28

5.4K 475 31
                                    

Gruñí. No sabía cuánto tiempo había estado durmiendo en mi respectiva cama de la casa de Trisha, pero sabía lo que me estaba despertando: alguien se encontraba golpeando la puerta cerrada de mi habitación. Y esa persona también hablaba.

—Vamos All —Connor pedía—, abre.

Volví a rezongar cuando supe que era él. No quería verlo.

Tomé la almohada y la coloqué sobre mi cabeza para no tener que oírlo.

Pero sin embargo notó que estaba despierta, así que empezó a golpear esta vez más fuerte.

—Vamos Allison —insistió medio gritando—; la derribaré si no abres.

—¡Vete! ¡No quiero verte!

—¡Sabes que soy capaz, así que ábreme de una maldita vez! ¡Quiero hablar! —ahora gritábamos.

—¡AGH! —exclamé con furia.

—¡Respeto tu privacidad tocando la puerta, pero reafirmo mi autoridad como tu tutor entrando de todos modos! ¡Hazte a un lado!

Antes de poder considerar que traía consigo un ariete para tirar abajo puertas, grité en respuesta:

—¡SI PRETENDES DESTROZAR LA PUERTA DE MI CUARTO, DA POR SENTADO QUE NUNCA TENDRÁS HIJOS! ¡YA VOY, MALDITA SEA!

Él seguía golpeando e insistiendo hasta que me levanté de la cama y me dirigí allí, hecha una furia andante y roja de ira. Tomé el pomo de la puerta con mi mano derecha y tiré; haciendo sobresaltar a Connor. Su brazo izquierdo estaba en el aire, flexionado y listo para seguir golpeando a la pobre puerta.

—¿QUÉ? —escupí.

—Quiero hablar.

—¿Para qué?

—Te fuiste hace una hora, cabreada. Quiero saber por qué; evitaste la sesión.

—¿Por qué te quedaste? —entonces reconsideré.

—Porque tenía que hablar contigo.

—¿Y no podías hablar conmigo el lunes? Vine a dormir aquí porque no quería verte la cara, ¿entiendes? Seguro has visto todo el álbum, y conociendo a mi madre, la colección completa de mis fotos vergonzosas de niña. Ahora lárgate, no quiero oírte burlarte de mí.

—¿Crees que me burlaré de ti? Primero que nada, son sólo fotos de la niñez. Tu niñez. Puede que algunas sean humillantes y puede que otras no, pero da igual porque ya pasado mucho tiempo de eso. ¿Quién se burlaría de fotografías del pasado? No tiene sentido —frunció el ceño—. Y segundo, en mi defensa, eras muy adorable de pequeña. Sobre todo cuando ibas corriendo en pañales por toda la fiesta de inauguración de tu padre, en frente de los invitados.

—Recuerdo que el vestido que había conseguido picaba. Y mucho —negué con la cabeza sonriendo. ¿Cómo es que pasé del enfado a reírme de esa anécdota? Reaccioné—. Quiero que te vayas.

—No me iré, aún tenemos que estudiar por una hora.

—Vamos, por favor, Connor —me quejé—. ¿En serio me obligarás a eso? ¿Qué hora es?

—Casi las ocho. Tu madre se ha ido a la pastelería hace media hora. Me pidió que te despertara.

—Seguro, claro que lo hizo —bufé. Sabía que mamá no iba a molestarme cuando dormía. Y de no ser por Connor, hubiera dormido hasta mañana por la tarde—. Connor, estoy dormida. No puedo estudiar así.

—Prepararé café.

—¿Siempre tienes una respuesta ingeniosa para tu beneficio?

—Somos iguales en eso.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora