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CONNOR


—Estás distraído —me acusó Trixie, con una mirada severa.

—No es así —negué rotundamente.

Noté que Lexie, quien estaba junto a su clon idéntico número uno, me miraba de soslayo como examinándome.

No lo dejé pasar, dirigiendo la mirada especialmente a ella y arqueando una ceja.

—Sí, lo es, y lo noto muy claro —insistió ella.

—Y, si es el caso, ¿qué diablos te importa?

—Era curiosidad, sólo eso. No hace falta que seas grosero.

Gruñí en respuesta. Últimamente ya no me agradaba pasar el tiempo con ellas como solía antes; y estoy bastante seguro del porqué de esta decisión: su nombre comenzaba con A.

Sacudí la cabeza. Tenía que deshacerme de esos pensamientos.

Pero, ¿cómo pretendía hacerlo? La he visto llorar desconsoladamente fuera del edificio académico, y ahora simplemente me es inevitable pensarla, imaginarla... Como ya había estado sucediendo antes.

Oí un suspiro por parte de Trix.

—Tengo que largarme ya. Jake me espera en los vestidores. Avísame si... me necesitas.

Me relamí los labios. Conocía hace mucho tiempo a Trixie y sus hermanas para no saber del doble sentido de esa frase que puede sonar inocente a oídos ajenos.

La rubia se marchó, dejándome con su hermana medio-decente en los casilleros.

—Cada día me parece más insensible, al igual que Roxie —bufó.

—Me sorprende que pienses así siendo tú exactamente igual a ellas.

—Oye, no —musitó—. Tú, más que nadie, sabes a la perfección que hay una enorme línea que nos divide en diferencias. Creo que son más desigualdades que semejanzas lo que tenemos con mis hermanas. Puedo tener los mismos hábitos, pero también tengo límites.

—Cómo sea.

—Estás así por Allison —Vaya, qué sutil manera de cambiar el tema.

Y, ¿para qué negarlo si era verdad?

—¿Se me nota demasiado? —resoplé, recostándome sobre la puerta de mi casillero.

—No, pero te conozco bien. ¿Qué pasó?

—¿En serio quieres que te cuente mis problemas personales?

—Se me da bien escuchar a las personas. Comienza.

Elevé una ceja, comprobando que los ojos de Lexie decían lo mismo que su boca. No sabía si confiar o no, pero de lo que estaba seguro es que ella no era igual a sus dos hermanas; quienes si quiera prestarían atención mínima a los dilemas amorosos de las demás personas.

—Cada vez estoy más convencido de que All me vuelve loco, en cada sentido que lo puedas interpretar. La... quiero.

—Eso lo sé. Pero, ¿qué es lo que te preocupa?

—Su bienestar, su seguridad... quiero que se encuentre de la mejor manera posible, y verla llorar hoy me destrozó cada parte del corazón; yo...

—¿Llorar? ¿Por qué Allison Donnovan, la chica más fuerte y que nada le afecta, lloraría? —interrumpió, sorprendida.

Me enderecé. No lo había pensado, vaya que no.

Chasqueé la lengua.

—Es extraño —entonces concluí.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora