Hürrem

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Desperte entre sabanas blancas de seda y un hombre a mi lado, me sentía bien, al menos en lo que cabe me sentía bien...
Me destape y quité el brazo del Sultan que estaba sobre mi y me deslice fuera de la cama, un pequeño color rojo estaba comprobando que mi pureza había sido exterminada de mi ser, lo tape inmediatamente. me puse un camisón color crema y me disponía a caminar hacia afuera pero una voz me detuvo.

—Alexandra que haces.—efectivamente Suleiman me estaba llamando.

—Majestad.—hice una reverencia corta y me aproxime a la cama devuelta, quizás quería echarme como a ayse.

—¿pediste el Desayuno? — Suleiman se había levantado ambiento tal parece.

—no Majestad, pensé que ya debía irme.

—¿no disfrutas mi compañia?—

—amo su compañía.

—entonces vuelve aquí mujer. — Alexandra volvió por completo a la cama y Suleiman volvió a besarla para repetir la acción de la noche anterior, le había gustado mucho. La había amado.

—madre sultana—Daye hizo una reverencia al entrar seguida del desayuno y los agas

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—madre sultana—Daye hizo una reverencia al entrar seguida del desayuno y los agas.

—daye, mi hijo paso la noche con esa Hatun ¿verdad?

—si madre Sultana.

—¿volvió al harem? —no mucho antes de que daye contestará gulsah entró corriendo a la
habitación de la Sultana madre. 

—madre Sultana, la Sultana mahidevran se siente mal.

—ese no es motivo para entrar así a mi habitación— gulsah bajo la cabeza en señal de vergüenza.

—¿llamó a la doctora?

—si daye hazlo.—la Sultana hafsa se levantó y acomodo su vestido.

—¿vendrá conmigo a ver a mi señora, Majestad?

—quizás... ¿Que le ocurrió?

—se desmayo.

—ya veo... —la Sultana hafsa fue caminando hacia la puerta y tocó para que abrieran, los aposentos de mahidevran estaban cerca del harem pero se tomaría su tiempo, después de todo sabía que la kadin ni tenía nada. Solo celos vacíos a una mujer insolente que no le llega a la alta educación que tuvo ella.
El séquito de criadas y gulsah se detuvo en una habitación y en tal habitación se encontraba la Sultana hatice.

—Buenos dias, madre.

—Buendía hatice. — la madre Sultana dio una calida sonrisa a su hija y se volvió hacia la doctora que examinaba a una muy mala mahidevran que ya estaba en cama

—mi Sultana, la kadin no tiene nada malo...

—el sentimiento de mareo y desmayo debe ser de algo, no me mienta.

Serpiente RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora