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Cuando alguna persona equis —y por equis me refiero a la letra de su nombre— se empeñaba en desear que un rumor se dispersara por toda la institución, enterándose inclusive el conserje de la misma, lo lograba. No cabía duda de que mis sospechas de que ella debía ser una bruja malévola con un buen cutis cada vez aumentaban más.

El día siguiente, al llegar al colegio con mis hermanos, ciertas miradas —por no decir todas— se posaron en mí. Ceñuda y confundida, miré a mis hermanos.

—¿Por qué nos miran? —pregunté.

—No nos miran a nosotros, te miran a ti —apuntó Zack—. Algo hiciste.

—No hice nada, acabo de llegar; lo juro y puedes ser testigo de ello.

Ethan negó con la cabeza.

—El hecho de que no hicieras nada aún no significa que no lo harás más tarde. De todos modos, ten cuidado de no herir a nadie.

—¿Quién creen que soy, Katniss Everdeen o alguien que detonará una bomba en la escuela? —Fruncí el ceño— Tengan fe en mí.

Me volteé, fingiendo dignidad —todos sabíamos que dado mi caso especial no era algo que me sobrara en grandes cantidades— y caminé tan rápido que no verifiqué cuándo fue que mis pies se enredaron entre ellos mismos y una piedra y caí. O casi lo hago, los firmes y familiares brazos de Connor me sostenían.

—Gran forma de decirme buenos días —le sonreí entre sus brazos.

—No creo que tengan mucho de buenos.

Me enderecé, mirando por encima de sus hombros. Ethan, Cooper y Zack mantenían sus ojos sobre nosotros de la manera más protectora, obsesiva y celosa que pudiera existir. Ojalá supiera cómo congelar el tiempo y patearles los genitales para después volverlo a la normalidad y reírme del modo más macabra que me saliera; disfrutando oír sus gritos de agonía.

Okey, estoy viendo muchas series de terror últimamente.

—¿Por qué lo dices? —pregunté, volviéndome hacia él.

—Descartando a Lexie, no sé cuál de ambas hermanas hizo correr un rumor.

—¿Un... rumor?

—Prefiero ser quien te lo comente antes de que te enteres por bocas de varios imbéciles que no tienen nada que hacer de sus vidas —él suspiró—: la gente anda diciendo que A) te embarazaste de mí, B) cada vez que nos juntamos a estudiar terminamos acostándonos, es decir que creen que eso de la tutela es una falsa excusa para tener sexo, y C) piensan que terminarás en un psiquiatra.

—¿Psiquiatra dices? —puse los ojos. Nunca creí que llegaran a ese extremo.

—¿No escuchaste todo lo demás? Un estúpido rumor de acudir a un psiquiatra es lo último por lo que tienes que angustiarte; lo demás sí es serio.

—No me interesa lo que digan de mí, me conozco y conozco mis hábitos... Sean o no sexuales como ellos imaginan. Lo que me causa gracia es que sean tan crédulos para decir que terminaré en un psiquiátrico.

Está bien: dado mi comportamiento inmaduro en varias ocasiones, mi amor excesivo hacia los libros, comida y derivados de mi lista Adolescente incomprensible, mi apariencia descomunal, etcétera, etcétera... Puedo saber la razón por la cual creen que estoy loca. Y quizá lo estoy, pero qué sé yo.

Pero de veras, ¿nunca han conocido a una persona que sea así? Qué triste.

—¿Y no te enfada que haya sido Roxie o Trixie quienes lo difundieron?

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora