- No ha regresado Romano - Esparta susurro mientras pintaba un cuadro en su balcón.
- Que bien, mejor para mi, espero se hunda al fondo del océano y se muera - me senté en una silla observándolo.
- Para ser de México, eres muy agresiva - levantó las cejas.
- ¿Que tiene eso de malo?.
- Eres una dama, pero podrías ser una gladiadora - limpió el pincel en un trapo.
- Yo quiero ser una guerrera - me quite la corona pesada de mi cabeza.
- Sabes pelear, lo vi en el coliseo - le dio unas pinceladas al cuadro - Para serte franco, me diste un poco de miedo.
- ¿De verdad? - sonreí - Si tú me diste miedo a mi con esos ojos de asesino.
- Cuando Romano me dijo que tendría una hermana, esperaba una mujer muy delicada y filosófica - me apuntó con el pincel - Y me encontré con una mujer que ruge a Leones hambrientos y le intente clavar un cuchillo a un hombre en armadura... no se que da mas miedo de ambos.
Solté una risita, cubriéndome la boca y arrugando un poco la nariz
- Tienes razón... mi papá me enseñó a tener coraje a pesar de los nervios, es la única manera de sobrevivir en este mundo.... Y más siendo una humana - suspiré pensando en mi mortalidad.
- Para ser una mortal, actúas como... - se quedó viendo el cuadro pensativo.
- Un representante - susurre - Lo se, lo tengo en mente todo el tiempo.
Se levantó de su asiento, viendo el atardecer mientras las mujeres pasaban con fuego, encendiendo las luces de la terraza.
- Te quiero invitar a bailar - me miro.
Levante la cara confundida
- ¿Bailar... contigo? - sonreí nerviosa,
- Si... quiero bailar contigo - puso la palma de su mano al frente.
La tome con timidez, levantándome de mi silla y acomodándome el vestido que se había arrugado.
- No soy buena bailando, digo solo una vez en mis quinces baile pero ya después de eso no volví a practicar sola - con la mano derecha tome su mano y con la izquierda la apoye en su hombro.
- ¿Que son quinces? - puso su mano en mi espalda.
- Tradición mexicana... cuando una niña cumple quince años lo celebran en grande - sonreí pensando en mi fiesta.
- Tiene sentido - miro mis sandalias - Súbete a mis pies.
Me las quite para no lastimarlo, subiendo a sus pies suavemente.
- Solo déjate llevar, yo te guío - me sacudió las manos para que no estuviera tensa.
Cerré los ojos, relajándome lentamente. Esparta se paseó por el cuarto, dando pasos al frente y atrás, dando vueltas y saltos como si fuera una pluma.
Me baje de sus pies, dándole una vuelta a lo que él se carcajeó, dándome a mi una.
Si, es una creación de Romano, debería de odiarlo por eso, pero no era capaz. Había algo en él que no tenía la misma vena que ese hombre, quizás su mente se quedó atascada en su época. Pero su risita nerviosa y sus ojos calmados me hacían sentir segura, a pesar de verse muy gruñón.
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Representantes
AventuraDespués de todo lo sucedido en los primeros tres libros, este tomará lugar en diferentes momentos y lugares, contando las historias de los países desde su punto de vista.