FBI (2)

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Iba a seguir en Noruega un rato para seguir los pasos del chico, pero lamentablemente Estados Unidos me llamo para completar mi servicio militar.

Nos dividían por grupos: defensa, armas y ataque.

Yo estaba en defensa, por el bien de mis compañeros. Suelo dejarme llevar por los entrenamientos hasta el punto de que siento que estoy en un campo de guerra.
Hasta que no sepa controlar ese impulso, no me dejan estar en ataque.

120...121...122...123
Contaba en mi mente las lagartijas que llevaba, sudando y bufando mientras intentaba llegar a 130.

- Madres que macizo compañero - uno de mis compatriotas, Antonio, se acercó dándome un golpe en el lado .

- Ya con el abdomen que tienes rayas cualquier queso - Emiliano se carcajeo, sentándose en su cama para observarme - ¿Cuántos llevas?.

- 135 - bufé.

- Dale tu puedes - me echo porras Antonio.

- Hola bola de idiotas - Carlos se acercó, subiéndose a mi espalda - Más peso más peso.

Continué con él encima, sólo necesitaba controlar mi respiración para poder hacerlo.

- Verga wey si estás muy cabron - Emiliano se tiro al suelo a mi lado, moviendo las piernas como niña.

- Pero no lo suficiente - Carlos se acosto en mi espalda - Peso muerto.

Odiaba el peso muerto, más que nada por que luego se venían mas a acostar encima mío hasta que ya no podía sostenerlos.

200...201...202

- YA TAMBIEN QUIERO - Antonio corrió hacia nosotros, acostándose en la espalda de Carlos.

Bufé más, sabia que si bajaba me iba a quedar abajo.

- Vamos tu puedes - Emiliano me echo porras - Aposté mi dinero de la comida por ti.

Baje lentamente, subiendo rápido y tumbando a los dos idiotas de golpe.

- AHUEVO ME LA PELARON LOS DOS - Emiliano saltó emocionado - ESTE CABRON NO FALLA.

- Véte a la verga pendejo - Carlos le bufó, dándole cincuenta dólares.

- Eso putita, denme todo - saco la lengua festejando.

Ya cuando reclamo sus cien dólares, se acercó a mi y me dio cuarenta.

- Quédatelo - susurre devolviéndole el dinero - No lo necesito.

- Como gustes - se encogió de hombros.

Los tres se sentaron, apostando por cuantas personas podría poner en mi espalda la
Próxima vez.

- Eh... Chicos - me rasque la cabeza - Necesito un consejo.

- Somos los peores dándolos pero cuéntanos - Antonio se acostó con las manos en la cabeza.

- Hay... hay esta... persona - murmullé rascándome el brazo incómodo.

Los tres saltaron como resortes acercándose a mi

- ¡NO ME JODAS NO ME JODAS! - gritaron como si estuvieran en un partido de americano.

- Si.... Es... - me la pensé - Es una chica pero no se como acercarme a ella.

- Ay papi - me pego en el pecho Emiliano - Con esos bíceps quien no se te tira encima.

- Ese es el problema - me cruce de brazos.

- ¿Es mamona fresa? - Carlos pregunto.

- Mamon- Mamona - me corregí - No creo sinceramente, lo único que se es que trabaja para la OMS, hace servicio comunitario en un orfanato y es muy dedicada.

Los tres musitaron un "aaaa" como si hubieran entendido mi problema.

- Ya se qué pasa - Antonio se trono los dedos - Son de esas mujeres que se enfocan más en su vida que se olvidan de sus prospectos, ósea son tan perfectas que no le hacen caso a nadie y se consideran mamonas.

- Ay no esas son las peores se creen jefas - Emiliano hizo una cara de asco - Te conviertes en el mandilón, a mi me gustan las que me hacen de cenar después de un día largo y cuidan a los niños.

- Eso es... completamente irrelevante - me sobe la frente.

- Es verdad, estamos intentando ayudarlo - Antonio le dio zapes a los dos.

- El problema es que no se como llamar su atención -  trague saliva nervioso - Y siento una obsesión por ella, ¿es normal?.

- Super normal - Carlos me dio un golpecito - Yo estoy obsesionado con mi esposa, hasta la observo o dormir a veces por lo bella que es.

- Seguro la tuviste que seguir y obligarla a casarse contigo - Antonio se burló junto con Emiliano.

- Cállense pinchés virgenes, ustedes no consiguen ni un culo aunque se vayan al puticlub - Les gruño dándoles golpes en el pecho.

- Yo si tengo novia - Emiliano dijo con mucho orgullo.

- Tu tío no cuenta como novia - Antonio se volvió a burlar.

- Callate cabron - Emiliano le metió un zape.

- ¿Y como le hiciste para que te quisiera? - pregunte viendo a Antonio sobarse la cabeza.

- La seguía a todos lados, me hacía al misterioso y frío, a ella le gustaba eso - se acercó a mi - A las hembras les encanta hacerse las difíciles y que las sigan, se hacen a las tontitas hasta que dejas de seguirlas y piensan que perdiste interés, ahí es cuando las atrapas.

- Ya veo... - asentí.

- También les gusta que las agarres por detrás de sorpresa - Carlos hablo.

- Y más cuando tienes una camioneta blanca con la palabra "dulces gratis" a los costados - Antonio dijo con sarcasmo.

- Si entendí eso - trone los dedos - Por... por los secuestros.

Los tres suspiraron sonriendo, dándome palmadas en el hombro.

- Solo se tu mismo - Antonio me aconsejo.

- A VER MARIQUITAS - Nuestro general hablo - PÓNGANSE A CORRER PARA VER SI SE LES QUITA LA FLOJERA BOLA DE INÚTILES.

- Ay que agresividad - Carlos bufó, saliendo Del cuarto.

Me puse mis botas, saliendo a correr junto con los demás.
Gracias a mi genética, no me canso tan rapido mientras corro y a veces lo hago más rápido que los demás.

- TOMA - CIA me dio un zape mientras corría, yéndose entre risas.

Pero no tan rápido que ella.

Hicimos carreras por toda la pista, pasando diez veces a lado de los compatriotas que ya habían sacado las apuestas a ver quién ganaba.

Obviamente CIA ganó.

- Eso estuvo bueno - Se trono el cuello mientras se estiraba.

- Es por tus piernas son muy largas - las apunte - Tienes ventaja.

- Sigues siendo más alto que yo - se paró a mi lado.

- Si pero...

- Ya no busques pretextos, estás muy tronco y listo - sacudió su mano.

No se me había ocurrido que ella era mujer, quizás sabía que le gustaba a... bueno Noruega no era una chica pero parecía.

- Oye CIA - la llame - ¿Como hago para que alguien se interese en mi?.

- ¿Te gusta alguien? - pregunto sorprendida - ¿Quien?.

- Eh.... Eh... alguien - sacudí la cabeza - Solo responde la pregunta.

- Con detalles... llévale flores, cartas, chocolates.

- Okay - asentí - Entendido.

- Estás muy frío en ese tema, llévala con calma.

- Si... lo intentaré.

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