Antartico

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Siempre fui el líder de los océanos, era mi trabajo cuidarlos, buscar lo mejor para ellos y mantenerlos en orden.

Con los representantes haciendo de las suyas en la tierra, no podía permitir que el mal se expandiera hacia nosotros.

Pero lo que más me importaba era mi familia.
Salve a pacifico de unos piratas que la tenían como su sirvienta sexual; a índico la cuide por mucho tiempo de los pescadores que la cazaban pensando que era una sirena; Ártico hacia lo que podía huyendo de los cazadores y a Atlántico sinceramente nadie lo molestaba.

Yo haría cualquier cosa por ellos y mataría a quien se interpusiera en intentar dañarlos, siendo humanos o representantes.

Y un buen día llegó él.

Artico lo trajo a la casa sin mi permiso, tratándolo como un perro abandonado que quería adoptar.
A mi me desagradaba su olor, apestaba a tierra.
Podía olerlo por toda la casa, era nauseabundo, daban ganas de vomitar.

- Vamos Antártico no seas malo - Ártico me reclamo - Pobrecito lo encontré encadenado en el fondo Del Mar, hay que quedárnoslo.

- Por supuesto que no - gruñí.

Pacifico interfirió, dándome una y mil razones para quedárnoslo.
Yo no se que le veían al tipo, tenía los ojos caidos, era feo de apariencia y vestía con pensaras sin color, sólo blanco y negro.

Pero bueno, después de mucha insistencia accedí a que se quedara, no sin antes establecer quién mandaba en la casa.
No tardo mucho en él demostrarme que podía ser dominante, levantándome la voz y mirándome a los ojos por mucho tiempo, esperando a que yo apartara la mirada. Tardábamos horas viéndonos hasta que alguien de la casa nos distraía.

Era odioso, no podía estar en el mismo cuarto que él, y me daba un poco de celos ver como los chicos lo querían más que a mi.

- Oye Antártico, ¿podrías ir a buscar algo de oro al fondo Del Mar? - Atlántico me pasó una bolsa - Me quede sin dinero para poder comprar alimentos.

- Bien - susurre.

- Llévate a Interpol - Atlántico sonrió, sabiendo que me enojaría de solo pensarlo.

- ¿Por que quieren que me lo lleve a todos lados? - pregunte, no era la primera vez que me pedían llevarme a ese tipo a mis viajes.

- Queremos que te lleves bien con él, es definitivo que se va a quedar.

- No no es definitivo, por que yo lo niego - vocifere.

- No es tan malo como tú crees - me dio una palmada en la espalda - Interpol ve con Antártico, ayúdalo.

- Okay con gusto - Interpol se levantó del sofá donde armaba un rompecabezas con Índico, siguiéndome como perro faldero hasta la lancha.

El silencio en esta era frío e incomodo, no quería tener una conversación pero al mismo tiempo hubiera deseado traer algo en donde escuchar música.

Y como siempre él me estaba viendo, intensamente. Como lo odiaba cuando sentía su mirada encima mío, tenía ganas de apuñalarlo hasta que dejara de verme.

- ¿Se te perdió algo? - me giré viéndolo con asco.

- No... me da mucha risa cuando te enojas eso es todo - me sonrió engreído.

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