Negociando II

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Iván miro a Marco. Y quito al pistola de su cabeza. — No tiene caso aún. Será más difícil sacar la mancha de sangre del piso.

Yo no hacía ningún sonido pero la lágrimas caían por mis ojos.

A los minutos tocaron la puerta y entro un joven más delgado que Iván pero igual de alto con una maleta.

— Tan bonita casa. —Dijo el hombre burlesco mirando hacia arriba distrayendose.

— ¿Entonces? — Pregunto Ovidio.

— Matenlo primero. — Dijo mirando a Marco

Iván volvió a sacar la pistola de su pantalón se la puso en la sien a Marco y al mismo tiempo el Werito abrió la maleta y ....

Se escucharon 3 detonaciones.

Yo entrecerre los ojos y me agache y corrí a la derecha. Se escucharon otras dos detonaciones.

Me quedé en el piso y rápido sentí como alguien me abrazo. Tenía miedo no quería abrir los ojos. Pero lo hice. Ovidio me tenía abrazada cubriendome con su cuerpo.

Cuando mire la escena. El padrino de Marco estaba en el suelo con la mano y una pierna herida.

Pancho se acercó a él y patio la pistola para alejarla de sus manos. Luego lo esposo.

— Cuídalo bien, Pancho. No lo quiero muerto. Quiero que sufra años, por solo haber tenido la idea de matar a Elena.

Iván tenía la miraba sería sus ojos se miraban más oscuros, pero cuando se giro a verme sus facciones de ablandaron. — Mi niña. — Dijo corriendo a abrazarme.

Yo me apreté fuerte a él y gire mi vista a Marco. Estaba agachado más no herido.

— ¿Que paso? — Pregunté separándome un poco de Iván

Pancho disparo al aire para que el viejo creyera que le dispare a Marco y el Werito abrió el maletín para que el hombre se distrajera. Cuando te alejaste le dispare.

Lo abrace más fuerte. Sintiendo como su perfume se impreganaba en mi.

— ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

— Estoy bien.

— Te prometo que voy a cuidarte. No dejaré que esto se repita. — Dijo acariciando mi cabello.

                                       °°°

Los hombres de Iván se llevaron al viejo.

Marco miraba serio a Iván

— Creí que ibas a volarme la cabeza.

— Ganas no me faltan. — Dijo Iván. Le di un codazo. — Es broma, Castro.

— Debimos haber detenido a ese loco antes. — Dijo Marco triste mirando la caja de Luis. — Solo espero que sufra.

— Mato a mi hermano y a tu amigo — Dijo Iván. — Creeme que lo va a lamentar.

— ¿Entonces...? — pregunto Marco.

— ¿Entonces? — lo imitó Iván

— ¿Estamos bien?

— Te metiste a mi casa. Mataste a uno de mis hombres. Y me restregaste en la cara que fuiste el primer novio de mi mujer. Es mejor que no creas que vamos a ser mejores amigos. — Dijo Iván. Suspiro. — Pero enemigos no somos. Supongo que lo mejor es que tomes al mando el territorio de tu padrino. Igual no trato directamente contigo. — Dijo Iván desinteresado.

— Ya dile gato mejor de una vez. — Dijo Néstor divertido.

Marco frunció el ceño.

— Yaa, Néstor. No todos tienen tu humor. — Dijo Pancho.

— Será mejor que nos vayamos a la casa. — Dijo Iván girandose a verme.

Sonrei ligeramente.

Iván me llevo al departamento y me bañe tenía mi cabello húmedo y me acosté así. Iván llegó recién bañado del otro baño y se acostó a mi lado.

— No te duermas va a venir a revisarte un doctor.. — Dijo abrazándome.

— ¿Y eso?

— Pues va a venir a verte y aparte a traerme unas pastillas.

En eso mire a Iván y se le miraban unas ojeras algo marcadas y cansado.

— ¿Te pasa algo? — Pregunté mirandolo.

— No.

                                         °°°

Al rato llego el doctor y después de revisarme Iván me pidió que los dejara solos pero me puse detrás de la puerta para escuchar lo que le decía.

— ¿Otra vez vomitaste todo, verdad? — Pregunto doctor a Iván.

— Nunca había sentido tantos nervios. — Admitió sin más.

— Es normal. Ella te importa. — Dijo comprensivo el doctor. — Tu azúcar y presión debieron ponerse a tope. Es una reacción normal.

— Odio sentirme así. Tan vulnerable cuando se trata de ella. Si me hubiera visto débil, pudieron haberle hecho algo.

— Pero no te viste débil. Estás enamorado. Pero no estás pendejo. Hiciste lo necesario para salvarla.

— ¿Que dijiste? ¿Que estoy que? — Pregunto Iván asombrado

— ¿Pendejo? — Pregunto el doctor.

— Lo otro. — Dijo Iván molesto.

— ¿Enamorado? — Pregunto divertido el doctor. — Lo estás. Parece ser que cualquiera se da cuesta menos tu. Hasta tu estómago lo sabe.

Iván no dijo nada.

— Sabes hacer un buen trabajo. — Dijo finalmente Iván.

— Ya te dije que no solo busco una salud física, también mental. — Dijo el doctor guardando su cosas. Cuando escuché como caminaban a la puerta subí rápido de puntitas al cuarto.

Iván subió al cuarto y yo me iba a maquillar.

— ¿Que haces? — Pregunto molesto acercándose a mi abrazándome por la espalda mirándonos en el espejo.

— Me maquillo un poco. Me miró muy acabada. — Dije divertida.

— No, pa que. Así me gusta tu carita. — Dijo besando mi mejilla.

Iván me miraba atrás vez del espejo fijamente.

— Elena.

— ¿Si? — Pregunté mirándolo también por su reflejo del espejo.

— Me gustas un chingón.

— También me gustas. — Admiti.— Hay que dormir. — Dije sin ganas. — Mañana es el entierro de Luis. — Dije triste.

Al día siguiente fue algo triste aún. Pero creo que de cierta forma de haber agarrado al culpable nos hacía sentir un poco mejor a todos. Pero aún así no sabíamos que hacer con la idea de su ausencia.

Pasaron los días y las cosas se habían arreglado. Iván y Marco habían arreglado sus diferencias. Yo vivía en el departamento con Iván. Casi nunca estaba sola. Si Iván salía de viaje, Ovidio y los muchachos se quedaban a dormir o Fer.

Marco y Julia decidieron darse una oportunidad. De hecho marco seguía tratando a los niños como suyos.

Pasaron las semanas y ya había entrado a la universidad.

Iván me apoyaba mucho, cuando estaba cansada me hacía masaje en la espalda. Siempre me daba animos. Y me presumía todo el tiempo.

Teníamos una que otra pelea por qué yo siempre tenía que estudiar y él siempre estaba trabajando.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora