—Buenos días, princesa floja. —Lo escuché decir cuando abrí los ojos, Jeiron estaba parado en la ventana con su cabello despeinado, me mandó un beso.
Aunque habíamos dormido temprano, tenía demasiado sueño.—Pareces un koala, muñeca —Dijo caminando a dónde estaba me dio un dulce beso y salió de la habitación.
Tenía un ligero cólico sólo rogué que no fuera el maldito periodo ya que eso arruinaría todo. Me levanté y caminé al baño y ahí me molesté con la naturaleza habiendo más días se le había ocurrido precisamente ése. Regresé a la cama molesta y me di cuenta que sólo llevaba dos tontas toallas.
Jeiron entró en Intenté esconderlas, pero no pude.—No, muñeca eso no. —Dijo con algo de decepción en su voz.
—Yo no tengo la culpa.
—Si hubieras sido niño no te estuviera pasando eso. —Dijo riendo.
—Si hubiera sido niño no cogieras conmigo. —Dije defendiéndome y aventándole una almohada.
Él la esquivó y caminó a dónde estaba, se acercó quedando sólo a unos centímetros de distancia.
Tenía una sonrisa burlona y coqueta.—Muñeca, sí tú hubieras sido niño yo hubiera sido gay. —Dijo y me dio un beso.
—Pero yo no.
—Yo me encargaría de convencerte.
Sonreí por su comentario y él se rió demasiado.
Su risa era música para mi vida, era una nota perfecta.
Me dio un beso en la frente y salió, escuché que abrió la puerta principal, me vestí usando su ropa un suéter y pants gris y cambié las sabanas manchadas.
Bajé y preparé un chocolate, salí y miré que estaba un poco nublado, terminé de beber el chocolate media hora después y entré. Fui a la habitación y me metí entre las cobijas encendiendo la televisión, deseé que Jeiron no se molestará por arruinarle sus planes después bajé por mi celular, lo encendí y regresé a la cama.
Estuve mirando algunas fotografías, miré que tenía una llamada de Nadia y la regresé.—Hola ¿Cómo va todo?
Cuando terminé de contarle escuché una risa.
—La naturaleza te odia.
—Si. —Dije mientras escuchaba la puerta abrirse y a Jeiron hablándome.
—Te veo, después. —Dijo y colgó.
Jeiron apareció por la puerta con las manos por la espalda.
—Te traje un regalo.
— ¿Qué?
—Cierra los ojos.
Hice lo que me había dicho, sentí algo de emoción por la sorpresa.
—Ábrelos.
Cuando lo hice no pude creer lo que veía, estaba sorprendida y conmovida aunque una mezcla de enojó y risa se hizo presente cuando leí las palabras escritas de color negro.
El paquete de toallas femeninas tenía el siguiente mensaje.
"para la muñeca sangrona que amo"
—No hagas esa cara muñeca, tuve que vender mi cuerpo para conseguirlas, tuve que complacer los bajos instintos de una señora sexy.
Le aventé la almohada molesta y tomé las toallas.
—Gracias. —Dije.
—Eso arruinó mis planes. —Dijo acostándose a mi lado.
Estuvimos en completo silencio cerca de cinco minutos, él se levantó y minutos después regresó con una taza. Me la dio y me di cuenta que era un té.
ESTÁS LEYENDO
ABISMO
Randomy me subía al cielo, sólo para dejarme caer al abismo. ABISMO: 16 Primer actualización: 18/03/2020