La pelea II

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— Iván... Igual tu dijiste que ocupabas ir a Culiacán. Estará más segura contigo, solo... Que se ponga una peluca. Aprovecha a comprarle ropa y que ve a su amiga y ya. — Dijo Ovidio

Sonreí ante las palabras del menor de los Guzmán. Hasta que caí en cuenta. ¿Ir con Iván?

— No. — Dijimos en unisono.

— Si. — Dijo Alfredo. — Cómprate un vestido o varios, y cambios para el frío. — Dijo Alfredo dándome una bolsita. — Vamos a ir al otro rancho por el cumple de mi esposa. Y no te podemos dejar aquí, nos llevaremos todas las escoltas.

— Pero.

— Solo te pido que seas amable Elena. Eso es todo.

— Lo seré. Pero...

— Ya está. — Me interrumpio Alfredo mientras subía las escaleras. — Dormiré un rato. Volé toda la noche.

Iván suspiro profundo. — Ovidio irá contigo mañana.

— Negativo, Carnal. Yo vuelo mañana.

—¿  Néstor ?— Dijo en forma de pregunta.

— Ese día vuelo con tu hermano.

— ¿Pancho? — Pregunto un poco más resignado

— Ese día voy a checar la mercancía.

Suspiro. — Aparte me harás ser tu chófer.

— Sirve que pasan tiempo juntos y liman asperezas.  — Dijo Ovidio tranquilo.

— O se agarran a besos. — Dijo Pancho burlón.

— 50 a qué primero se agarran a chingazos.— Dijo Néstor divertido

— 50 a qué después a besos. — Dijo Ovidio riendo a carcajadas seguido de sus cómplices.

— Quiero ir temprano. — Dije ignorandolos.

— ¿Podrías ser molesta?— Pregunto Iván irónico.

— Si. — Asegure sería mirándolo a los ojos.

— Iremos cuando yo quiera.

— ¿Ovidio crees que pueda pedirle a alguien el regalo de la esposa de Alfredo?— Dije jugando con la comida.

— No creo que los muchachos te traigan algo decente.

— Entonces tendremos que recorrer todas las tiendas buscando algo. — Dije con una sonrisita mirando a Iván.

— Estaré listo temprano. — Dijo Iván.

Puse una sonrisita triunfante.

— Te pasas carnal. — Dijo Pancho sacando dos billetes de 50.

Iván ignoro a su jefe de sicarios y salió hecho furia de la cocina.

— En si, no perdiste. — Dije bajo con cuidado que Iván no me escuchara.— Fue un empate. Iremos a Culiacán pero no daré esas Miles de vueltas

— ¿Ah, No? — Pregunto Ovidio extrañado.

Suspiré. — Eso de las vueltas solo era para molestarlo — Dije sonriendole. — Aparte no voy a ponerlo en peligro con tantas salidas. Pero, de verdad quiero ver a Fernanda

Néstor me miraba un poco apenado con una sonrisita de lado. — Se notaba que eran muy unidas.

                                         ° ° °

Iván manejaba en la raptor de Alfredo por todo la terracería algo rápido. — Tranquilo, aún tenemos tiempo. — Dije agarrándome de la puerta y el brazo de Iván a mi izquierda. — Perdón. — Dije soltandolo.

La camioneta se movía como si estuviera arriba de un brincolín y ni decir cómo íbamos nosotros adentro. Pero Iván parecía importarle muy poco.
De verdad no quería decir nada y llevar la fiesta en paz este día. Pero no aguantaba.

— Vamos a llegar sin columna a Culiacán.

— ¿Acaso quieres manejar tu?

— No. Pero apuesto que lo haría mejor que tú.

— Ni has de saber manejar.

—Claro que si.

— ¿Y quién te enseñó? ¿Tú noviecito?

— ¿Y si así fue... A ti que?

— Pues que si fue el, entonces no sabes manejar.

— Que molesto eres. Mejor si dame la camioneta para manejar yo.

— Fue irónico. Aparte ni sabes por dónde agarrar.

— Me podrías decir. — Dije obvia.

— No. — Repitió molesto. — Y ponte la madre esa en la cabeza o no avanzaremos. — Dijo avanzando muy lento

— Pues si así conservo mi columna... No me la pondré

— Pontela.

— ¿En serio crees que me quiero aprender el camino? Cómo si quisiera regresar. ¿Aparte que voy a decir de referencia? Te vas derecho pasas un árbol que está alado de otro arbol das vuelta en la rama seca número 7 y sigues hasta el arbusto seco.

— ja-ja. Sabes no entiendo cómo Marco te soporto tanto tiempo. Con razón ni se ha apurado a buscar al responsable.

— ¡Lo ves! Hasta tu sabes que Marco no fue.

— Yo no sé nada.

— Si lo sabes. Aparte... ¿Quien dice que fue el?

— La gente...

— ¿Es broma? ¿La gente? ¿Basas tus sospechas en lo que dice la gente?

Iván no contesto.

— ¿Entonces crees en el chupacabras? — Pregunté. Iván no contesto. — Por que la gente dice que es real..

— ¡Ya! ¡Ya! ¡Tu ganas! Si dudo de que Marco sea el culpable ¿Está bien? Ya no te pongas la pinche madre en la cabeza si quieres pero déjame escuchar mis pensamientos 5 minutos.

Por alguna razón en vez de darme miedo me dió risa. ¿Les ha pasado que algo  les da risa en el momento menos apropiado? Pues así estaba yo. Había hecho enfurecer al jefe del cartel criminal más grande México y me gire a la ventana para que él no viera mi risa

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