Perú

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Sentí el pasto frotar contra mi piel mientras dormía.

Me encantaba estar entre las alpacas mientras descansaba y más por que estaba lejos de la ciudad, del ruido, de la gente y más que nada lejos de todo aquello irreconocible para mi.

Escalar era mi pasión, escalaba diario montañas y cuando llegaba a la cima, me acostaba un rato a observar el panorama.

Una alpaca se acercó a mi, bajando su cabeza para tocar mi frente

- ¿Qué pasa? - le acaricie su cuello peludito y suavecito.

Me levante con ayuda de su cuello, viendo abajo a lo que quedaba de una civilización perdida.

Me acuerdo cuando mi papá y yo trepábamos los montes, bueno, él trepaba y yo me colgaba de su espalda.

Él era aventurero y un muy buen líder. Sabía como arriar al pueblo y estaba tan conectado con madre que todo salía bien para nosotros.
Ella siempre le decía que hacer, a veces se quedaba horas en su trono de piedra y telas escuchándola, planificando cuál sería el siguiente paso para nosotros.

Hizo que nuestro pueblo avanzara mucho, es una lástima que lo mataran antes de que pudiera hacer más.

Baje la montaña en la que estaba poco a poco, viendo a las alpacas seguirme. A veces había piedras resbalosas pero me podía agarrar bien con los pies así que no había problema.

Me agarre de una rama, viendo de nuevo hacia abajo a ver qué tanto faltaba.

Al fondo vi a un montón de alpacas en bolita rodeando algo, y sabía que había algo por que había un hueco en medio de todas.

Salte hasta el pasto, corriendo hacia ellas y diciéndoles que se aparten, quitándolas con las manos para ver en medio.

Cuando se dispersaron, vi a un hombre tumbado en el pasto, era blanco, muy blanco, tenía el cabello rubio cenizo con canas y un abrigo negro.

No deberían de haber turistas aquí, era domingo ahorita no hacia tours para nada.
Me hinqué, tomándole el hombro para ponerlo boca arriba para verle la cara.

En cuanto lo hice, sentí un escalofrío recorrer mi espalda hasta mi cuello, mis manos empezaron a sudar y sentí los vellos en mis brazos levantarse.

Era el cuerpo dormido de Imperio Ruso. Se parecía a Rusia, demasiado, mucho más que URSS, solo que estaba viejo y arrugado.

¿Que hacia su cuerpo aquí? Me pregunte mientras le tocaba la nariz.

Su mano se levantó por reflejo, tomándome la muñeca y apretándola.
Solté un chillido agudo, intentando sacudirlo lejos de mi. Le metí una patada en la cara, que lo dejo de regreso a como estaba.

Me mire la muñeca que ya estaba tomando un color violeta.
Dios...

Tome una carreta que utilizaba para bajar las montañas de regreso a mi casa, subiéndolo en la parte donde pongo la paja y tomando varias alpacas para que le muevan.

Tardamos media hora en bajar, podía ver las lindas luces de mi casa al fypinal.

Mi casa es humilde, pero pintoresca, parecía la casa de Jorge en la jungla, bueno, me inspiré en esa casa para hacer la mía.
No me gustaba lo moderno, bueno, mi teléfono si me gusta pero todo lo demás no.
Prefería luces de velas y un libro mientras tomaba té o café mientras caía la lluvia, más que un concierto o ir a un restaurante.

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