URSS (2)

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Los niños llegaron a la casa, saltando, riendo y algunos agarrando su cobija o su peluche como si fuera lo único que los podría proteger.

- Hola URSS - Kazajistán se bajo de su camioneta, sacando cobijas de su cajuela - Tiempo sin vernos.

- Si ha pasado un buen rato - lo mire cruzando los brazos - ¿Necesitas ayuda con eso?.

- Estoy bien, gracias pa - bajo la tapa de la cajuela con una mano.

De reojo vi otra camioneta estacionarse, era la todo terreno de Ucrania, que se bajo con una canasta de sopas embolsadas.

- Hola Ucrania - lo salude.

- Oye URSS la tierra te está reclamando - Ucrania me gritó de regreso con un gesto de disgusto - Dice que deberías estar tres metros abajo.

- Muy chistoso - susurre viendo a Kaza.

- Déjalo, siempre ha sido así - camino con las cobijas.

- Lo se, solo esperaba que quizás lo superara - lo seguí.

- Ucrania es muy rencoroso, déjalo cómo está.

Abrí la puerta viendo a los niños en la sala sentados en el tapete jugando entre ellos, unos dormidos y otros viendo al fuego atontados. Los niños se distraen muy fácilmente.

- Bueno chicos les voy a presentar al hombre que nos está compartiendo su casa el día de hoy - Biel me apunto - Este es mi papá, llámenlo Oso.

- ¿Oso? - levante una ceja viéndola.

- Son niños, no se les complicará tanto llamarte así - susurro - Bueno chicos, ahora Oso les dirá las reglas para quedarse aquí.

Me aclare la garganta viendo a los niños, eran más de treinta, no esperaba tener tantos ojos mirándome

- Nada de vomitar, nada de interrumpirme mientras estoy comiendo, nadie puede entrar a mi cuarto y si quieren algo de la cocina se lo tienen que pedir a Biel - me cruce de brazos - ¿Entendido?.

Todos me respondieron que si, asintiendo la cabeza en diferentes tiempos.

- Son reglas simples, cumplan y no tendrán ningún problema - Kaza sonrió - Vayan a sus respectivos cuartos por favor.

Los niños se levantaron, corriendo a los cuartos para escogerlos.

- Bastante bien URSS - Ucrania susurro - No sabia que podías ser un buen padre.

- Silencio Ucrania - le vocifere.

- Ouuu, no llores URSS, todos cometemos errores - se alejo de mi ayudar a una bebe - Solo que tu nos afectaste a todos.

- ¿Podemos hablarlo después?.

- No, URSS, no quiero hablarlo contigo - se fue a los cuartos junto con los niños.

Pasaron dos semanas, los niños ya se estaban acostumbrando a mis horarios estrictos.
Se levantaban a las ocho para bañarse, lavarse los dientes e ir al baño, luego comían a las nueve y media y después de comer jugaban; comían tres de la tarde y cenaban a las siete, por último se acostaban a dormir a las ocho.

Esta vez, para cambiarle la rutina les mostré como desarmar y armas un AK-48. Era lo más sencillo, además los chicos parecían interesados.

- Hola pa - Biel abrió la puerta del castillo con las manos llenas de bolsas - Oye vine de la tienda y habían unos chicos muy curiosos.

Cuando me vio con el arma, bajo las bolsas y se acercó rápidamente para ponerle el seguro.

- Ten más cuidado - me susurro.

- No me fije, lo siento - me giré a los niños - Y listo, así se arma, cuando sean más grandes les enseñaré a hacerlo.

Me levante para guardar mi arma arriba del librero mientras los pequeños salían a jugar con la nieve.

- ¿Que me estabas diciendo? - me acerqué a Biel que sacaba comida de las bolsas.

- Ah si, bueno té decía que vi a unos hombres que se me hicieron raros - acomodó la comida en la mesa.

- No me digas, muchos extranjeros están viniendo - me senté en un banco.

- Ya se pero quizás deberías ir a ver qué tal, ya que Rusia no está aquí, tu deberías tomar el cargo por el momento.

- Ojalá pudiera, si el gobierno me ve, soy hombre muerto.... Otra vez.

Ucrania entró a la cocina con vomito de bebe en el hombro, su cara de disgusto era muy chistosa. Como que quería vomitar pero al mismo tiempo mantenía su compostura.

- Saldré a fumar un rato - me aleje para que Ucrania pudiera lavar su camiseta tranquilo.

En cuanto salí a la nieve, me di cuenta de que el cielo se había despejado, finalmente, un día soleado.
Saque un puro de mi bolsillo, prendiéndola e inhalando suavemente para no ahogarme.

"Algún día serás como yo" la voz de mi padre sonó en mi cabeza "Serás un hombre con mano dura, un increíble potencial e impondrás miedo y respeto como un verdadero líder debe de hacerlo".

- Pero padre, hay otras maneras de imponer respeto - lo seguí por el castillo, mi capa siendo arrastrada detrás mío.

- Hijo, un día entenderás lo que es verdaderamente el respeto - se giró hacia mi - ¿Cuando me has levantado la voz?.

- Yo nunca padre - respondí de inmediato.

- Exacto, ese es el tipo de respeto que debes buscar, NADIE PUEDE HUMILLARTE - me gritó - Solo tú puedes tener ese poder, nadie debe de chocar contra tu hombro, o los tumbaras.

- Pero la gente me tendrá miedo.

- Ese es el mejor tipo de respeto - me tomo de los hombros - El miedo debe de ser más grande que sus ganas de revelarse contra ti.

- Si padre - asentí.

- Ahora que tú Nueva madre está aquí, quizás quieras darle la bienvenida - se acercó a la entrada.

- Oh... ya se la di - me quede unos pasos atrás.

- Ah Enserio, ¿y que te dijo? - me dio la espalda.

- No le entendí muy bien... fue algo así como - saque una daga de mi espalda - ¡Por favor, no lo hagas, te lo suplico!.

Se giró confundido, pero antes de que pudiera reaccionar, me abalancé encima suyo, clavándole la daga en la frente y haciéndolo caer por las escaleras.

Cayó de espaldas, mirándome completamente aterrado, podía ver sus manos perder color poco a poco.

- Hijo... que has hecho - me miro enojado.

- Hice lo que tenía que hacer - baje las escaleras lentamente - Cortar el problema desde raíz.

- ¿Tu crees que yo soy el problema? - sonrió sádicamente - No tienes ni idea.

- Oh si... tengo una clara idea de lo que se viene, tranquilo, me enseñaste bien - levante el pie colocando la planta al borde del cuchillo - Saluda a mamá, ah espera, tú no estarás con ella.

Le pise la daga, atravesándole el craneo hasta que se encajó en el suelo.

- ¡Papá! - Biel abrió la puerta - Llevas rato ahí te vas a resfriar.

- Tranquila, el puro me calienta - inhalé una poco más.

Se acercó a mi con un abrigo de piel de oso blanco, quedándose a mi lado.

- ¿Que ves? - me pregunto viendo al frente.

- La nieve - respondí sacando el humo por la nariz.

- ¿Eres muy fan de la nieve cierto?.

- Si... me traen lindos recuerdos - le sonreí.

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