Yo no fui

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ALLISON

¿Y qué podía decir al respecto? Connor Adams se ganó un espacio tanto en mi mente como en mi corazón, invadiendo este último contra mi propia voluntad, siendo así incapaz de poder volver a sentir disgusto por él como solía.

Ni siquiera sé por qué solía desagradarme tanto, a decir verdad.

Pero ahora, y podría parecer más bipolar que nunca diciendo esto, lo quería como jamás había querido a otro chico en la vida, ni siquiera el inepto de Matthew.

A una semana del baile de invierno, la gente de la escuela ya estaba eufórica; y no sólo las chicas: los hombres por alguna misteriosa razón se comportaban como si fuera el día más importante de todas sus absurdas vidas.

Cuando le pregunté a Warren el por qué, él dijo:

—Alguien consiguió convencer a celebridades para que acudieran al baile.

—¿Hablas de famosos de veras famosos? —había puesto los ojos.

—No será Britney Spears o Taylor Swift, pero se corre el rumor de que se rodará un vídeo musical en el mismo baile de invierno de nuestro colegio. Y vídeo musical significa aparecer en cámaras, luego en pantallas y ya sabes qué más.

—Sin embargo es un rumor, ¿verdad? De ser el caso en que sea cierto, ya lo habrían dicho.

—Quizá no quieren que lo sepamos, por cuestiones de seguridad para esas personas.

—Ya veremos.

Esa misma conversación se encaminó hacia mi decisión de ir con Connor al baile o quedarme en casa como toda una floja, comiendo helado con mi madre, escuchando sus comentarios decepcionados por haberme ausentado en ese evento.

No obstante, lo había estado considerando mucho desde que Connor y yo... Bueno, digamos que comenzamos nuestra extraña, sin sentido y patética "relación" secreta. Estábamos intentándolo, sólo para explorar terreno desconocido y ver qué se sentía.

No era el gran y típico noviazgo. Ni siquiera se podía denominar "noviazgo" a lo que teníamos él y yo; por lo menos no todavía. Era simplemente una buena relación de la que, hasta ahora, no me he quejado en ningún momento. Sí, pasábamos juntos más tiempo como solíamos antes, y sí, también había más demostraciones de afecto, pero no al punto de considerarlo una fiel pareja estable.

Era sólo experimentar el uno con el otro para comprobar si podía ser posible, para verificar si cada uno cumpliría sus promesas impuestas y para observar nuestro comportamiento desde nuestros puntos de vista propios. No era nada serio aún. Y no estaba muy segura que lo llegara a ser alguna vez en el futuro, pero me divertía pensar que esto sería una historia agradable de contar a mis nietos.

¿Se lo diría a alguien? Yo todavía no lo he hecho; prometimos no hacerlo hasta que creamos que fuera cien por ciento necesario.

Y estaba progresando mucho en el arte de mantener la boca cerrada y los pensamientos en mi cabeza; al menos estuve pudiendo controlarlos en presencia de mi familia y Warren.

—¿Estás ahí? —preguntó mi tutor cuando notó la ausencia de mi voz en la sala.

—Sí —reaccioné—, sí estoy. Te escuchaba, obviamente, sólo que me perdí en... Bueno, para qué mentir: ni siquiera sé qué tema estamos analizando ahora.

Él se rio mientras tomaba unas hojas de la mesa y me las tendía.

—Teoría de la evolución.