudecida para entonces.

Él me estaba rodeando con sus brazos, de una manera protectora. Me abrazaba como si hubiese cometido el error más fatal de toda su vida y quisiera remediarlo con eso.

Sí, cometió un error, pero no creía que por eso se disculpara con tremenda muestra de afecto. Menos en frente de toda la fiesta.

¿Cómo responder a esto?

Entonces alguien jaló de mi muñeca y me apartó de él como si no fuese más que un juguete. Para entonces me di cuenta de que era Warren, con una mirada de incredulidad y los ojos desorbitados. Los cuales, estaban inyectados en sangre.

Genial: ahora tenía a mi mejor amigo ebrio, a mi tutor con otra erección y yo ya podría considerarme en estado de soledad desde ahora en más.

La mejor fiesta de toda mi vida.

—¿Cuánto llevas bebiendo? —le grité a Warren, examinando mejor sus ojos.

No podía haber tomado mucho, no hace tanto tiempo me había dejado sola en la pista... ¿o sí? ¿Cuánto tiempo estuve bailando con Connor detrás de mí? ¿Cuántas canciones habían pasado desde entonces?

—Estoy bien Allie —dijo Warren—, en serio.

—No te creo, Harries. Dime, ¿cuántos dedos ves? —alcé la mano y sólo dejé a la vista tres de ellos.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora