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WARREN


Cuando finalmente recobré la consciencia, la horrible y familiar punzada de dolor llamada resaca se presentó en mi cabeza. Maldije en murmullos ilegibles por la almohada que estaba sobre mi cara.

—Buenos días —suspiró la voz de una mujer en la habitación. ¿Dónde estaba?—. ¿Te sientes mejor?

Rezongué. ¿Dónde estaba y con quién? ¿Dónde había ido Allie? Dios, ¡Allie!

Me incorporé de un salto de la cama. La luz solar que inundaba todo el cuarto me cegó rápidamente; lo que hizo que cerrara automáticamente los párpados previamente abiertos de la sorpresa.

Lexie Dowell arqueó una ceja desde el sofá en el que estaba sentada. ¿Lexie? ¿Qué diablos?

—¿Qué...?

—Yo tampoco quería hacer esto, pero no tuve opción, ¿de acuerdo? —reafirmó más para ella misma.

—¿Hacer... qué?

Ella bufó a medida de que respondía:

—Cuidar de tu estado de sobriedad, el cual era nulo por cierto.

—¿Dónde...? ¿Dónde está Allie? ¿Dónde estoy yo?

—Connor me dijo que te cuidara. Allison está con él. Y tú estás en mi casa, cuando tu madre cree que estás en la de Allison. ¿Suficientes respuestas para ti? Porque para mí sí; y necesito una ducha... Y tú también —hizo una mueca.

—¿Allison está con Connor? —farfullé, poniendo los ojos como platos.

—Si es lo único que escuchaste no lo repetiré; me agrada la idea tanto como a ti.

Se puso de pie.

—Sigo sin comprenderlo —insistí.

—¿Qué parte de están juntos no entendiste?

—No eso —rugí. El hecho de que me recordaran que mi mejor amiga estaba con ese idiota me irritaba, por lo tanto reaccionaría como tal—. El que tú estuvieras... ¿cuidando de mí? Sí, eso. ¿Por qué?

—Ya te dije que Connor me lo pidió.

—¿Y tú... tan sólo accediste? ¿Sin objetar absolutamente nada?

—Sí.

Mi confusión aumentó diez veces más.

—No entiendo.

—Une los puntos, eres inteligente. Además haces demasiadas preguntas, y quiero bañarme. Y tú debes irte a tu casa antes de que tu madre vaya a buscarte a la de Allison; donde tú no estás.

Tenía como treinta preguntas rondándome por la cabeza para hacerle a ella, a Lexie Dowell por increíble que pareciera, y necesitaba obtener respuestas al menos breves de todas ellas.

—Entonces... Connor te pidió que mantuvieras un ojo en mí y cediste. ¿Fue porque él te lo pidió?

—Exacto. Es lo que dije.

—¿Te prometió algo más?

—No. Sabes, puedo ser buena persona cuando se requiere que lo sea. No soy sólo una zorra sin corazón como lo exuda mi apariencia. Connor me lo pidió por favor, así que simplemente lo hice.

—¿Qué hora es? ¿Y cómo es que sabe mi madre que supuestamente estoy en la casa de Allie?

—Le envié un texto desde tu celular. Y son las tres, por si te lo preguntas. Y ahora deja de retenerme que quiero ducharme, puedes irte cuando quieras.

Me quedaba una pregunta por hacerle antes de todo, así que me apresuré:

—¿Nosotros...? —La miré a ella y a la cama donde estaba sentado yo— ¿Nos acostamos anoche?

—No.

Oh.

—No sé si te has acostado con alguien antes de quedarte así de borracho, pero básicamente no me importa. Recoge tus cosas y ve a casa.

—Okey.

Resignado, me puse de pie y noté que sólo estaba en bóxer. Frunciendo el ceño y examinando mejor la habitación —paredes blancas, cama de madera algarrobo con sábanas oscuras, muebles del color de la nieve—, noté que las prendas estaban sobre el tocador de Lexie. Caminé hasta él sin hacer más preguntas y me puse la ropa. Lexie debería habérmela quitado para acostarme; nada del otro mundo. Ella hacía eso todo el maldito tiempo con otras intenciones.

Cogí las llaves de la camioneta de Jocelyn, mi móvil y me largué de esa mansión esquivando a algunos escasos cuerpos inconscientes de personas aún ebrias. Vasos rojos, botellas, cigarrillos y lo que parecían restos de un polvo blanco estaban esparcidos por todo el suelo.

Nota mental: nunca dejar que Allison se marche sola. Conservar el estado sobrio aunque me cueste un ojo de la cara.

Podría haber sucedido cualquier cosa. Y habría sido yo el responsable; debía ser yo quien la llevara a su casa. Y ahora, el resultado de esto era que estaba con el idiota depravado sexual que era Connor Adams.

Espero que no me odie para cuando la vaya a ver.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora