Yo no fui

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CONNOR

—Estás distinto.

Miré a Jake con una ceja elevada.

—¿En qué sentido?

—Te veo demasiado cambiado en lo que respecta a actitudes.

—¿Te explicas? No estoy para razonar.

—Sólo digo que has cambiado con nosotros. Ya no te andas acostando con las Dowell, ¿no es así?

—Ése no es asunto tuyo, ¿no crees? Da igual con quién me acueste y con quién no.

—Oye hombre, era sólo una pregunta —Jake exhaló el humo del cigarro—. Y dime, ¿qué te tiene así? No será esta chica..., la desgraciada, ¿no?

—¿Y a ti qué te importa? De verdad, Jake.

—Qué sensible —se burló rodando los ojos. Entonces terminó el cigarrillo. Cuando fue a tomar otro, me ofreció con un gesto uno.

—Paso —negué con la cabeza.

—Estás actuando muy extraño. ¿Te traes algo entre manos? O más bien, ¿a alguien?

—No.

Joder, qué pesado era este tipo.

No me traía a nadie entre manos que no fuera Allison. Y la quería tener entre mis manos todo el tiempo que me fuera posible; pero eso no podían saberlo.

—Mira, ahí viene Lexie con Trix. Yo que tú aprovecharía la ocasión para relajarme un poco.

Levanté la vista. Efectivamente, estaban las dos viniendo hacia aquí sin nada que las detuviera. Y sólo una de ellas —Lex— tenía en la mirada un claro objetivo al que llegar.

—Hola, chicos —saludó ella.

—¿Qué hay? —contestó mi amigo.

Trixie se encogió de hombros con una sonrisa llena de labial plasmada en su rostro excesivamente maquillado.

—Oigan —habló Jake, tomando una calada del cigarro—, Connor está tenso. ¿Quién se ofrece a distraerlo por unos minutos?

Le dirigí una mirada fulminante y negué con la cabeza.

—No necesito nada, gracias.

—Anda, Connor —animó Trixie, siempre dispuesta—. Hace mucho que no lo haces conmigo.

Hizo ojitos. Joder, no.

—Estoy bien.

—Nunca nos has negado antes —sentenció Lexie. Entonces me tomó de la muñeca y tiró de ella—, no será ahora.

¿Qué...?

—Lexie, no.

—Ven conmigo. Te puedo ayudar.

La chica tenía una fuerza impresionante a comparación de Allison; había conseguido moverme unos metros más lejos de Jake y Trix.

—En el modo literal —susurró ella entonces, aclarándose—. Dime qué anda pasando por esa cabeza.

Separé los labios. Vaya que era inteligente: había decidido alejarnos del adicto a cigarrillos y su hermana para que le contara mis problemas personales. Otra vez.

Entramos a la institución y la acompañé a su casillero.

—Escupe ya —sentenció.

—Me están pasando cosas con... Bueno, ya sabes quién.

—Todavía no entiendo qué ha hecho esa chica para que tú te encuentres así.

—Supongo que fue ella misma y ya —me encogí de hombros—. El caso es que ella y yo... Bueno, la he besado. En varias ocasiones; y nunca se ha opuesto hasta ahora.

—Guau. Pensé que se resistiría unas semanas más —puso los ojos.

—E iremos al baile de invierno, juntos.

—Vaya que vas en serio con esto —se asombró—. Tú no bailas en bailes y menos en un esmoquin.

—Exactamente. Sólo espero no cagarla en nada.

—Tranquilo, eres Connor Adams —sonrio amigable—. Sabes qué decir y qué hacer en los momentos más delicados, no creo que la cagues todavía. Además eres inteligente, así que sabrás disculparte o no dependiendo del caso. Llegarás lejos con ella, estoy segura.

Sonreí. Reitero que Lexie Dowell es una buena mujer que sabe escuchar.

—Ahora, hay que volver. Y para volver y hacer creíble a ese par de idiotas que dejamos afuera, tenemos que hacer unas modificaciones.

Fruncí el ceño mientras veía cómo se limitaba a abrir su casillero y se borroneaba un poco de su maquillaje, se agitaba el pelo rubio sobre la cabeza y se desarreglaba la ropa.

Entonces se dirigió hacia mí, e hizo lo mismo con mi cabello y abrió los botones superiores de mi camisa.

—Con eso será suficiente —sonrió.

—Eres increíble —asentí. Realmente lo era, nunca pensé que me ayudaría como lo está haciendo.

—El que es increíble aquí eres tú —entonces oí la voz de All detrás de mí.