ALLISON


Parecía mentira. Él me estaba besando. Yo lo estaba besando a él. Nos estábamos besando, en el punto más alto de la rueda de la fortuna.

Nunca pensé que esto sería posible.

Ya basta de pensar, disfruta el beso, mierda.

Cerré mis brazos en torno a su cuello, sólo quería estar más cerca de él —o tanto como me fuera posible este estúpido juego—. No era nada comparado a mi sueño anterior, en el cual lo había besado en mi casa, sino que era mucho mejor.

Ningún sueño de Connor besándome se comparaba a la realidad. Definitivamente, besaba jodidamente bien. Más que bien.

—Te quiero —susurró entre beso y beso.

—Yo... —la parte que simulaba ser mi sentido común decía que tenía que bajarme de ese maldito juego aun si para eso requería saltar del asiento y suicidarme, pero la otra parte, la que no es tan común, no pudo evitar soltar un comentario— También te quiero.

Entonces el juego comenzó a funcionar nuevamente y la sorpresa nos hizo saltar del asiento.

Nos reímos por ello.

Entonces juntó su boca otra vez con la mía y correspondí mucho más segura y confiada que antes. Besarlo se sentía como oler las páginas de un libro nuevo.

Puede ser una comparación demasiado estúpida, pero si tengo que ser más clara: besar a Connor entraba en mi lista de pequeños placeres de la vida; entre ellas sentir el olor a libro nuevo.

Así que tenía que estar demasiado loca, en buen sentido, para ponerlos en la misma lista.

Cuando deshizo nuestro contacto la sonrisa no lo abandonaba. Tenía la mirada encendida, como si realmente hubiera cumplido con uno de sus más grandes sueños —no había por qué exagerar—. Pasó su brazo por sobre mis hombros y simplemente me recosté en su pecho mientras esperábamos que la vuelta se completara para poder bajarnos de una buena vez.



Todavía no me lo creía. Pero tenía que hacerlo, en realidad esto había sucedido. Nunca me lo hubiera creído si me lo hubieran dicho un mes atrás; de hecho, habría golpeado a la persona que probablemente deliraba sobre que terminaría besando a Connor Adams en un parque de diversiones.

Ahora, el tema en cuestión... ¿Cómo mierda se lo decía a Warren? Es decir, a mí no me importa lo que los demás crean, pero era Warren Harries quien me criticaría; mi mejor amigo de la vida. Es como un hermano más para mí —uno al que no gastaba bromas, en comparación a mis hermanos reales—, pero de igual manera me importaba lo que me dijera más que nadie.

Al poner los pies sobre el asfalto otra vez, sentí la mano de Connor en mi cintura.

—Tenemos que hablar sobre lo que pasó allá arriba —comenté, quitando su contacto de mi piel—. Mientras tanto, ninguna demostración de afecto.

—De acuerdo, está bien —se encogió de hombros—. Te invito una Coca-Cola.

Alcé las cejas.

—Adelante.

Nos dirigimos hacia una especie de bar que había dentro de la enorme edificación al aire libre en la que consistía la feria.

Connor sostuvo la puerta para mí al entrar al mini bar, y automáticamente encontramos un lugar vacío en la barra.

Nos sentamos en los taburetes y Connor pidió dos gaseosas.

Me mordí el labio mientras pensaba cómo demonios empezar. Joder, no creí que esto alguna vez me sucedería; menos con él.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora