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CONNOR


Hijo de puta. Eso es lo que era Peter Evans. No me malinterpreten, es un buen colega mío, pero esta vez se sobrepasó con All. ¿Cómo podía ese maldito depravado obligarla a...? De solo pensarlo me daban náuseas y ganas de golpearlo hasta que se desangre.

Aparqué la moto en mi calle. No sabía dónde llevarla ahora, quizá a lo de su madre, pero no podía estar seguro. Además esto era más fácil y rápido.

Cuando ella rodeó sus brazos alrededor de mí se sintió... agradablemente maravilloso. No quería que se separara de mí, pero no había alternativa.

Al ver que ella no bajaba de la moto, fruncí el ceño.

—All —llamé desde adelante.

No contestó. Me volteé de a poco y vi que su cabeza estaba sobre mi espalda y sus ojos maquillados de negro totalmente cerrados. Se había dormido en el trayecto.

Hice una mueca mientras me daba la vuelta despacio y la sostenía para que no cayera del vehículo. Cuando mis pies estuvieron en la tierra, pasé mis manos por debajo de su cuerpo; la derecha sobre sus omóplatos y la izquierda en la parte trasera de las rodillas.

Golpeé la puerta de mi casa para que, si Jayden me oía, abriera. Sin embargo también rebusqué las llaves en los bolsillos de mis pantalones.

Antes de encontrarla, mi hermano ya estaba abriendo la puerta. Le agradecí con la cabeza.

Sin embargo su atención se centró en Allison.

—¿Qué pasó?

—Sólo está dormida —murmuré mientras entraba y la depositaba en el sofá más cercano—, ¿puedes darme una aspirina y agua? Todo esto me dio dolor de cabeza.

—Al menos no estás borracho —acotó.

—No del todo —corregí.

—Lo que sea, sigues consciente.

Lo seguí hasta la cocina. Me tendió la pastilla y agua al minuto.

La ingerí con sólo dos tragos.

—¿Me lo explicarás? —pidió con las cejas elevadas.

—Evans casi se acuesta con ella.

—¿Y?

—¿Cómo que "y"? Estuvo a punto de violarla si no interfería.

—Ahora lo entendí mejor —confirmó con una sonrisa de costado.

—¿De qué otra manera podías interpretarlo, Jayden?

—Sólo digo que la forma en que me lo dijiste me hizo pensar que... no sé, tal vez estabas celoso de Peter. Quitando el caso de que casi la fuerza a tener sexo con él, sonó así.

—No estoy celoso por Allison. Ella puede... —inspiré— puede acostarse con quien se le dé la gana.

—Ajá —Jayden rodó los ojos.

—¿No me crees?

—Cuesta demasiado, hermanito. Vi la forma en que te mira, y sabes que no me equivoco al respecto. La quieres.

—Pues sí, la quiero. ¿Y qué? A ti también te quiero. A papá y mamá también los quiero. ¿Qué es lo diferente en que la quiera a ella?

—La forma. La forma en que la quieres es lo que marca la diferencia.

—No comprendo.

—Sí comprendes —confirmó—, no quieres admitirlo, eso es todo.

—¿Admitir qué?

—Que estás loco por Allison Donnovan. Ella te vuelve loco y te encanta que lo haga. Y si tú me lo niegas, siempre puedo consultar tu diario personal.

—No tengo un diario personal —fruncí el ceño.

—Bueno, tus portafolios personales entonces —sonrió. Maldito desgraciado.

—Tú no...

—¿Qué? —Desafió con una sonrisa— Eres un gran escritor. No entiendo por qué das clases de Biología y no de Literatura.

—Jayden, como hayas publicado eso...

—No, sólo lo leo para divertirme un rato —rió—. Ahora ve a rescatar a la doncella que descansa en el sofá de la sala, esperando por un beso para despertar de su ensoñación profunda y eterna.

—Eres el más grande de los idiotas, hermano —bufé, derrotado.

—Fue una parte muy genial en mi defensa.

—Vete a dormir.

—¿Me despertarás con un beso para liberarme de mi ensoñación profunda?

—¡Cállate, joder!

Jayden sólo se rió a carcajadas mientras iba donde Allie dormía. Se veía en paz, hermosa a pesar del maquillaje corrido y el cabello enmarañado.

No pude con mi genio. Caminé hasta ella, la levanté como lo hice en la motocicleta y la cargué hasta mi alcoba. Abrí la puerta, la dejé dormir más cómodamente en mi cama, la arropé con mantas y luego me fui al sofá para descansar yo también. 

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora