Vamonos

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Me encontraba en la cocina en la pijama que encontré en un cajón calentando un tamal cuando escuché que la puerta principal se abrió, ya ni miedo sentía, ya todo me daba igual.
Escuché un silbido juguetón seguido de unos pasos fuertes acercándose a la cocina.

El hombre que llegó a la cocina era bastante bien parecido, alto, delgado, sus labios eran carnosos y rojizos como los de Iván. A decir verdad tenía un aire a Iván.

Me miraba asombrado. Cuando noto que estaba en pijama se calmo un poco. — Hola. — Dijo desconfiado.

— Hola. — Dije para luego girar mi vista hacia mi tamal.

— ¿Quien eres? — Pregunto aún desconfiado vertiendo agua en un vaso.

— ¿Soy Elena y tú?

— ¿Que haces aquí? — Pregunto para luego beber agua.

— Estoy secuestrada.

El joven escupió el agua, mientras tosia. Abrí una gaveta de la cocina y le di un trapo para que se  limpiara. Él me miró más extrañado. — ¿Cómo que secuestrada?

— Pues... secuestrada. —  dije dándole vuelta a mi tamal. — No se que otra forma decirlo. Oh, ya se. Privada de mi libertad. — Dije burlona.

Él se limpiaba el rostro mientras seguía mirándome. — ¿Quien te secuestro?

— Iván y Ovidio.

— ¿Queee? ¿Por qué? — Pregunto molesto.

— Para asustar a alguien.

— Esos pinches niños.No tenían derecho a hacer eso. Eres una plevita. Ahorita que los encuentre...

— No están aquí. — Dije ahora mirándolo yo asombrada. — Avisaron que saldrían unos días. Pero dejaron escoltas en la entrada, la cocina llena y un número de emergencia para llamar alado del radio de la sala. — Dije tranquila. —Pero dijeron solo en caso de emergencia.— Advertí

El frunció su ceño. — ¿Estás secuestrada o eres su mascota?

— Yo no estoy aquí por gusto. — Asegure.

El hombre bien parecido tomo su teléfono y empezó a marcar. Se escuchó una voz muy amigable. — Me quieres decir cabron ¿por qué hay una niña en tu cocina? — Se escuchó como le dió una respuesta. —¿Cómo que secuestrada Ovidio? ¿Nos estamos muriendo de hambre o que? Para tener que secuestrar gente y pedir recompensa. ¡Nosotros no hacemos eso! No importa quien sea, si es problema de su padre, hermano, primo, novio lo que sea, nos quebramos a ese pendejo, ella no tiene porqué pagar nada. ¿O que vas a decir que ella hizo algo? — El joven arrugó la cara escuchando la respuesta que Ovidio le daba por teléfono. — ¿Que? ¿Te pidió 2 toneladas y no te las pago? — Se giro a verme. — Le estoy viendo la cara, esa niña ni debe saber fumar y te puedo apostar que ni sabe diferenciar entre Maizena y cocaina. — Se escuchó como Ovidio hablaba del otro lado. Pero el joven molesto lo interrumpio. — La voy a llevar de regreso. — Dijo molesto colgando.

En ese momento senti una gran alegría. Mi animo cambio completamente.

— Vete a cambiar. Te vamos a llevar a tu casa.

Me levanté emocionada rápidamente. Pero al instante regrese para dejar el plato en el lavabo y tirar los restos.

— ¿Que haces niña? Deja eso ahí, ¿Que no te quieres ir a tu casa?

Corrí hacia arriba para empezar a cambiarme cuando escuché una discusión en la parte de abajo. Eran Néstor y mi salvador.

— Alfredo entiende, no la vamos a soltar. — Decía Néstor molesto.

— Tu no me vas a venir a dar órdenes a mi. — Dijo mi salvador que al parecer se llama Alfredo.

— Márcale a uno de tus hermanos y hablen al respecto. — Dijo Néstor tranquilo. Entonces Alfredo es hermano de Iván y Ovidio pensé.

En eso escuché como sonaba un teléfono y luego la voz de Iván en altavoz. — Alfredo, wey. Ya casi llegamos al rancho déjate de cosas te vamos a explicar bien todo.

En eso me espante ante la idea que Alfredo cambiará de opinión así que baje corriendo las escaleras. —Estoy lista. — Dije apresurada.

— Vamos súbete al carro. — Dijo Alfredo  caminando apresurado a la puerta principal, cuando la atravesamos me quedé impresionada de lo enorme que es el lugar, pero seguí caminando apresurada detrás de Alfredo hacia una camioneta raptor para abrirme la puerta.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora