13

6.3K 550 126
                                    

—¿Qué crees que haces? —Protesté yo, mientras me dejaba arrastrar por el brazo de Connor— Suéltame, Adams —exigí, pero el chico no parecía querer prestarme atención. ¿Por qué me había sacado de allí? Quería discutir con esa chica; pero el muchacho en cuestión solamente me tomó de la muñeca de manera posesiva y me alejó— ¡He dicho que me sueltes, mierda, que tengo piernas!

Connor por consiguiente me liberó de su agarre y se volteó muy rápido, quedando así a muy —y literalmente, demasiado— cerca el uno del otro.

Por acto reflejo me aparté todo lo que los casilleros me permitieron.

—Es increíble —murmuró—, ¡todo lo bueno que ocurre pasa cuando no estoy!

¿Qué?

—Yo no lo encuentro divertido —apunté—, ¿por qué diablos hiciste eso de allá?

—Porque te ibas a meter en graves líos de lo contrario. ¿Por qué la atacaste así?

—¿Y a ti qué te importa si tengo o no problemas, Adams? —me crucé de brazos mientras descansaba mi peso sobre la espalda, apoyada en las taquillas.

—Me importa —confirmó, dirigiéndome una mirada cargada de seriedad. Noté que sus ojos se desviaban más abajo de mis ojos y entonces aplaudí en su cara, haciéndolo exaltarse—. Me importa... porque si no, no podrías venir a casa hoy para cumplir con la tutoría.

No sé si lo que sentí fue decepción o furia.

—¿Sólo eso? —arqueé una ceja, esperando que lo afirmara de nuevo.

—Sí. Sólo eso.

—¡Eres un egoísta! —Entonces solté— ¡Podría haberme defendido, pero el Señor No Me Importa Nadie Más Que Yo decidió por mí que era mejor no hacerlo!

—Estás siendo patética, ¿acaso te escuchas? Tú no eres agresiva.

—No me conoces.

—Vamos Allison, tu apariencia te delata.

—No me conoces —repetí.

—Lo hago lo suficiente para saber que no matarías ni a una mosca. Eres demasiado buena.

—Vete a la mierda —bufé, mientras me enderezaba.

—Fue un cumplido —repuso con las manos alzadas en señal de inocencia.

—Por eso mismo.

En un intento de hacerme la niña mala, quise pasar por su lado golpeándolo en el hombro, pero sólo sirvió para que él se quedara en su sitio sin recibir ningún tipo de reacción y para que su cuerpo avanzara más del espacio personal que quería resguardar.

Luego colocó ambas manos a un lado de mi cabeza, acorralándome por segunda vez. Le gustaba hacerlo, y eso a mí me desagradaba.

Creo.

Céntrate y no pierdas la cabeza, idiota.

—Déjame ir —ordené, mirándolo hacia arriba. Era demasiado baja para alguien como él; algo que en realidad no me favoreció en absoluto.

—¿Te portarás bien?

—¿Qué?

—Ya me oíste. Si eres buena chica, te dejo ir.

—¿Y si no? Discúlpame Connor, pero no creo que deba hacerte caso.

—Tengo mis tácticas.

—¿Qué significa eso?

—Haces muchas preguntas.

—Quiero mis respuestas.

—Y también eres muy mandona.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora