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ALLISON


Apreté los párpados que mantenía sellados a causa de la luz que se filtraba por las ventanas sin piedad. Estaba demasiado cómoda como para moverme y despertarme, e ir al colegio.

Pero, de cualquier manera, ¿desde cuándo entraba tanta luz en mi cuarto?

Con cuidado fui abriendo los ojos. Cuando la visión se aclaró, noté que no estaba en mi casa como debería ser.

Mierda, ¿dónde...?

Y entonces alguien murmuró a mi lado.

Giré la cabeza cual niña exorcista y vi el rostro de Connor en primer plano.

—Apaga la luz, mamá —dijo—. No iré al colegio.

—Si serás idiota —gruñí. ¿Qué demonios estaba haciendo yo, dormida al lado de mi tutor? ¿Qué hora era? Más bien, ¿qué año era?

—¿All? —fue abriendo los ojos.

—¿Quién más sino? Levántate, tenemos que irnos.

—¿Tenemos? —Giró su cabeza hacia el reproductor DVD— All... son las once de la mañana.

—¡¿Qué?! —grité.

—Ir a la escuela ahora sería una pérdida de tiempo. No llegarías ni al almuerzo. Pero si quieres malgastar el tiempo de juventud que tienes en esto, cosa que no quiero que hagas por cierto, adelante. Yo me quedaré aquí toda la tarde.

—¿Por qué diablos dormimos juntos? —cambié de tema porque no toleraba que tuviera razón.

—Te quedaste dormida sobre mí, ¿qué más podía hacer?

Fruncí el ceño. Se veía que era una mentira. Nunca, con la suficiente consciencia, me permitiría dormir con Connor. Ya ocurrió una vez antes, y fue un error que no quería cometer dos veces.

—Bien —se rindió—. Te quedaste dormida y sólo quería que estuvieras cómoda en el sofá. Si te llevaba a mi cuarto, pensarías cualquier estupidez como sueles hacerlo.

—¿Me tengo que sentir insultada? Porque no lo hago, para tu información.

—Jamás pretendí que lo tomaras como una ofensa; sólo te decía lo que haces usualmente.

Lo miré con una mirada asesina. No estaba de tan buen humor por alguna razón, y de verdad me dolía el estómago. Quizá comí demasiado anoche.

—¿Puedo usar tu ducha? —cambié de tema.

—Sí, ¿por qué no? —sonrió perversamente.

—Sólo para mí —agregué.

—Eh, qué manera de arruinarme los planes de bañarme contigo —se rio en broma—. Sí, el baño está al final del pasillo de allá.

Asentí con la cabeza mientras me ponía de pie. Al instante puse los ojos al sentir algo extraño en mis piernas. Bajé la vista a los pantalones y no vi absolutamente nada.

No obstante, caminé hasta el lugar indicado por Connor. Cerré la puerta detrás de mí, abrí la llave de la ducha y esperé a que el agua se calentara a temperatura deseada.

Al despojarme de la ropa y quedarme desnuda, emití un chillido de horror.

Madre de las mierdas, ¿tenía que suceder justo hoy?

Puto Andrés que viene una vez al mes.

Decidí no perder tiempo y me metí en la ducha. Me lavé como siempre, el cabello primero y después el cuerpo. Cuando finalmente tuve mi momento de perdición bajo el agua, cerré la regadera.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora