Imperio Español

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Quizás muchos me conozcan por los libros de historia, que se dedicaron a hablar de mi como un hombre frío y sádico, sin corazón.

Pero Madre no pensaba eso de mi.

Soy una de las estrellas de Madre con una pizca de Padre.
Por eso soy tan serio, o bueno, eso quiero pensar.

Pero al contrario de otras estrellas, yo no deje que los humanos me pisaran y me trataran como un plebeyo o un sirviente más.
Yo me posicione en el trono, junto con Fernando e Isabel, que aunque yo no sentía nada por ellos, ellos me veían como un hijo, aunque fuera más grande en edad.

Isabel me enseñó a tratar con los humanos de una manera natural y no como un tirano, y Fernando me enseñó a ser correcto con otras personas de mi nivel.

Pero esta historia no se trata de cómo fui el mejor rey en mi momento.

Esta es la historia de como una mujer ablando mi corazón hasta el punto de hacer que mis piernas temblaran.

Fue en 1481, todavía no estaban en el trono Fernando e Isabel, era sólo yo, con España, que salió veinte años antes de estos sucesos.

Fuimos a hablar con el rey de ese entonces Juan el Príncipe Perfecto, que de Perfecto sólo tenía que era un Perfecto idiota.

Era tonto a mas no poder, pero era más fácil de manipular y proponer ideas para que mi imperio fuera más rico.

Ese día, en el que conocí a esa mujer, acabábamos de llegar a Portugal, pero por razones sin sentido, Juan no podía hablar con nosotros, así que decidimos ir a la costa para ver la playa.

- ¿Que piensas al respecto? - España se apoyó de un tronco.

- Demasiado calor, pero es lindo - me senté a su lado colocando mi corona en el tronco.

Todavía no habían puesto un puerto en esa costa, así que había manglares que nos cubrían del sol mientras remojábamos los pies en el mar para refrescarnos.

- ¿Cual es tu plan? - España se mojó el cabello mientras me veía.

- Establecer lazos, quizás proponer ideas que me beneficien a mi - me estire - Ya sabes, lo de siempre.

- Eres muy astuto - España miro a mi lado donde estaba la corona, soltando un grito de miedo mientras la apuntaba.

Me giré viendo como la corona volaba hacia la copa de los árboles como si levitara. De golpe me levante viendo hacia arriba

- ¡HEY LADRÓN, DEVUELVE ESO! - grite - ¡SE QUE ESTAS AHÍ ARRIBA!.

Vi unos pies apoyarse de una rama cercana, una chica de aspecto sucio se asomó con mi corona en la cabeza.

- ¿Quien yo? - me sonrió la muy cínica.

- ¡¿A quien más le hablaría, ladrona?! - gruñí - Baja o te bajaré y no te va a gustar.

- Quiero verte intentarlo - subió de nuevo hasta la copa del árbol riendo,

- ¿Quien es esa? - España se asomó.

- Una ladrona - me acomode el cinturón, sacando mi cuchillo y quitándome mi saco para moverme más - Sostén eso, iré tras ella.

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