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ALLISON

Para cuando Trisha entró a la casa, yo estaba recostada en el sofá esperándola. Con mis pies sobre el apoyabrazos y un libro en mis manos, levanté la vista para mirarla.

—¿Ya llegaste? —susurró mi madre, impresionada.

—Podría preguntarte lo mismo, mami querida —sonreí sarcástica—. ¿Dónde fuiste?

—¿Qué? A la pastelería, sabes que tengo mucho trabajo últimamente.

—Ajá... ¿Así de arreglada? Y... ¿TRISHA, ESO ES MAQUILLAJE?

—Como si nunca lo hubieras usado, Allie —bufó ella, restándole importancia. ¿Por qué le restaba importancia? ¿Qué escondía?—. ¿Connor te trajo?

—No evadas el tema. Estamos hablando de ti y tu gran cambio.

—¿No te gusta? —Frunció el ceño.

—Sí ma, me encanta, pero ¿por qué?

—¿Tiene que haber una razón? Sencillamente quería intentar algo nuevo —sonrió sincera. Fruncí el ceño; no sabía si podía creerle. Se acercó a mí y me acarició el cabello—. ¿Quieres ir de compras? Así podemos pasar lo que queda de este corto fin de semana haciendo algo madre e hija.

—Okey. Vamos.

—Allie, ¿no se acerca el baile de invierno? —preguntó ella completamente emocionada.

—No quiero ir.

—Sí quieres.

—No.

—¿Nadie te invitó? —me miró extrañada.

—No. Y si lo hacen, diré que no iré.

—Qué aguafiestas, hija.

—¿Por qué preguntas, de todos modos?

Señaló con su tenedor a una tienda detrás de mí. Me volteé.

Claro, cómo no: Ladies.

—No quiero comprar un vestido allí —negué. Trisha arqueó una ceja—. Porque no iré —expliqué mejor.

—Será una experiencia maravillosa Allie, cuando yo tenía tu edad me encantaban los bailes del colegio, y...

Y bla, bla, bla. ¿Es que esta mujer no comprende que mis ganas de asistir a ese estúpido baile sin sentido son las mismas de que me hagan entrar a la arena de Los Juegos del Hambre para participar?

Por alguna razón mi cerebro me obligó a alzar la vista por sobre la cabeza de Trisha mientras pretendía que oía sus anécdotas en la escuela cuando tenía dieciséis. Y fue un error; Matthew venía hacia nosotras.

—Mierda.

—¡Sí! —Confirmó mi madre— Eso mismo había pensado yo, pero Mike Chest no quería soltar mi brazo. Fue algo romántico... pero aterrador y traumático a la vez.

—No, hablo de que Matthew viene hacia acá —le susurré.

—¿Matthew? ¿Tu ex Matthew?

—¿Qué otro Matthew conoces?

—¿El de kínder? —frunció el ceño, como si su respuesta fuera bastante obvia.

—Ese Matthew se fue del país a los seis años, mamá. Además tenía severos problemas con los pedos. Creo que si no se iba pronto, ahogaría a toda la primaria.

—Allison —comentó otra voz en la escena. Y ya había llegado el fastidioso—, señora Donnovan.

—Me llamo Trisha, para tu información, Todd —le contestó mi madre—. ¿Qué haces aquí?

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora