Capítulo 57

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Limpié mi nariz, había intentado resistirme, pero finalmente terminé por caer, Evan dio un pequeño beso en mi frente, me miró con decepción y salió de la habitación, no me gustaba que me mirara así, sabía que yo también había roto todo lo que él pensaba que yo era, incluso yo misma me había sorprendido jamás había imaginado que un día iba a ser así. Me había convertido en lo que juré nunca convertirme, quería destruir lo que había construido, pero no sabía por dónde comenzar, tal vez ya era demasiado tarde para hacerlo. Segundos después entró con una botella de alcohol en la mano, me ofreció un poco y me miró pensativo por algunos segundos.

― ¿Qué piensas? ―Cuestioné.

―Algo importante.

― ¿Qué? ―Pregunté con un poco de preocupación.

―En coger.

― ¿lo hacemos? ―Pregunté después de beber.

―No.

Encogí los hombros si no quería no le iba a estar insistiendo.

―Quiero cogerte, ¿quieres que te diga cómo?

―Si.

―mientras lees la biblia, eso sería hermoso. —Dijo.

―no podemos hacer eso, Evan
―Dije moviendo la cabeza.

― ¿Por qué? ―Preguntó y sonrió un poco.

―Porque no tenemos biblia, cariño.

―Tienes razón, vamos a comprar una. ―Dijo pegó su frente con la mía y me dio un beso

―Estás loco. ―Murmuré.

―Lo sé.

―Pero me encantas.

―Lo sé. ―dijo y sonrió. Después salió de la habitación, definitivamente Evan estaba completamente loco.

―Eily vámonos. ─Gritó.

Tomé mi celular y caminé de prisa a su dirección.

―Lo siento, de verdad lo siento. ―Susurró.

― ¿Por qué?

―Por el mal que te estoy haciendo, te juro que nunca fue mi intención traerte a mi mundo. ―Susurró. ―No fue mi intención hacerte tanto daño.

―Lo sé, tú no tienes la culpa yo decidí quedarme.

―Te miras jodidamente encantadora, eres como un ángel cuando sonríes. ―Susurró

― ¿A dónde vamos?

―No lo sé al infierno.

―De acuerdo. Yo quiero ir contigo al infierno.―Dije mientras tomaba su mano.

Al bajar del ascensor, me di cuenta que se detuvo por unos segundos.

― ¿Te sientes bien? ―Pregunté al mirar su expresión.

―Sí, estoy bien, es imposible estar mal cuando estoy contigo.
―Respondió.

Di un pequeño beso en su mejilla y entramos al auto.

Crucé los brazos mientras lo observaba conducir, miré el par de paletas que tal vez la niña le había regalado, me encantaba estar cerca de él y construir planes junto con él, afortunadamente encontramos un estacionamiento cerca de la plaza comercial, una vez que salí del auto puse los ojos en blanco el sólo hecho de pensar que tenía que caminar y no tenía ganas de hacerlo hizo que sintiera un poco de enfado.

―Quita esa puta cara.

― ¿No te gusta?

―Si claro. ―Dijo.

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