Australia

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Parte 1

Después de la maravillosa fiesta en Hawaii, regrese a mi país para terminar mis deberes como representante.

Nada mejor que cuidar la zona de los kanguros cuando todavía no es época de caza.

Hasta que recibí una llamada de unos chicos que cuidaban el hábitat de los koalas.
Unos cazadores decidieron infiltrarse, tomar tres de ellos y escapar.

Muchos creerán que por ser tres no importarían, pero cada animal cuenta, créanme.

Ninguno se queda fuera, todos valen lo mismo.

Tome el primer vuelo hacia Bulgaria, donde según esto estaban ellos en un tren. Los atraparía con las manos en la masa, los arrestaría y los llevaría a la corte de mi país.

Me subí al tren a las nueve de la mañana en punto, reservé un lugar VIP donde quedarme cuando tuviera a los koalas sanos y salvos.
Nada saldría mal.

Arranco, llevándome por los hermosos paisajes, Lagos, montañas, todo era bello.
Me sirvieron un café a las diez, necesitaba energía para empezar con el plan.
Seguro eran unos vendedores de animales exóticos que hacían contrabando, no había problema, normalmente se asustan cuando una autoridad les reclama.

Solo tenía que llegar, saludar, recuperar a los koalas he irme.

Pan comido.

Después de dos horas, me subí al techo del tren, no quería pasar por todos y verme sospechoso, en realidad no sabía en qué parte del tren estaba.
Pensé que quizás estarían en la parte de las maletas que comúnmente se encuentra en la parte de atrás.

Camine precavidamente hasta el último vagón, contemplando la naturaleza verde y sus lagos mientras pasaba.

Abrí la compuerta y mira nada más, los koalas estaban en una jaula, encima de unas maletas, los tres abrazaditos temblando de miedo.

- Hola chiquitines, están un poquito lejitos de casa - tome la jaula delicadamente - No se preocupen, Papá Aus está aquí para salvarlos.

Quise abrirla, pero había un candado sumamente pesado, no podía romperlo tendría que agitar toda l jaula y asustaría a los animalitos. Tendría que regresar a mi lugar con mi maletín y buscar entre todas mis cosas las llaves que abren todo, cortesía de Estados Unidos en mi cumpleaños quince.

- No puedo ir por arriba - me hable a mi mismo - Pero puedo regresar entre los vagones, pan comido.

Tome una tela de una maleta, haciéndole un hueco para poner la argolla de donde se levanta la jaula, así nadie sospecharía que traigo koalas en mi mano.

Todo estaba listo, nada podía salir mal.

Abrí la muerta para ir al vagón siguiente.

Mis ojos escanearon la habitación, era un vagón oscuro con luces rojas y naranjas, hombres vestidos como soldados con una mesa en medio llena de mapas y un tablero con fotos de varios representantes.

Mire de nuevos a los hombres, percatándome del símbolo Nazi en todos sus uniformes.
Todos se levantaron al mismo tiempo con cara de que me harían cenizas, algo que no es bueno, cuando tienes nazis enfrente.

- Ay... perdón por interrumpir - sonreí nervioso - Me iré por otro lado ¿que les parece?.

Todos levantaron sus armas rapidamente, apuntando hacia mi pecho

- EA EA, TRANQUILOS VAQUEROS - levante la mano libre - Hablemos, podemos llegar a un acuerdo.

Los hombres empezaron a hablar... Alemán, hace mucho no escuchaba a alguien hablar ese idioma.
Ni siquiera al representante del país.
Estaban discutiendo, apuntando hacia mi y apuntando hacia el tablero.

Representantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora