Australia

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Llevábamos cinco horas de camino, aun nos faltaban cuatro más para llegar a la ciudad más cercana.

Los koalas se habían quedado dormidos, pero yo no podía dormir pensando en todo lo que había pasado en el tren.

Algo en Alemania no me daba buena espina;
Como tumbó a todos esos nazis, que aunque son malos, son su gente, antes los defendía y ahora los golpeaba como sacos de boxeo.
O como amenazo a ese hombre pata obtener la camioneta...
Algo había cambiado en él.

- Y Dime Australia - Alemania bajo la radio - ¿Te gusta el alcohol?.

- Un poquito pero depende mucho del ambiente - mire sus enormes manos colocarlas en el respaldo de mi asiento.

- Me voy a detener a comprar un poco, estoy harto de estar manejando - se detuvo cerca de una licorera - Quédate aquí, duérmete si gustas.

- La segunda opción suena bien - susurre acomodándome en el asiento con los koalas en la bolsa de enfrente de mi suéter.

Cerró la puerta, entrando a la licoreria.

Nunca pensé estar en un viaje con él, esperaba quizás tener uno con Estados Unidos para volver a ser hermanos cercanos pero no me quería cerca.

Cerré los ojos, quizás podía tomar un descanso.
El golpeteo en la ventana a lado mío me hizo saltar, viendo dos figuras afuera.

Un chico que parecía de veinte, demacrado y delgado, acompañado de un chico gordo con cara de malo, parecían sacados de una película de preparatoria.

- ¿Puedo... ayudarles? - baje un poco la ventana.

- ¿Tienes dinero? - me gritó el flaco - Queremos unas cervezas.

- No lo siento, mi compañero quizás tiene.

- Tienes una voz muy femenina, ¿ERES UNA TRAVESTI? - el gordo gritó por el pequeño hueco de la ventana.

- Eh, no.

- Eres una mentirosa - me ladró el flaco - Eres mujer y si tienes dinero en la bolsa de la chamarra.

Apuntaron al suéter donde estaban los koalas

- Ya les dije que no tengo nada, lárguense - les grite.

- Ay va a llorar La Niña - el gordo se burló.

- No soy mujer - dije harto.

- ¿Enserio?, entonces bájate del coche y muéstranos tu pito - se carcajearon entre ellos.

- La tendría más grande que ustedes - cerré la ventana girándome para ver la entrada de la licoreria e ignorarlos.

Como odiaba a los jóvenes, eran tan irrespetuosos y prepotentes, no pueden aceptar un no como respuesta.

- ABRE LA PUTA VENTANA - ambos golpearon la ventana como animales.

Los koalas empezaron a chillar, seguro se sentían amenazados. Los saque de mis bolsillos colocándolos en el asiento de atrás.

Me baje de la camioneta de mala gana, cerrando la puerta detrás mío.

- Ya dejen de molestarme - los apunte - Tengo un amigo ahí dentro con el que no se querrán meter.

- Ya me lo imagino, seguro es una mujer obesa con pelo en las axilas - se burló el flaco - Igual de rarita que tu, niñita.

- Soy más grande que ustedes - mire de regreso a la licoreria - Mi amigo saldrá y se harán pipí en sus pantalones.

- Solo danos el dinero - el gordo saco una navaja y apunto hacia mi.

- Ya les dije que no tengo.

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