COOPER
¿Cómo le explicaba a mi hermana lo que había ocurrido?
Hablar con mi madre había sido también difícil, pero no tanto porque sabía que ella me aconsejaría de lo mejor. Sin embargo, Allie tenía que saberlo porque también sabía de la existencia de Riley.
—Invité al baile a Riley —comencé—. Y como era de esperarse, se había negado incontables veces hasta que accedió gracias a mi densidad en el asunto.
—Prosigue —animó.
Bufé. Hasta recordarlo me hacía querer estrellar mi cabeza contra la pared:
—¿Y dónde está tu chica, Donnovan? —Chad insistió.
—Llegará en cualquier momento —prometí—. Lo sé.
Entonces divisé una cabellera rojiza viniendo desde el estacionamiento. Sonreí por inercia, vaya que era preciosa en persona; más que en la fotografía de su contacto en mi móvil.
Riley se acercó hacia nosotros y me reconoció.
—¿Cooper, no? —Vaya sonrisa que tenía.
Asentí con la cabeza.
—¿Puedes venir conmigo... a un sitio más apartado? —ofreció, mirando a mis compañeros.
Nuevamente asentí con la cabeza mientras tomaba mi muñeca y me sacaba de allí. Volteé mi cabeza por sobre mi hombro para ver a mis amigos, y claramente estaban haciendo gestos obscenos. Qué inmaduros.
Entonces se detuvo junto a una camioneta negra de vidrios polarizados.
—Sé lo que estás pensando —ella se detuvo rápidamente—, pero yo no soy la que crees.
—¿Qué? —Fruncí el ceño— Riley, eres muy bonita, no entiendo por qué no querías que nos viéramos cuando te lo proponía.
—Gracias por el halago, pero no soy Riley. Yo soy su hermana.
—¿Tiene una hermana gemela? —puse los ojos.
—Sí, yo soy Rebecca; y me dicen Becca. Pero eso no es importante, lo que debes entender es que Riley no es... precisamente una hermana en lo que se relaciona con lo físico.
—¿Qué? Becca, no entiendo nada.
Ella bufó, desesperada. Se tomó de los rojizos cabellos y golpeó el cristal tintado del vehículo con los dedos.
Sólo entonces me percaté de que Rebecca no estaba vestida acorde para un baile escolar; tenía puestos unos jeans y una sudadera dos talles más grandes de lo que parecía ser ella.
—Riley, sal ya. No acabaré esta discusión por ti. Hazte cargo de lo que hiciste; me iré a casa caminando de lo contrario —espetó, con furia.
Entonces oí el chasquido de un cinturón siendo quitado, y al segundo la puerta del asiento trasero se abrió desde el otro lado. Una mata roja a la luz de la luna fue lo primero que se vio y al rodear el vehículo, a un chico de mi edad.
Joder.
El chico se posicionó junto a Rebecca, haciendo una mueca. Dos segundos más tarde, Becca musitó:
—Cooper, él es Riley, mi hermano gemelo gay.
La cara de Allison era un poema después de que le contara todo lo sucedido. En cualquier momento estallaría en carcajadas.
—¿Riley es un chico? —cuestionó, con los ojos como platos y la boca en forma de O.
—Sí, en lo físico.
Y ahí estaban las carcajadas que tanto había esperado de su parte.
—¡¿Y cómo es que pudiste ser tan idiota como para no darte cuenta?! —se burló entre risotadas.
—¡¿Y cómo pretendes que lo hubiera sabido, si tenía la foto de perfil de su hermana y hablaba exactamente como una chica?!
—¿Qué has hecho después? —quiso saber entre carcajadas. Se limpió la lágrima que se le salía del ojo — Lo siento, es que no lo supero. Será una buena historia que contarle a mis nietos.
—No te burles, joder. Fue una situación de lo más incómoda.
—¡Ya lo creo! —se rio, y luego fingió la voz de una viejita de setenta años— ¿Saben mis niños? En mis tiempos, su tío Cooper, en paz descanse, casi se da el lote con un chico que tiene nombre de niña; porque fue lo suficientemente idiota como para no saber que se trataba de un chico.
—Qué bien que me des por muerto a esa edad, Allie —rodé los ojos—. Trisha me supo comprender a comparación de ti.
—Ella es tu madre, tiene ese trabajo. Yo soy tu hermana la desafortunada Donnovan, que se burla de cualquier cosa que te haya pasado a ti o a los dos simios restantes.
Suspiré.
—Después de que Rebecca me explicó todo a la perfección, entró en la camioneta y me quedé solo con Riley. Él se disculpó por ese tipo de "fraude" que cometió, y me prometió que no volveríamos a hablar. Sin embargo le dije que podíamos ser amigos.
—¿Escuchas eso? —ella me interrumpió, llevándose la mano a la oreja— Fue el sonido del corazón de un chico gay rompiéndose. Cooper, qué poco tacto: es como si le hubieras dicho a una de tus ex que querías ser su amigo después de cortar.
—Pero él y yo no salimos.
—¿Y qué? Es lo que él sintió.
—¿Y tú cómo sabes?
—Porque soy un ser racional que tiene sentido común.
—¿Cómo hago para remediar esta condición?
—Vuélvete gay y ámalo con todas tus fuerzas —se encogió de hombros.
—Soy heterosexual, Allison.
—Lo sé —se rio—. Sólo explícale cómo son las cosas desde tu punto de vista. Le dolerá, pero lo superará.
Asentí con la cabeza. Y luego susurré:
—Más vale que nadie más se entere de esto. Suficiente tengo conmigo mismo.
—No te prometo nada, soy una desafortunada Donnovan sin filtro de pensamientos, ¿recuerdas?
Las ganas de romper mi cráneo contra la pared aumentaron demasiado rápido.
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Yo no fui
Teen FictionAllison Donnovan es conocida por causar problemas desde que es pequeña. Teniendo cinco años hizo explotar el microondas de su cocina. A los ocho años, incendió el baño de su casa. A la edad de diez, hizo que toda su ropa cayera por el desagüe de su...