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CONNOR


Al principio, creí que era algo estúpido. Tal vez sólo quería mear, o incluso ducharse; pero pasaron unos veinte minutos y All nunca salió del baño.

La preocupación se presentó en mí sin ningún puto aviso o permiso previo.

Sin vacilar, me dirigí hasta el baño que estaba en el pasillo de su casa; donde había estado metida la última casi media hora.

Toqué con los nudillos la puerta y dije:

—¿Estás bien?

Ahogó un jadeo desde adentro.

—Sí.

—Pues no suenas así —insistí—. ¿Puedo pasar?

—No.

—¿Por qué no?

—Quiero... estar unos minutos a solas conmigo misma para pensar. Cuando estoy contigo... simplemente se me mezclan los pensamientos coherentes con los que son estúpidos. No puedo concentrarme estando contigo, Connor. Quiero sólo quince minutos más conmigo misma.

Tragué saliva. A mí me ocurría exactamente lo contrario.

Con Allison... todo era mejor, yo razonaba mejor las cosas. Era como mi consciencia, o algo semejante que me ayudaba a escoger las buenas decisiones.

—Has estado por veinte minutos ahí —presioné.

—¿Ah, sí? Vaya... No... No lo noté.

—Déjame entrar, ¿puedes? Sólo quiero darte mi apoyo en lo que sea que estés pensando ahora. No hablaré, lo prometo. Sólo quiero estar ahí contigo para que sepas que si me necesitas, si necesitas mi mano o un hombro en donde apoyarte...

Entonces abrió la puerta. El cabello turquesa le caía por el rostro de modo que se le pegaba a él.

¿Estuvo... llorando?

Sin darme cuenta de lo que hacía, la rodeé entre mis brazos para sostenerla mejor. Enterró su cara en mi pecho, ocultándose del mundo, o de mí, o de quién mierda fuere.

Lo que me importaba, y siendo el típico egoísta que soy, era que me había elegido a mí para protegerla de las cosas ajenas. 

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora