Empecé a empujarlos, patalear, hacer todo lo que fuese posible para que me soltaran pero nada servía, hasta que senti que el auto paro y alguien me tomo como costal de papas.
Después de sentir que dió bastantes pasos, senti como subía una escalera. En ese momento mi espíritu se quebro y solo quería llorar. Cuando sentí que me puso en el piso nuevamente rápido quitaron el saco de mi cabeza y definitivamente me encontré frente a algo que no esperaba ver.
Era una habitación enorme, tenía un aire jovial pero algunos detalles clásicos. Como el diseño del closet, el tocador y daba a una pequeña terraza. La cama era enorme, con sabanas blancas. Todo blanco pero con cojines de colores. Las paredes verde muy claro y todo estaba impecable.
En eso sentí como alguien cortaba las cuerdas de mis pies y luego de mi manos.
Cuando me gire me encontré con unos ojos verde claros, una piel blanca pálida, con algunas pecas, una barba de días y el cabello castaño bastante claro. Me miraba algo impresionado pero no me hizo mucho caso, solo camino rápido de vuelta a la puerta y la enllavo.
Busque cámaras o algo por toda la habitación, pero nada, busque en el closet y me sorprendí al encontrar algo de ropa. Parecía de mi talla.
Había solo tenis y zapatitos.
A la mañana siguiente me miraba fatal, había llorado toda la noche, mi nariz estaba completamente roja, mis ojos inchados. No quería dormir tenía miedo que me podían hacer, hasta que a las 8 escuché que tocaron la puerta.
- Ya está el desayuno, baja. - Se escuchó una voz gruesa detrás de la puerta.
Pasaron 15 minutos y no baje hasta que alguien tocó con molestia la puerta nuevamente.
- Te dije que bajarás. Si no bajas alguien va a abrir la puerta y te hará bajar. - Dijo molesto para luego escuchar unos pasos pesados bajando las escaleras.
Con miedo abrí la puerta y estaba una muchacha parecía casi de mi edad, ella me miró un poco asombrada.
- Ve abajo, para que no te regañen. - Dijo la muchacha en voz baja. - Eh intenta comer algo.
- Me quiero ir de aquí. - Dije bajo desesperada.
- Haz lo que te dicen, no te harán daño. - Dijo la joven encaminandome al comedor.
Ahí estaba un joven adulto de unos veintitantos casi los 30 supongo, su piel era blanca pero algo quemada. Sus brazos se miraban gruesos por ejercicio pero nada exagerado. Su perfil era perfecto. Diría atractivo si no estuviera muerta de miedo.
La joven me encamino hasta la silla frente a él en el enorme comedor. Camine en silencio con mi cabeza agachada.
Estábamos sentados ambos en la misma mesa yo solo miraba el plato y luego me dedique a observarlo, mientras que él desayunaba algo apurado.
- Desayuna. - Ordenó sin mirarme. Mientras seguía comiendo lo de su plato. Reconocí su voz, era el mismo que había ido a tocarme la puerta.
- No tengo hambre.
- No actúes como niña chiquita. - dijo tranquilo sirviéndose jugo en un vaso.
Frunci mi ceño.
- Que no desayunes no me afecta en nada a mi - dijo tomando un poco de jugo de su vaso. - Pero desperdicias comida que otros desean tener, y aunque no lo creas la cocinera está preocupada por ti y se esmero en hacer algo que podría gustarte. Aparte que te haces daño a ti misma. A tu cuerpo. - Se limpio la boca y observe como dejo su plato limpio. Se levantó con su plato y vaso vacíos hacia la cocina pero la cocinera lo detuvo.
- No te preocupes, mi niño Iván. Que lo laven las muchachas. Se te hace tarde.
Iván, pensé... No será ¿Iván Guzmán?
- Échame la bendición pues nomás pa lavarme los dientes e irme.
La señora algo mayor enternecida le hizo una bendición con el rosario que él cargaba en el cuello. - Suerte mi niño. Cuida a tu hermano, Ovidio.
Maldita sea... Si son ellos. Pensé.
- Ya sabe que si. - Dijo dándose la vuelta y en ese momento me miró a los ojos. Sentí como una corriente de energía eléctrica recorria mi cuerpo ante su mirada. - " Desayuna " - Susurro autoritario articulando muy bien la palabras como para que la cocinera no lo escuchará.
Cuando escuché que se cerró la puerta de la entrada, la señora de la cocina se acercó nerviosa. - ¿No te gusto, mija? - Pregunto preocupada. - Si quieres te puedo hacer otra cosa. - Comento apresurada.
- No, no. Está bien, se ve delicioso. Es solo que no me da hambre tan temprano. - admiti. - Y en parte también por qué estoy nerviosa. - Admiti.
- Se que esto te debe parecer una pesadilla pero creeme que ellos no son lo que tú crees. Son buenos muchachos. Ellos no te harán daño. Creeme nunca habían traído a alguien más aquí.
Mire a la señora mayor a los ojos y me dió mucha paz. Sonreí apenas y luego mire el plato. - Desayunare un poco. -Dije para evitar el tema de ellos.
Desayuné lento y apesar de que todo estaba muy bueno no pude terminar todo. Pero por lo menos sirvió para que la señora me mirara con una sonrisa. - Me alegra mucho que lo probaras. - Dijo apretando ligeramente mi hombro. - ¿Que te pareció?
- Estaba delicioso todo.
- Gracias, mi niña. ¿Mañana quieres lo mismo? - Mi estómago se revolvió ante su pregunta. "Mañana seguiré aquí" pensé desanimada.
- Tal vez con un café, este bien.
- Te van a poner delgaducha. Ni pensarlo. Mañana te preguntaré que se te antoja. - Dijo caminando con el plato hacia la cocina. Gire mi vista hacia una puerta que parecía dar a un jardín. Me levanté lento y camine hacia afuera. Era precioso y enorme había un porche con sillas mecedoras amplias, una banquita, una mesa como para el café.
Me quedé estática mirando el lugar. Al final de todo el terreno mire una barda. Una parte de mí me decía que caminara alrededor, que podía encontrar una salida. De igual forma estás personas siempre tenían escapes por todos lados. Camine casual a la barda y empecé a recorrerla mire que había especie de puerta con cerradura en un lado. Me acerque a tocar el candado, era pequeño tal vez con una piedra grande podría romperlo. Tome la piedra y estire mis brazos para golpearlo con todas mis fuerzas.
- No te recomiendo que hagas eso
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Quédate
Science FictionEsta historia narra el tiempo que Elena vivió con Iván y Ovidio Guzmán. Seamos sinceros, no existe nada que justifiqué el comportamiento de estos individuos en la vida real. Pero al fin de cuentas son humanos, con sus errores y sus emociones. Indep...