Iba caminando con rumbo a la florería al pasar por un bar, miré a Sebastián salir con una chica en sus prácticamente ella era quien lo mantenía de pie, se miraba tan mal que lo único que hice fue acercarme de inmediato.―Tú suéltalo, ¿quién eres? ―Dijo la chica mientras me miraba molesta.
―Soy su hermana.
Sebastián me miró y aunque intentó sonreír no pudo hacerlo, la chica parecía un poco avergonzada por eso, pero decidí no darle importancia y olvidar, eso no era un problema, el que Sebastián estuviera bebiendo y terminara por perder el control si lo era.
―Lo voy a llevar a su casa. ―Avisó la chica.
―Marina no puede verte así. ―Comenté.
Estaba segura que iba a tener problemas por eso. A Marinna no le gustaba que Sebastián bebiera de esa manera.
― ¿No sabes que terminé por irme de su casa? ―Balbuceó.
Era obvio que el alcohol lo estaba haciendo decir cosas sin sentido, aunque intente ayudarlo prácticamente término por empujarme y yo ya no insistí, pensé en hablarle después para saber cómo estaba. Seguí caminando un poco preocupada y rogando para que nada malo ocurriera. Al llegar a la florería encontré a Evan en cuento se dio cuenta de que había llegado, caminó hacia mí y me levanto por unos segundos, cuando volví a poner los pies en el suelo, acaricié su cabello por unos segundos.
―Cierra los ojos.
― ¿Por qué?
―Tú sólo obedece, te dije que los cerraras no que los pusieras en blanco. ¿Por qué nunca me obedeces? Tienes que obederme.
— ¿Por qué?
— Porque soy tu futuro esposo y mayor que tú, sólo por eso princesa, ¿Quieres más motivos?
Sonreí y obedecí, hice trampa por un par de segundos, pero él se percató de eso y los cerré, dispuesta a abrirlos hasta que él me dijera.
―Ábrelos, ábrelos nena.
Sonreí en cuanto miré el pequeño oso de peluche que tenía enfrente de mis ojos, lo tomé de inmediato y le di un abrazo, pude ver a Ceci que estaba sonriendo un poco. Era un detalle lindo.
―Para que Osito tenga una osita. ―Dijo.
―Es Osito.
―Entonces que sea gay, ¿Nena, ya comiste?
Moví la cabeza aceptando, del bolso de su pantalón sacó unas barras de chocolate y me las dio.
―Te llamo más tarde. ―Avisó.
Me dio un par de besos en la frente y salió de ahí, se miraba un poco mal y yo sabía perfectamente a que se debía, Evan llevaba dos días intentando no consumir heroína, sin embargo era difícil, ya que al mirarlo por las noches intentando mantener el control parecía que estaba verdaderamente enfermo, tenía fe en que iba a funcionar y aunque él había insistido para que fuera con la psicóloga, no lo hice, no tenía necesidad de hacerlo, aun no sentía que hubiera daño que lamentar. Y esperaba que nunca los hubiera. Sentía que aun podía controlar mi situación.
Sonreí en cuanto miré el osito de color blanco que tenía un moño de color rosa en el pecho y unos ojos tiernos. Realmente me había sorprendido ni en mis sueños había imaginado que él me iba a regalar un peluche.
En cuanto salí, esperé un taxi ya que Evan había llamado para decirme que no iba a poder ir por mí, eso me hacía sentir un poco triste ya que estaba acostumbrada a mirarlo en la esquina esperándome. Después de pagar al taxista que según Evan era de su mayor confianza caminé con rumbo a la entrada.
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ABISMO
Randomy me subía al cielo, sólo para dejarme caer al abismo. ABISMO: 16 Primer actualización: 18/03/2020