Los siguientes días fueron maravillosos, Evan seguía siendo igual de amoroso conmigo y me sentía bien por no mirarlo destruirse. Sentía que por fin todo era más que perfecto.
Fue por mí a la salida de la universidad y en cuento lo vi corrí a sus brazos y él los abrió para recibirme.
― ¿Cómo te fue?
―Bien. ―Respondí mientras le daba un beso en la mejilla.
Me tomó de la mano y caminamos por un tiempo, hasta que él se detuvo, de su bolso sacó un paquete de gomas de mascar y me ofreció una.
―Vamos ir a un acuario.
― ¿Es en serio? ―Pregunté mientras le daba un abrazo.
Movió la cabeza aceptando y tomamos un taxi.
Estábamos mirando las tortugas y Evan comenzó a burlarse.― ¿Qué pasa?
―Te dije Eily, que hasta la tortuga más lenta, es más rápida que tú. ―Dijo mientras señalaba una.
―Malvado. ―Dije e intente darle un pellizco.
Tomó algunas fotografías y después de estar ahí, por un tiempo Evan propuso que saliéramos y fuimos a comer.
― ¿Y ahora? ―Pregunté.
Evan sacó su celular y comenzó a mirarlo, ignorándome por completo, negó un par de veces y sonrió, sentí un poco de curiosidad por saber el motivo de esa sonrisa.
―Vamos ir al museo.
Caminamos hasta el museo más cercano y dimos un recorrido, en ocasiones Evan se detenía y se quedaba por algunos minutos observando alguna pintura, me gustaba mirarlo así y me gustó estar ahí con él. Me gustó tomar su mano mientras admirábamos hermosas obras de arte.
― Sólo te traje aquí para hacerte saber, que tú eres la mejor y más perfecta obra de arte.
―Claro que no.
―Si yo lo digo es porque es cierto.
Finalmente salimos y fuimos al apartamento, en cuanto llegamos me acosté mientras lo miraba buscando su ropa.
― ¿Eily, quieres entrar a bañarte conmigo?
―No.
―Por favor. ―movió las pestañas un par de veces.
Se miraba tan adorable que acepté.
Evan era maravilloso con o sin drogas y me enamoraba de él cada día más. Me enamoraba cuando me esperaba en esa esquina donde lo hacía desde antes y me acompañaba a la universidad.
Me enamoraba cuando pasábamos a la cafetería y compraba mi café o cuando me regalaba mi barra de chocolate de mi marca favorita.
Me enamoraba más de él cuando nos deteníamos en una esquina a besarnos, sin importarme que llegara tarde a mi destino.Me enamoré más cuando me regaló una estrella que él había hecho con papel, en la cual había escrito mi nombre con su preciosa letra.
Mi felicidad era enorme, cuando íbamos a una fiesta y no lo miraba consumir drogas a pesar de que el Griego en ocasiones le insistiera y hasta se la ofreciera gratis.
No entendía el odio que tenía en contra de Evan, Evan no tenía la culpa de que Andy no lo hubiera escogido a él y es que estaba segura que cualquier chica, si tenía que elegir entre el Griego y Evan sin importar la apariencia de ambos, elegirían a Evan porque no era como el Griego.
Semanas después, me desperté cuando escuché a Evan gritar el nombre de Andy, me preocupé ya que en todo el tiempo que habíamos dormido juntos eso nunca había pasado.
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ABISMO
Randomy me subía al cielo, sólo para dejarme caer al abismo. ABISMO: 16 Primer actualización: 18/03/2020