Capítulo 112

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Había regresado a la universidad, estaba intentando mantener mi mente y mi cuerpo lo más ocupados posible para así no pensar en absolutamente nada, era como si de un momento a otro y de una manera inexplicable todas mis emociones se hubiesen desconectado de mi sistema, se sentía tan extraño y había momentos en los cuales no entendía que era lo que estaba sucediendo con mi vida, no sabía si era lo correcto, pero era mucho mejor que estar llorando todo el tiempo como en las ocasiones anteriores.

Tomé un trago de agua y me senté mientras miraba a que clase tenía que asistir, estaba intentando poder recuperar las materias, pero sentía que no iba a poder lograrlo, pero al mismo tiempo me esforzaba lo más que podía para así mantenerme ocupada y poder tener mi mente ocupada solo en eso.

Lidia me había prestado un móvil que ya no usaba y aun funcionaba perfectamente, marque el número de Evan y cuando estaba por marcarlo Frank apareció a mi lado.

— ¿Cómo estás señora Dressler? —Cuestionó.

Puse los ojos en blanco y fingí una sonrisa.

—Bien. ¿Qué no me ves?

—Perfectamente bien, ¿y Evan? ¿Es cierto que el señor Dressler lo interno en una clínica?

—¨No lo sé. —Murmuré y realmente no lo sabía. —Tengo que irme.

—¿Estás huyendo de mí?

—Aún no me has dado motivos para hacerlo.

— ¿quieres que te los de?

— ¿Qué?

—Motivos para que tengas deseos de huir de mí, ¿O qué otra cosa quieres que te dé? ¿dinero? No tengo, ¿salud mental? Menos.

Moví la cabeza negando.

— ¿Por qué eres tan enojona?

Me puse de pie y caminé hasta el edificio donde se encontraba el salón de clases, me senté en la última fila y fingí tomar notas y atención.

Todo se sentía diferente y casi irreal, se sentía como si solo estuviese con vida porque no tenía el suficiente valor para terminar con ella, no es que me sintiera así por lo que había sucedido con Evan, o tal vez sí. Es que no entendía como había sido capaz de dejar que todo eso sucediera, debí de haber protegido mi corazón, no debía de haber permitido que destruyera la barrera que había construido para protegerlo. Tal vez debí de haber actuado con Evan de la misma manera que había actuado con Jeiron, sólo debí de haber dejado que él me amara, fingir que yo también lo hacía y así todo hubiera sido diferente, pero ya era demasiado tarde, ya no había manera de salvar mi corazón de todo el daño que su supuesto amor me ocasionó. Susurré un perdón para mí misma.

Sonreí, el karma había aparecido demasiado pronto en mi vida. Mi karma se llamaba Evan y tenía una sonrisa jodidamente bonita.

Cuando mis clases terminaron, me dirigí de una manera demasiado lenta hasta llegar al apartamento, di un suspiro cuando miré las fotografías que se encontraban en la pared, tenia deseos de quitarlas de ahí, pero ni siquiera tenía las energías suficientes para hacerlo, así que cerré los ojos para no mirarlas, pero de inmediato mi mente se llenó de recuerdos, sus mensajes, aunque ya los había borrado, volví a recordarlos. Los leí en mi mente una vez más y me sentí feliz por recordarlos, pero al mismo tiempo deseaba olvidarlos por completo.

Sentía ganas de llorar, pero no podía, solo era la sensación y después no había nada, solo sentía esa molesta sensación en la garganta, ese maldito dolor de cabeza, pero no había lágrimas, di un suspiro y me puse de pie para intentar seguir con mi vida un día más.

Coloqué música en el volumen más alto, no es que tuviera ganas de escuchar música, pero era lo mejor, podía cerrar los ojos, cantar algunas canciones y después quedarme dormida y así no darle oportunidad a mi mente de que solo se pusiera a pensar en Evan.

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