Archivaldo XXV

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Archivaldo no se fue muy cómodo a su casa.
Seguía pensando si Lucia estaba bien, quería escribirle pero no quería verse enfadoso.

Así que dejo aun lado todos sus impulsos y dejo su teléfono aún lado.

Llegó a su casa y se baño.

Entro a su cuarto y miro a Joaquín dormido abrazando a su tigre.

— Hijo, quieres que pida algo de cena... — Dijo su madre a sus espaldas.

Él se giro y miro como ella se acercó a él y beso su coronilla poniendose de puntitas y comenzó a acariciar su cabello. En ese momento sintió un alivio en su corazón. — No te preocupes ma. Voy a dormir no tengo hambre.

— Está bien, mi niño.

Antes de que se fuera archivaldo se acercó a su madre y se dió un abrazo.

Ella lo miro extrañada pero acepto su abrazo con cariño.

Archivaldo se baño y se acostó del otro lado de la cama.

Esa noche apesar de que su tigre y Joaquín no paraba de estirarse sintio que durmió muy cómodo.

MARTES.

Archivaldo sentía algo húmedo en su frente... Luego en su nariz... Después sus mejillas. Abrió los ojos de golpe y su tigre le lamía la cara.

Miro la hora y era las 5 de la mañana, se levantó por un vaso con agua y miro la luz del despacho de su padre prendida.

Se acercó a la puerta y su padre se sorprendió.

— ¿Que haces despierto? — Pregunto Iván a su primogénito.

— Vine por agua.

Iván miro el brazo de su hijo vendado sintiendo como se apoderaba de él la culpa. De no haberlo cuidado bien. — ¿Cómo te sientes hijo? — Pregunto preocupado.

— Bien.

Iván miro a su hijo fijamente.

— Ven. Hay alguien que te quiere conocer. — Dijo el mayor de los Guzmán guiando a su hijo a una de las camionetas.

Su padre manejo hasta unas casas muy humildes. Llegaron a una dónde había un cerco de madera, a decir verdad era algo pintoresca, pero estaba deteriorada.

Archivaldo atravesó la puerta principal y ahí lo miro...

— Apa. — Dijo Iván emocionado dandole un abrazo el hombre chapo algo mayor frente a él. — Le presento a mi primogénito. Archivaldo.

El hombre abrió los ojos emocionado y estiró los brazos. — Venga mijo. Dele un abrazo a su abuelo.

Archivaldo se sentía extraño.

— Está idéntico a ti, Ivan. — Dijo el hombre emocionado sin parar de ver a archivaldo. — Lamento haber sido un abuelo, ausente. Pero sabes que lo que ocupes mijo. Yo siempre te voy a apoyar.

Archivaldo asíntio. — Gracias,e igual... E...

— ¡Abuelo! ¡Dime abuelo! Me hace sentir un poco viejo, pero me emociona que mi muchacho ya tenga una familia.

Iván sonreía orgulloso. No podía esperar a presentarle a Elena, la hermosa mujer con la que se había casado y a Joaquín, el clon de Ovidio.

— Espero que no seas igual de peleonero que tú padre. — Dijo el hombre divertido.

Iván sonrió. — Si eso lo saqué de usted.

— Pues supongo que en eso somos iguales los tres. — Dijo Archivaldo.

El hombre soltó la carcajada. — ¡Puro gallo de pelea en esta familia! Pero cuentame, mijo. ¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido? ¿Que haces? ¿Que estudias?

— Yo... — Iba a empezar archivaldo...

— Aún va a escuela apa. — Dijo Iván. — No puede contarte mucho por qué ya nos vamos.

— ¡Deja que se quede un rato más, hombre! Quiero conocer a tu muchacho.

— Tiene clase, apa, y no quiero que le vaya mal.

— Échale muchas ganas mijo. Sabe que lo que usted quiera hacer lo apoyamos. — Dijo el hombre palmeandolo en el hombro.

— Gracias, abuelo. — Dijo Archivaldo dudoso. Pero supo que estuvo bien cuando el hombre mayor le dió un ligero abrazo después de escuchar como lo llamo.

Iván y archivaldo volvieron en silencio a la casa. — Creo que es demás decir que es un secreto. — Dijo Iván metiendo la camioneta a la cochera.

— Me gustaría pasar tiempo con el. — Admitió Archivaldo.

— Ya habrá tiempo, hijo. Alístate.

El primogénito de Iván se alistó para la escuela y levanto a su hermano.

Se cambió y se fue en una de las camionetas de su padre a la escuela.

Al llegar miro a Madelyn entrar a un salón pero no a Lucia.

Cada que pasaba alguien por la ventana se giraba a ver.

— Señor Guzmán. ¿Le parece mas interesante lo de afuera que la clase? — Pregunto el profesor.

Al parecer el joven no había Sido muy discreto toda la clase

— Una disculpa. — Dijo tranquilo.

Cuando llegó la hora de salir. Sintió un leve golpe en la espalda.

— ¿Cómo va ese brazo mi Archivald? — Dijo Andrés caminando alado de su primo.

— bien. Ya te dije que no me duele.

— ¿Entonces irás al entrenamiento de fútbol?

— Si. — Dijo seguro Archivaldo.

Al terminar la escuela se fue a su casa miro atento el estacionamiento y se fue a su casa.

Se puso su uniforme y se bajó a comer.

— ¿Estás emocionado por volver al entrenamiento o que? — Pregunto Joaquín burlón. — Parece que dormiste con el uniforme puesto.

Archivaldo lo ignoro. Cuando escucho su celular sonar.

"¿Podemos vernos?" Era un mensaje de Teresa.

El joven lo pensó unos segundos. "Si". "Voy por ti en 5"

El joven comió algo rápido.

Joaquín solo miraba a su hermano de forma curiosa.

                                     °°°

Archivaldo estaba esperando a Teresa cuando ella se subió como la diva que es a la camioneta

— Lo lamento. — Dijo tomándolo por sorpresa.

— ¿Por qué? — Pregunto desinteresado.

— Por los gritos y las amenzanas.

— Estabas asustada y no reaccione bien

— Si lo hiciste y lo lamento. — repitió ella.

— No pasa nada.

Ella lo miro, esperando un movimiento de él o una invitación pero archivaldo solo apretó los labios sin saber que hacer

— ¿Crees que podamos salir otro día? — Pregunto ella por fin al no ver qué él no decia nada.

— Si está bien. Seguro el sábado harán una fiesta los de escuela. Te aviso y vengo por ti. — Dijo tranquilo.

Ella le sonrió feliz.

Archivaldo asíntio y ella se iba a bajar de la camioneta pero se giro a besar su mejilla, el solo sonrió divertido.



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