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Continué con las clases lo más normal que pude hacerlo; y considerando que desde un principio yo ya no soy normal, ya pueden imaginarse como fue la cosa: cada uno de los profesores me llamaron la atención un mínimo de seis veces, me equivoqué de libros en dos asignaturas y olvidé realizar un proyecto para Física. Mi día iba bastante bien, claro que sí.

No obstante, cuando llegó la hora de cumplir con el castigo de la profesora Bennett, tropecé con Warren en el camino.

—¿Vas camino a tu castigo?

—Sip —suspiré—. Tendré que ayudar a organizar la muestra de Arte. Tú ibas a participar en ella, ¿no?

—Así es, exhibiré mis cabezas —sonrió.

Puse los ojos.

Luego Warren estalló a carcajadas.

—Eres una pervertida, Allison Donnovan —dijo entre risas. Se secó una lágrima falsa dramáticamente—. Hablaba de las cabezas que hice con arcilla, hasta expondré una tuya.

—No te atrevas.

—Oye, ya lo tenía pensado —señaló con el dedo—. No puedes decirme que no ahora.

—Te odio.

—Yo también te amo, Allie —sonrió—. De todos modos, quería contarte que vengo de ver a Bennett. Te espera con los brazos abiertos; créeme.

—Ugh —rezongué—. ¿Por qué vienes de verla a ella?

—Quería hablar en privado.

—¿Sobre...?

—Sabe que tengo talento, por lo tanto... me inscribió en un concurso artístico. Van los mejores artistas, entre ellos músicos y escultores, y bueno... ahora participo en él.

—¿En serio? Warren, ¡eso es asombroso! Felicidades.

—No sé si iré, Allie.

—¿Qué? Tienes que estar de broma. Por el amor de Dios, ¿por qué no?

—Van los mejores, reitero. Yo... no creo poder.

—Irás a ese concurso como que me llamo Allison Marg... Donnovan, sí. Me encargaré de que asistas, ¡por favor, Warren! ¿Cómo puedes estar tan inseguro de tu don? Eres fantástico esculpiendo. Hasta me llegaste a asustar con lo real que parecía la reliquia de tu cabeza, ¿recuerdas? Será una gran oportunidad y experiencia para ti, anda, porfa —hice puchero.

Le estaba rogando a mi mejor amigo que fuera a lo que sería, probablemente, el comienzo de una carrera profesional. Llámenme la mejor amiga del mundo.

—De acuerdo, lo pensaré —accedió.

—Y lo pensarás bien —añadí—. ¿Algo más que merezca saber?

—Sí: no creo que te diviertas tanto en el castigo como supones que lo harás. Bennett ha... modificado cosas hoy.

—¿Qué rayos significa...?

Antes de que pudiera continuar, Warren osó darse media vuelta e irse sin más que decir.

Mi boca cayó al suelo ante el asombro; ¿en serio él me dejó con la intriga?

Parpadeando, ajusté la correa de mi mochila a mi hombro y caminé directamente al salón de Arte. Allí se encontraba Bennett, sentada en su escritorio usual con las piernas cruzadas y los lentes en el puente de su alargada nariz. Estaba escribiendo en papeles de colores celestes y azules.

—Señorita Donnovan —musitó sin levantar la vista—, tan responsable como siempre. Tome asiento, por favor.

Caminé hasta uno de los pupitres, pero antes de dejar caer mi culo en la silla, volvió a hablar:

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora