México

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- ¿Puedes cuidarlos verdad? - Le pregunté a mi mamá mientras subía las maletas a un coche para irme al aeropuerto.

- Si claro, ya están grandes no será mucho problema - me tranquilizo - Tu has lo que tengas que hacer.

Esparta y Sofi se despidieron dándome un abrazo apretado, luego me subí al coche y fui a mi destino.

Por mucho tiempo tenía planeado visitar a una vieja amiga, pero nunca se me había dado la oportunidad.

Ahora que Rusia no estaba y Azteca no estaba por ahí peleando tenía que aprovechar.

Volé por 10 horas, más de lo que hubiera deseado, bajándome con una resaca terrible del avión.
Quedamos en vernos en una cafetería cerca de su casa, y al parecer era muy local por que todo el mundo sabía de cual hablaba.

Me quede parado afuera del lugar, mirando mi celular por algún mensaje de ella.

- México - su voz me hablo a unos metros de mi.

Portugal se acercó con las manos en los bolsillos de su suetercito tejido, con el cabello corto y sus ojos grandes como los de un ciervo.

- Hola - sonreí, levantando mis brazos para abrazarla.

Le llevaba una cabeza, así que me tuve que agachar y ella ponerse de puntillas, hasta que sus pies se cansaron y yo me tuve que agachar aún más.

- Te ves... viejo - me puso las manos en la cara.

- Bueno, yo no puedo decir lo mismo de ti - me burlé.

- Me lo dicen seguido - me tocó el bigote - Te queda bien, pareces Dalí.

- Yo prefiero decir que parezco Pancho Villa - me jugué el bigote con el dedo.

Solté una risa rasposa, que ella continuó con una risa más femenina.

Caminamos de regreso a su casa, hablando de lo bien que nos había ido, y todo lo que habíamos hecho desde la ultima vez que nos vimos.

- Si vi todos los disturbios que hiciste por noticias internacionales - abrió la puerta de su departamento - Vaya show organizaste.

Sonreí incómodo, recordando ese trágico momento con claridad.

- Mamá, ¿donde están las pizzitas? - Brazil salió de su cuarto, deteniéndose enfrente mío confundido - Eh... hola.

- Brazil, ¿ya lo conoces no? - Portugal apuntó hacia mi.

- Si... claro - él asintió - ¿Qué onda hermano?.

Le hice un saludo con puñito; yo se que Brazil no es mucho de contacto, se nota cuando vamos a las juntas de ONU, nunca se acerca a nadie, aunque destaca mucho por su altura.

- Voy a pedir de cenar - Portugal gritó, entrando a la cocina, dejándonos solos.

- Y entonces - mire a Brazil - ¿Que has hecho?.

- Cuidar a Mamá - se encogió de hombros - Y viajar de vez en cuando.

- Oooh, disfrutando la juventud - suspire tomándome la barriga - Me siento muy viejo.

- Bueno... si lo eres con tanta cana - me tocó el cabello.

Pase una mano por mi cabello que ya me llegaba al hombro, ver el cabello rizado de Brazil me daban ganas de meter mis manos y sacudirlo.

Él soltó un suspiro, agachando su cabeza como si me leyera la mente. Sonreí, acariciando si cabello y sacudiéndolo con emoción.

- Los niños del parque de skate lo hacen seguido - puso las manos en sus caderas - Se les nota en la cara cuando quieren hacerlo.

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