Capítulo 34

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Los siguientes días fueron maravillosos, Evan seguía siendo igual de amoroso conmigo y me sentía bien por no mirarlo destruirse. Sentía que por fin todo era más que perfecto.

Fue por mí a la salida de la universidad y en cuento lo vi corrí a sus brazos y él los abrió para recibirme.

― ¿Cómo te fue?

―Bien. ―Respondí mientras le daba un beso en la mejilla.

Me tomó de la mano y caminamos por un tiempo, hasta que él se detuvo, de su bolso sacó un paquete de gomas de mascar y me ofreció una.

―Vamos ir a un acuario.

― ¿Es en serio? ―Pregunté mientras le daba un abrazo.

Movió la cabeza aceptando y tomamos un taxi.
Estábamos mirando las tortugas y Evan comenzó a burlarse.

― ¿Qué pasa?

―Te dije Eily, que hasta la tortuga más lenta, es más rápida que tú. ―Dijo mientras señalaba una.

―Malvado. ―Dije e intente darle un pellizco.

Tomó algunas fotografías y después de estar ahí, por un tiempo Evan propuso que saliéramos y fuimos a comer.

― ¿Y ahora? ―Pregunté.

Evan sacó su celular y comenzó a mirarlo, ignorándome por completo, negó un par de veces y sonrió, sentí un poco de curiosidad por saber el motivo de esa sonrisa.

―Vamos ir al museo.

Caminamos hasta el museo más cercano y dimos un recorrido, en ocasiones Evan se detenía y se quedaba por algunos minutos observando alguna pintura, me gustaba mirarlo así y me gustó estar ahí con él. Me gustó tomar su mano mientras admirábamos hermosas obras de arte.

― Sólo te traje aquí para hacerte saber, que tú eres la mejor y más perfecta obra de arte.

―Claro que no.

―Si yo lo digo es porque es cierto.

Finalmente salimos y fuimos al apartamento, en cuanto llegamos me acosté mientras lo miraba buscando su ropa.

― ¿Eily, quieres entrar a bañarte conmigo?

―No.

―Por favor. ―movió las pestañas un par de veces.

Se miraba tan adorable que acepté.

Evan era maravilloso con o sin drogas y me enamoraba de él cada día más. Me enamoraba cuando me esperaba en esa esquina donde lo hacía desde antes y me acompañaba a la universidad.

Me enamoraba cuando pasábamos a la cafetería y compraba mi café o cuando me regalaba mi barra de chocolate de mi marca favorita.
Me enamoraba más de él cuando nos deteníamos en una esquina a besarnos, sin importarme que llegara tarde a mi destino.

Me enamoré más cuando me regaló una estrella que él había hecho con papel, en la cual había escrito mi nombre con su preciosa letra.

Mi felicidad era enorme, cuando íbamos a una fiesta y no lo miraba consumir drogas a pesar de que el Griego en ocasiones le insistiera y hasta se la ofreciera gratis.

No entendía el odio que tenía en contra de Evan, Evan no tenía la culpa de que Andy no lo hubiera escogido a él y es que estaba segura que cualquier chica, si tenía que elegir entre el Griego y Evan sin importar la apariencia de ambos, elegirían a Evan porque no era como el Griego.

Semanas después, me desperté cuando escuché a Evan gritar el nombre de Andy, me preocupé ya que en todo el tiempo que habíamos dormido juntos eso nunca había pasado.

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