CONNOR
Entré a mi casa nuevamente, dando un portazo detrás de mí demostrando claramente mi furia con mi madre. No tenía el derecho de tratar a Allison de la forma en que lo hizo, haya tenido la oportunidad o no de hablarle. La prejuzgó con la mirada y esa es, evidentemente, suficiente justificación.
—¿Mamá? —la llamé en voz alta.
Sin embargo, el que se apareció en la sala fue Jayden.
—Está manteniendo una charla que en cuestión de tiempo será una pelea con papá. A él tampoco le gustó su actitud con All —explicó.
—Que no la llames así, Jayden —rugí con enfado.
—¿Qué es lo que te molesta exactamente de que lo haga?
Me estaba provocando; lo veía en su mirada totalmente divertida.
—Sólo... no lo hagas —cerré los ojos antes de cumplir el deseo de darle un puñetazo a mi hermano mayor—. Si me respetas un poco, sólo para de llamarla así.
Él rio. Cómo no.
—Sólo estoy jodiendo, hermanito —más carcajadas por su parte—. Nunca te robaría a la chica de tus manuscritos.
—¿Otra vez has estado leyéndolos? —mascullé con desagrado. Odiaba que tocara mis cosas, sobre todo mis trabajos escritos— ¿Cuántas veces te he dicho que...?
—¿Por qué defiendes a una chica totalmente desubicada con su apariencia antes de que a tu esposa, David?! —Entonces los gritos de Justine interrumpieron el sermón que le estaba soltando a Jayden— ¡¿Es que te has vuelto loco o qué te pasa?!
—¡No estás entendiendo nada del asunto, Justine! ¡Esa chica no te hizo nada como para merecer tu rechazo inmediato, y tú tampoco eres quien para juzgarla de tal manera! ¡No sabes nada de ella y sabes que tengo toda la razón de este puto universo en el que vivimos! —devolvió papá.
—Como dije: cuestión de tiempo —murmuró mi hermano, bufando.
—Tengo que hablar con ella —suspiré—, y prefiero que se calme con papá previamente.
—A este paso, aparentemente, es imposible hacerla callar.
Lo entendía: los gritos y alaridos sarcásticos de Justine se escuchaban por toda la casa y ni hablar de la ciudad.
De todos modos, siempre discutían por el mismo motivo: mamá prejuzgaba algo o alguien sin razón y David saltaba a defender el objeto o sujeto en cuestión; teniendo la razón de su lado en cada caso porque siempre argumentaba contra el defecto de mi madre.
Y estaba harto de que mi madre no modificara esa personalidad tan agobiante y problemática para las personas ajenas que de verdad me importaban, como Allison.
Chasqueé la lengua. Tenía que hacer algo, acabar con esto y decirle cómo eran las cosas a Justine; quisiera oírlo o no.
—No creas que te salvaste de mí —le dije—, en cuanto vuelva, te volveré a reprochar por haber fisgoneado en mis cosas. Otra vez.
Jayden hizo una mala imitación de mí soltándole el discurso que seguramente consideraba gracioso; aunque yo iba completamente en serio.
Esos manuscritos eran de mi propiedad, y si no quería compartirlos con alguien más que yo mismo, más le valía a Jayden que reconsiderara sus decisiones de husmear en mi cuarto.
Rodé los ojos y me aproximé hasta la habitación de mis dos padres. Los dos seguían exclamando estupideces, defendiendo cada criterio y debatiendo a favor o en contra de mi chica de los manuscritos.
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Yo no fui
Teen FictionAllison Donnovan es conocida por causar problemas desde que es pequeña. Teniendo cinco años hizo explotar el microondas de su cocina. A los ocho años, incendió el baño de su casa. A la edad de diez, hizo que toda su ropa cayera por el desagüe de su...