WARREN


No entendía por qué Allie lo había dejado entrar. Tampoco quería hacerlo, en realidad.

Connor Adams me caía peor que una patada al hígado, pero parecía que a mi mejor amiga le agradaba más de la cuenta. Y me molestaba que el idiota le gustara —sólo como persona, esperaba—, si tengo que ser cien por ciento sincero con mi opinión.

Escuché el momento en que Allison se metió a la ducha, y entonces en un murmullo lo suficientemente audible como para que el estúpido de su tutor lo oyera dije:

—Más te vale que no te acerques a ella esta noche, ni nunca —advertí con voz grave—. Ella no merece a alguien como tú, tan... constante y temperamental.

Adams elevó una ceja.

—Mira Willy, tú no puedes decirme qué diablos hacer con All y qué no. Eso será cosa nuestra, y a ti no te incumbe.

Vamos, de verdad, ¿tanto le costaba aprenderse mi nombre real? ¡Era breve, por Dios!

No obstante, proseguí con mi argumento:

—Me incumbe demasiado para ser cierto; ya que ella es como mi hermana menor. Mejor aléjate de ella si no quieres que te deje estéril.

—No trates de amenazarme. Ella puede oírte, y no le gustará nada.

—No me escuchará porque cuando ella entra en la ducha, jamás se da cuenta de los ruidos ajenos. Así que, continuando con esto, sólo te estoy advirtiendo. No quiero verte cerca de ella.

—Claro, y tú lo evitarás, ¿no, William?

—¡Warren! —grité, harto.

—¡Es lo mismo! —se excusó el muy imbécil— El mensaje se transmitió de manera exitosa, así que cierra la boca y no me digas qué hacer con All.

—Allison —corregí, seriamente.

—Da exactamente igual. Ella no se queja más de que la apode así.

—Le molesta de todas formas, la conozco bastante.

—Adivina qué: también yo.

Negué con la cabeza mientras comenzaba a reírme.

—No puedes conocerla en menos de un mes; yo llevo toda una vida haciéndolo. No te creas que formas parte de su círculo de amistad.

—Eso lo decidirá ella —gruñó.

Me estaba cansando de este idiota.

Mejor que Allison saliera pronto de la bañera o terminaría golpeando a Connor; lo que en realidad venía queriendo hacer hace mucho tiempo ya.

Cuando el estúpido estaba a punto de añadir más leña al fuego contestándome con algo más, escuché el cerrojo del cuarto de baño de Allison abrirse.

Ella llevaba el pijama puesto, una que consistía en una camiseta lo suficientemente enorme como para que supiera que le pertenecía a uno de sus hermanos, y unos shorts increíblemente cortos que se ocultaban bajo la prenda superior.

—El pijama de arco iris está en el cesto de ropa sucia —bufó—. Tuve que conformarme con esta estupidez, así que en fin. Veo que siguen vivos; buen trabajo.

Le pegué en el brazo a Connor por estar observando las delgadas piernas de Allison. Por Dios, ¿no podía ser un poco más discreto?

Bueno, tampoco quería que fuera discreto al mirarla. No quería que la mirara y ya.

—Si alguien quiere ducharse —agregó—, aún hay agua caliente.

No quería dejar a Connor con Allie solo, pero sin embargo me hacía falta una ducha para poder relajarme.

Con el agua fría me bastaría.

—Yo iré —respondí. Miré a su tutor a los ojos y musité—. Y tú, ten cuidado con cualquier cosa que planees hacer con ella a solas. A comparación de Allie, tengo un oído más agudo.

—Tranquilízate, amigo —se rio—. Seré un niño bueno.

Lo fulminé con la mirada, evalué la de Allison seguido a eso y entonces me marché a su baño.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora