ALLISON
A punto de adueñarme del pote de helado que estaba en la nevera de los Adams, Connor me detuvo jalando de mi brazo.
—Estás resfriada. No puedes comer helado.
—Y tú tienes que estar bromeando —contesté de inmediato.
—All, es por tu salud.
—Al carajo mi salud —sacudí mi brazo para librarme de su agarre; pero él no lo soltó—. Vamos, Connor, por favor.
—No.
—Vete al infierno.
Me crucé de brazos y caminé furiosa hasta la sala. Me arrojé en el sofá y me quedé en la misma posición por los próximos quince minutos.
Fue entonces cuando Jayden se apareció por extremo de la sala y se sentó a mi lado.
—¿Qué tienes? —preguntó con un leve movimiento de cabeza.
—Tu estúpido hermano no me quiere dar helado.
—¿Y eso por qué? —él frunció el ceño.
—Estoy resfriada, ¡pero es el primer día! Estoy perfectamente bien durante estas veinticuatro horas, él no quiere aceptarlo. Mañana cobraré venganza de él si se aparece por mi casa. Le haré la vida imposible.
—¿No crees que estás exagerando sólo un poquito?
—¿Por qué todo el mundo me pregunta lo mismo? Joder, no, no exagero. Me conozco, que es diferente —bufé.
—Cómo digas, Allie —Jayden se rio.
Entonces su hermano entró por el umbral que daba a la cocina con el recipiente de helado entre las manos. Rodé los ojos y me quedé cruzada de brazos con las piernas en mi pecho.
—Ojalá estornude cerca de ti y te contagies —le dije a mi tutor cuando se sentó al lado mío.
—Mm, no lo creo —él se llevó una cucharada a la boca—. A diferencia de ti, mis resfriados no son tan graves y severos como los tuyos. Duran un día o dos, luego se esfuman. ¿Quieres, Jayden?
—Trae acá, hermano —él accedió, sacando una cuchara de quién sabe dónde.
Mordí mi labio inferior, porque si no hacía algo pronto golpearía a alguien —Connor tenía todos los números para el sorteo— o saldría corriendo con el helado en mis manos una vez que se los arrebatara.
Connor le pasó el pote a su hermano conmigo en medio y tuve que hacer uso de mi poca fuerza de voluntad para no llevar a cabo la segunda opción anterior.
Entonces Jay se lo volvió a ofrecer y él lo tomó.
—¡YA, MIERDA! —Grité— ¿Me lo hacen a propósito o qué?
Ellos dos estallaron en risas. Connor se reía con la cabeza apoyada en el respaldo del sillón y su hermano se tomaba el estómago.
—¡NO LE VEO LO DIVERTIDO! —seguí protestando a través de exclamaciones.
Y como la niña caprichosa que era, me puse de pie; dejando que ese par de imbéciles se murieran de risa.
Caminé hasta a puerta principal, me coloqué la cazadora de Connor y salí de esa casa aprovechando la situación de distracción que los consumía a él y al músico de su hermano.
No sé si fue el frío que me puso la piel de gallina o las pocas personas que estaban en esta calle que me recordaron que no traía pantalones, por lo cual me volví horrorizada dentro.
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Yo no fui
Teen FictionAllison Donnovan es conocida por causar problemas desde que es pequeña. Teniendo cinco años hizo explotar el microondas de su cocina. A los ocho años, incendió el baño de su casa. A la edad de diez, hizo que toda su ropa cayera por el desagüe de su...