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ALLISON


Inspiré mientras cambiaba de posición en la cama. No recordaba haber llegado a casa de mamá y haberme acostado, pero en fin, estaba aquí y eso era lo que contaba. Sin embargo, noté un cambio: las sábanas eran de tela delgada. Eran más suaves que las mías. Hasta incluso creo que más grande y espaciosa.

Parpadeé para aclarar la visión. La luz solar se colaba a través de las ventanas como nunca antes; porque que yo recordara no entraba tanta luminosidad en mi habitación respectiva en lo de Trisha.

Cuando por fin establecí mi campo visual en condiciones, comencé a desesperarme al ver que este no era mi cuarto habitual. De hecho, ¡ni siquiera era mi casa!

Mierda. ¿Dónde estaba, con quién y cuánta bebida alcohólica había ingerido en la fiesta de Roxie anoche? No me recordaba ebria en realidad.

Sin saber qué hacer muy bien, me puse de pie de la cama desconocida. Se me hacía extraño no tener al alcance de mis manos mis pantuflas de conejos rosados, por lo que tuve que ir descalza.

Abrí la puerta de la habitación irreconocible, y examiné fuera de esta para intentar registrar esta casa en algún lugar de mi mente. Algo en mí me decía que había estado aquí.

Me deslicé silenciosamente hasta la puerta más cercana. Daba a un baño para cuando lo supe.

Y yo ya había estado en este baño; oculta en la ducha.

Puse los ojos como platos y corrí hasta la sala de estar en busca de Connor. ¿Por qué estaba en su casa? ¡¿Por qué diablos desperté en su cama?! Porque era suya, ¿cierto? Si unimos los puntos...

Mierda, si unimos los puntos... Nosotros no...

No, ¿verdad?

En vez de encontrarlo a él primero, encontré a Jayden en el sofá blanco. Estaba recostado tranquilamente, jugando con su teléfono con expresión aburrida.

—Jayden —llamé.

—La bella durmiente despertó —bufó, dejando el móvil a un lado y poniéndose de pie; como si estuviera esperando que haya bajado hace una eternidad—. ¿Cómo te sientes?

—Yo bien, ¿por qué? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está Connor?

—Salió a comprar comida. Y me encargó que te cuidara en su ausencia.

—¿Por qué?

—Yo qué sé, Allie. Sólo lo hizo y me amenazó con que rompería mi guitarra si te perdía de vista.

—¿Tocas la guitarra? —arqueé una ceja, curiosa. Por un momento olvidé que estaba enfada con Connor.

—Sip. Jasmine es mi primer y único amor.

—¿Jasmine?

—Mi guitarra —explicó.

—¿Nombraste a tu guitarra? —elevé una ceja evitando reír.

—Tú no estás en posición de juzgarme, tú bautizas a tus celulares con nombres de personajes literarios.

—El puto de Connor tiene detectives por todos lados —resoplé.

—O simplemente el número de Warren.

Me encogí de hombros mientras asentía con la cabeza un par de veces.

—¿Tienes hambre? Connor todavía no llega, pero puedo hacerte un café.

—No rechazo cuando me ofrecen comida, así que por favor —asentí con una sonrisa.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora