Inglaterra {3}

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(Foto- EE.UU. adolescente)

Parte

Tenía que hablar con él, quizás podría hacerlo cambiar de opinión.

Tenía muchísimo miedo de los Nazis, ya casi se consideraba algo irracional mi temor.
Pero bueno, quizás no es así.

- Hola Alemania - abrí la puerta de su cuarto cerrándola detrás mío - ¿Podemos hablar?.

- Te dije que tocarás - Alemania me reclamo.

- Escúchame hijo - suspire levantando las manos - Solo quiero hablar sobre la carta eso es todo.

- La carta no te incumbe, ¿okay? - bufó tirando su diario de lado - Busca algo mejor que hacer en lugar de molestarme.

Estaba muy harto de sus contestaciones, pero tenía que mantener la calma

- ¿Que es?, ¿Por que eres tan agresivo cada que las menciono? - levante un montón de papeles - ¿Eres un Nazi?.

- NO- yo - tartamudeo enojado - No lo soy.

- Entonces empieza a hablar - me cruce de brazos.

- NO VOY A HABLAR POR QUE NO TE IMPORTA - me gritó.

- A VER - levante la voz, haciendo que de dos pasos atrás - TU NO ME VAS A ESTAR HABLANDO ASÍ, YO TE HE DADO APOYO, ABOGADOS, COMIDA Y UN TECHO, lo mínimo que pido, son respuestas.

Se quedó en silencio unos minutos, mirando el suelo y luego hacia mi

- Hay un tren cargado de Nazis que estoy intentando salvar - suspiro derrotado.

- ¿Estás intentando salvar a unos asesinos? - pregunte sin creérmelo.

- Son mi gente, son alemanes - me replicó.

- Si Alemania, lo son, igual son unos genocidas, deberían de estar detrás de rejas - me jale el cabello - Todavía nos falta un juicio y esto no ayudará a tu caso.

- Entonces no digas nada - se alejo de mi para ir a la puerta.

Le tome la mano, jalándolo de regreso.
La mirada que me puso fue un combinación de muchos sentimientos, de confusión, intriga y enojo a la vez.

- Tienes que entregarlos - le ordene - Si lo haces quizás te ayuden, no te meterán a la cárcel, pensaban cortarte la cabeza.

- ¿Y a ti por que te importa tanto mi cabeza? - tartamudeo - Déjame morir y ya está como si fuera a afectarte.

- No se por que me importas, pero somos iguales, el gobierno quiere hacerte la vida imposible como pueda y tengo que evitar eso, nos odian Ale - le apreté la mano - No les des más razones para odiarte.

Me miro de pies a cabeza, su cara poco a poco afligiéndose.

Entendió lo que trataba de decir, pero era más duro que una piedra y tenía que poco a poco ablandarlo.
Era la única manera de ayudarlo.

Lo dejé ir lentamente, pero parecía como si no quisiera soltarse de mi mano

- Prométeme, que me ayudaras - me susurro.

- Te lo prometo - respondí sin pensarlo dos veces.

Parte

Todo el día estuve trabajando como perro.

Los reyes me traían de las orejas por estar tomando tiempos libres. Casi nunca podía hacer las cosas que me gustaban, siempre era estar de ahí para allá, mientras los royals se la pasaban todos los días sentados sin hacer nada.

Representantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora