Venezuela (2)

1.9K 308 764
                                    

Al día siguiente me desperté con un dolor de cabeza insoportable por el ruido del desayuno preparándose.

- Calla eso - grite cubriéndome los oídos - Me quiero morir.

- No decías eso ayer - escuché la voz de mi secuestrador acercarse a mi.

Se hincó enfrente mío, levantándome la camiseta y checando la herida

- Sabes no te cuesta nada preguntar, me siento violado - murmullé viendo sus manos pasar por mi estómago.

- En la cárcel te harían cosas peores - levantó la mirada hacia mis ojos - ¿Prefieres eso o yo?.

- No pues tócame soy tu puta - levante los brazos suspirando.

Soltó un bufido entre risas, checando la piel debajo de las grapas.

- Ya cicatrizó, te las quito - levantó un utensilio quirúrgico.

- NO NO ESPERA ESPERA - me quise alejar de él asustado.

- Ya se que duele, pero será rápido, lo prometo - puso las manos en mi camiseta - ¿Puedo?.

- Ahora si pides permiso - me cubrí los ojos - Ya bueno has lo que quieras.

Me arranco la prenda de la ropa como si fuera mantel en mesa, haciendo que me eche hacia atrás nervioso

- Mamahuevo tampoco soy prostituta ya se que dije que si era tu puta pero te lo tomaste muy enserio - me levante del sofá alejándome de él.

- VEN AQUÍ - me gritó, intentando abalanzarse encima mío.

- ¿QUE EN IRAQ NO HAY MODALES O MORAL BÁSICA? - di la vuelta a la mesa teniendo una distancia razonable de él - ¿ME QUIERES SACAR LAS GRAPAS O UN ÓRGANO?.

Aventó un florero hacia mi, rompiéndose en la pared a mi lado.

- ¿QUE CON TUS PROBLEMAS DE ENOJO? - le grite - YO IGUAL PUEDO LANZAR COSAS.

Levante un florero del otro lado apartando la vista de él. Cuando me giré para lanzarlo, lo tenía enfrente mío tomándome los hombros y tirándome al suelo.
Se sentó en mis piernas para que no me moviera, agarrando mis manos que intentaban rasguñarle la cara para alejarlo,

- Okay okay okay ya ya ya me rindo - tartamudee - Solo no lo hagas fuerte tengo miedo.

- No temas... seré gentil - susurro.

- AY ESO SONÓ DE PELÍCULA PORNO - grite - ¡AYUDAAAAAAA! ME QUIERE VIOLAR UN ARABE.

- Exagerado - murmullo, sacando una grapa mientras gritaba.

Solté un gallo, siguiéndole un grito desgarrador, que tuvo que apartarse para cubrirse las orejas.

- HIJUEPUTA ME DOLIO - chille cubriéndome la herida.

- Necesito que respires y dejes de gritar - intentó calmarme.

Respire hondo, intentando no entrar en pánico mientras las pinzas se acercaban a la siguiente grapa.

Cuando la saco, solté otro grito, a lo que él respondió colocando su mano en mi boca para que la mordiera como si fuera un calcetín.
Le mordí lo más fuerte que pude mientras sacaba el restante de grapas.

Cuando termino, aventó las pinzas de lado y se aparto tomando su mano que no paraba de sangrar.

- Wow me siento mucho mejor - me limpie la sangre de mi boca - Gracias Doc.

Me senté para verlo, haciendo contacto visual con sus ojos asesinos, seguro quería matarme por lo de su mano.

- Perdón por eso - sonreí nervioso - Suelo ser muy gallina con esas cosas.

- Ahora trágate mi sangre - me gruño.

- ¡¿QUE?! - se me salió un gallo.

Se abalanzó encima mío de nuevo, poniendo su mano en mi boca

- ¡¿ME MUERDES Y LUEGO ME DAS LAS GRACIAS?! - me gritó enojado - ¡SUFRE!.

- ¿¡QUE TE PASA?! - intente zafarme - ¡SUÉLTAME RARITO!.

- Señor Iraq ya llegó la orden de ambulancias que pediste - su Secretaria entro al departamento, mirándonos con incomodidad en el suelo - ¿Interrumpo algo Señor?.

- No para nada - se levantó, acercándose a la puerta - Muchas gracias linda, ahorita iré a checarlo.

Cerró la puerta, viéndome de reojo en el suelo

- Báñate, ponte ropa y cuando estes listo, verme en el restaurante que te lleve el chofer - se puso un saco de vestir.

- ¿¡AHORA ME INVITAS A COMER?!.

- Si - salió del departamento cerrando la puerta detrás suyo.

Suspiré, levantándome del suelo y yendo a bañarme.
El agua caliente tardó años en salir, pero se sentía delicioso en mi cuerpo moribundo por las drogas.
Me bañe con un shampoo muy elegante que hasta olía a oro... no se a que huele El Oro pero si supiera olería a este shampoo.
Me senté en el suelo del baño con una bata calientita y suavecita, esperando a secarme.

Luego abrí el closet del hombre, sacando una camiseta blanca que me quedaba de pijama y unos pantalones de vestir que me quedaban increíblemente grandes, pero con un cinturón se arregló el asunto.

Abrí la puerta del departamento, que ahora se que es un pent house, viendo una vista espectacular a la ciudad; se veía hermosa, fuera de este mundo, había desierto obviamente pero junto con las palmeras y el verde de la ciudad parecía un paraíso.

Baje el elevador hasta el garage, cuando llegue hasta abajo el chofer me esperaba en una camioneta.

- Súbase - me abrió la puerta.

¿Este hombre es millonario o que?.

No me quedo de otra que subirme y que me pasearan hasta el otro lado de la ciudad hasta un restaurante muy elegante.

- ¿Que clase de combinación de ropa extraña te pusiste? - apunto a mi outfit desde la mesa VIP donde me esperaba.

- Es mi estilo original semi formal con ropa robada de mi secuestrador - me senté mientras me servían una copa de champagne.

- Interesante - me dio el avionazo.

- Me sorprende que no me dijeras que me pusiera una burka o algo - solté un chistorete.

- Sigue hablando y lo haré - me amenazo.

- Wow... que agradable muchas gracias - me levante - ¿Sabes donde hay un teléfono?.

- Afuera de los baños hay uno público - se pasó la mano en el cabello.

Me alejé hasta los baños, tomando el teléfono de la pared y marcando el número de Ecuador.
Tardó un ratito en responder, pero cuando respondió hasta me alegré de escuchar su voz

- Dios Ecuador que bueno que me respondes - sonreí al teléfono.

- Venezuela desapareciste, ¿que te sucedió?.

- Nada nada, negocios - mire a la mesa con Iraq viéndome fijamente como si fuera su presa - ¿Oye sigue a pie eso de que iré a pasar navidad contigo?.

- Chin... Vene perdón... ya tengo muchas visitas y no cabes - suspiro avergonzado - ¿Puede ser el próximo año?.

- Si... si claro - respondí bajoneado - No hay problema.

- Espero estes bien amigo, de verdad perdón - musitó.

- Si no pasa nada... adiós - colgué, regresándome a mi mesa triste.

- ¿Por que la cara? - me pregunto cortando la langosta.

- Que te importa - susurre comiéndome los camarones con la mano.

"Ahora si.. mi navidad se arruinó" pensé triste.
Nada podía ir peor.

Representantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora