Emmanuel

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Recibí una llamada urgente de Colombia a la una de la mañana, pidiéndome que fuera a su casa.
Me asustó tanto que me levanté a la cama rápidamente, colocándome los pantalones y una camiseta que vi tirada y me despedí de mi esposa con un beso.

Trabajar con Colombia es sinceramente lo mismo que está en el purgatorio, no es bueno ni malo pero no te quieres quedar ahí para siempre.

Tenía miedo dejar mi esposa sola, pero ella lo entendió y me dijo que estaba bien porque era de trabajo, así que me fui con el Jesús en la boca pero esperando que mi suerte me salvará hoy.

Entré a la casa a las dos, viendo todo bastante arreglado, No parecía que hubiera pasado una tragedia ahí como Colombia me dijo.

- ¡Colombia! - le grité, mi voz haciendo eco por todo el lugar.

- Ay que bueno que ya llegaste, si te tardabas un minuto más no te hubiera esperado - salió de un cuarto, con un atuendo de yoga, unos cristales en la mano y un tapete de yoga.

Me quedé atónito viéndola, considerando todas mis opciones.

- ¿Que haces? - tartamudee.

- Voy a recargar mis cuarzos con la luz de la luna - me sonrió - Y no lo quiero hacer sola, así que vamos.

Salió por la puerta de cristal hacia el jardín, la seguí confundido aunque igual muy enojado.

- Me dijiste que había pasado algo terrible - la miré colocando el tapete de yoga y enfrente los cristales.

- Sí, es que se me olvidó recargar mis cuartos para el viaje - se sentó en el tapete.

- ¿En serio me hiciste salir a la una de la mañana para esto? - pregunte sin creerlo - Deje a mi esposa sola en la casa.

- ¿Tienes esposa?... pobrecita - Musitó mientras tomaba un cuarzo en la palma de su mano y cerraba los ojos.

- Si, y está embarazada no puedo dejarla sola - le reclame.

- Emmanuel, si vas a trabajar conmigo esta es tu prueba de fuego - hablo sin abrir los ojos, enfocada en lo que sea que hacía con su mano - Tienes que aprender que las cosas se hacen a mi manera.

- Si ya me di cuenta - me cruce de brazos.

- Así que siéntate - apuntó a su lado.

- Mira Colombia - gruñí - Sé que extrañas mucho tu novio, pero yo no soy tu perro para que me estés diciendo que hacer.

- Te estoy pagando - apuntó otra vez a su lado con más firmeza.

Giré los ojos con mucha pereza, hincándome enfrente de ella.

- ¿Tu crees en las energías? - me miro poniendo el cuarzo en agua.

- Yo creo en Dios.

- Ay que aburrido - soplo un poco de su cabello fuera de su cara - me recuerdas a España y Vaticano, súper besties.

- Espera, ¿hay un representante para el Vaticano? - fruncí el ceño.

- Claro que si, es un viejo igual que ONU, aburrido y sin chiste - se encogió de hombros.

- ¿También hay un representante de ONU? - me rasque la barbilla.

- Si - se giró a verme como si fuera idiota - Wow no te enseñaron nada en la escuela.

- No.... No de ustedes, sólo lo básico, que existen y molestan nada más, ¿además quien crea a esas cosas?.

- Estados Unidos.

- Oh... wow crea vida humana inmortal... me pregunto por que no ha hecho la cura contra el cancer - me cruce de brazos.

Se volvió a encoger de hombros, tomando otro cuarzo y colocándolo en la palma de su mano.

- ¿Y como conociste a tu esposa? - sonrió engreída.

- La conocí en la prepa, es muy hermosa, y muy lista y compasiva conmigo - de solo acordarme de ella en la prepa me acordaba de la razón por la cual me casé con ella.

- ¿Más hermosa que yo?.

- Si... por mucho - giré los ojos, como si fuera a decirle que era más guapa que mi esposa.

- Se supone que me tienes que decir que soy la más guapa.

- No me pagas para eso, además yo amo a mi esposa - me senté, ya cansado de estar hincado - ¿Ves?, sólo molestan.

- Eso no es verdad, los hemos salvado de muchas cosas - me reclamo.

- Dijo La Vengadora - me reí de mi chiste malo - ¿Tienes telarañas o un corazón robótico?.

- Cállate tarado - me pegó en el hombro.

Digo era divertido burlarme de ella, por eso no se sentía tanto como estar en el infierno. Pero me sorprendía lo desconectada que estaba de la realidad.

- ¿Y que harás con eso? - apunté a los cuartos - ¿si sabes que no vamos a llevar muchas maletas?.

- No seas tonto no lo voy a llevar en mochilas - tomo los cuarzos del agua, colocándolos en su brazier.

- Santa María purísima - me cubrí los ojos.

- Ay como si nunca hubieras visto tetas antes - se burló.

- Sí, pero no tenía ganas de ver las tuyas - me levante yendo a la salida - Voy a necesitar un psicólogo después de esto.

- Hey ¿a donde vas? - se levantó.

- A mi casa con mi esposa, que la deje sola, como ya te dije.

- Eres muy aburrido, todavía falta la limpieza con incienso para tener suerte en esta misión - me gritó.

- ¡BUENAS NOCHES! - le grite de regreso.

Me subí a mi coche, cansado más no poder, manejando a mi casa con los párpados pesados.
Ésa mujer me hacía perder el tiempo cómo si tuviera de sobra.

En cuanto llegue, me acosté a su lado fulminado, sentía que mi cama era el cielo.

- ¿Que pasó amor? - me susurro Julieta.

- Nada nada... ya sabes lo de siempre - me cubrí los ojos - Esta loca.

- Tenle paciencia - Me abrazo de lado.

- Me encantaría tener tu carácter en estos momentos - bostecé.

- Solo piensa como yo cuando estes con ella, tú eres bueno en eso.

La abrace, pensando en mi hijo, ojalá con el dinero de esta misión pueda darle una buena vida a él, y no morir en el intento.

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