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CONNOR


Parpadeé mientras trataba de asimilar mi campo visual una vez que despertaba. All todavía estaba dormida a mi lado, muy profundamente. Bien que lo necesitaba, debía estar agotada por lo de ayer.

Eso me recordó que tenía que tener una severa conversación con Roxie; por lo que me fui levantando de la cama con cuidado para no despertar a Allison.

Tomé el celular de la mesa de luz y llamé a Dowell.

—Habla Rox —contestó ella del otro lado.

—Roxie —articulé, saliendo de la habitación—. Tenemos que hablar.

—Oh, eres tú; ¿por qué no me sorprende?

—Ahórrate el sarcasmo y la ironía. Ayer estuviste muy mal.

—¿Y a mí qué?

Joder, esto no sería nada sencillo.

—Mira, Adams: Lexie ya me sermoneó lo suficiente y no entiendo ni siquiera la razón; estamos juntas en esto. No quiero que tú también estés en mi contra, eso arruinaría nuestra relación.

—¿Qué relación? —Fruncí el ceño— Lo único que nos une a nosotros, y a tus hermanas, es el sexo. Y eso se acabó desde hace tiempo.

Ella se carcajeó del otro lado.

—¿Estás diciendo que estás practicando la abstinencia? Buen chiste.

—No es broma —mascullé, serio.

—Sí lo es. Connor, cariño, te conozco más que ninguna otra mujer en el aspecto sexual. Tú no te abstienes, simplemente porque eres incapaz. Tarde o temprano caerás en la tentación y luego...

—No. Luego nada, no ocurrirá.

—Tienes mucha fe en ti, ¿eh?

—No te burles, Dowell. Sé lo que digo.

—Yo también, cariño —volvió a llamarme así. Ugh—. Has estado suficientes veces conmigo como para no conocerte en ese ámbito. No podrás seguir tratando abstenerte mucho tiempo, fracasarás en el intento. ¿A qué esperas, además? ¿Por qué de repente quieres contenerte a acostarte con alguien más?

Tragué en seco. Me había acorralado.

—No es asunto tuyo —respondí en su lugar.

—Me conoces y sabes que soy muy entrometida en tus temas, así que habla. De un modo u otro terminaré sabiéndolo.

—Tienes tus métodos —comenté con disgusto.

De cierta manera sentí cómo en su rostro se expandía una sonrisa.

—Los conoces bien —añadió ella—. Anda, Connor, ¿qué es lo que te detiene?

—Nada me detiene. Sólo soy yo que quiero un respiro.

—Nunca piensas eso cuando nos acostamos.

—Mira, Roxie —estaba cansándome—: te llamé para reprenderte por lo que le hiciste a All anoche, no para que me eches en cara cada vez que nos acostamos juntos. Eso se terminó, ¿de acuerdo? Ahora estoy más centrado en lo que quiero, no tengo tiempo para estupideces.

—¿Acostarte conmigo es una estupidez? —su voz sonó quebrada; pero sabía que si no era directo nunca podría librarme de sus garras.

—Acostarme con cualquiera en estos momentos es una estupidez —corregí—, porque sencillamente no quiero hacerlo.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora