Capítulo 86

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― ¿Qué estás haciendo? ―Cuestioné.

― ¿acaso no miras? ―Dijo.

―Sí, pero, ¿Qué harás con toda esa madera? ―Cuestioné y acaricié su cabello.

―La cuna para mi hijo. ―Respondió después de dar algunos besos en mis piernas.

Levanté la ceja en señal de asombro, él se acercó a mi lado, me tomó de la cintura y dio un par de besos en mi frente mientras acareaba mi vientre.

― ¿Qué te sucede? ―Cuestionó.

―Nada.

Puso los ojos en blanco mientras tomaba un martillo y algunos clavos.

― ¿sabes cómo se usa esto? me he pegado dos veces. ―Dijo. ― ¿Qué mierda te sucede? ¿Acaso dudas de mis capacidades como carpintero?

―No.

―La última vez que te pregunto, Eileen, ¿Qué mierda te sucede? ―Gritó.

―Nada. ―Respondí.

―Siempre es la misma mierda contigo, si te pregunto qué te sucede es porque quiero saber que te sucede y así poder hacer algo para que te sientas mejor, pero a ti te vale una mierda, ¿no es así?

―Sebastián está desaparecido.

Puso los ojos en blanco.

― ¿por eso estás preocupada? ―Cuestionó con tono de indiferencia. ―No te preocupes por eso.

― ¿para qué mierda quieres que te diga lo que me sucede si te importa una mierda?

― ¿Qué quieres que te diga? ―Dijo mientras pintaba algunas líneas en la madera.

―Si sólo vas a decir estupideces mejor no digas nada. ―Respondí.

―Creo que tu hermano ya es mayor y deberías de dejar de preocuparte por lo que le suceda, ¿no crees? lo más probable es que esté con el puto de su amigo Hugo en cualquier rincón consumiendo mierda hasta por las orejas. Sé que no te gusta aceptarlo, pero esa es la puta realidad. ―Se colocó el lápiz bicolor en la oreja y siguió con sus tareas.

Moví la cabeza negando, sabía que Sebastián ya era mayor, pero aun así me preocupaba por él, era mi única familia, era la única persona que sentía que de verdad me quería además de Evan, volví a marcar el número y otra vez no tuve éxito, llevaba más de dos días haciendo lo mismo y él sólo me ignoraba, me dejé caer en la cama mientras mantenía mi mirada en la nota de color rosa que Evan había dejado pegada en el espejo antes de salir por la mañana.

Llevé las manos hacia mi cara, miré mi móvil mientras intentaba entender en que momento y como había sido que me había quedado sin esas personas que llenaba amigos, dibujé pequeños círculos en mi vientre, mientras pensaba que cuando apareciera Sebastián, tenía que decirle que iba a ser tío.

― ¿te enfadaste? ―Cuestionó.

― ¿tú que crees?

―Lo siento, pero debes entender que no debes pasar toda tu vida preocupándote por los demás, sólo preocúpate por ti misma, cariño.

―Es mi hermano y es mi única familia, y tengo miedo de perderlo, cuando tenía quince años, lo encontré en la bañera, se había cortado las venas y si no hubiese llegado él hubiera muerto, tengo miedo de que un día decida ya no querer estar y decida dejarme, tengo miedo y tú lo único que dices es no te preocupes.

― ¿Qué mierda quieres que te diga?

―Nada, no quiero que me digas nada, vete a la mierda y déjame en paz.

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