Sincero

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"Pinche chamaco, prefiere ver a su novia que a su padre" Pensó Iván ofendido.

— Pásale. — Dijo Iván a Lucia.

Joaquín suspiro profundo y sonrió ampliamente. — Tan bonito que es el amor prohibido. — Dijo girandose a ver a Madelyn coqueto.

— Ni me respires cerca, Guzmán.

— Baaaa. — Dijo Joaquin bufando

Lucia caminaba nerviosa detrás de Elena. Hasta que llegaron al final del pasillo a una puerta blanca.

Elena le sonrió tierna a Lucia y asíntio.

Lucia abrió la puerta despacio y noto como Archivaldo intentaba acomodarse en la cama.

— ¿No, no que haces?

Archivaldo sonrió al ver a Lucia. — Solo me acomodo.

— Debes estar acostado.

— Sentado, acostado, es la misma.

La sabana le tapa a archivaldo hasta la cintura, tenía el torso descubierto a excepcion de un vendaje arribita de su cintura

Archivaldo estaba altito, es delgado, pero tenía cuerpo atlético. Los oblicuos de su torso estaban bien marcados, algunos cuadros salían a relucir y cuando estiraba flexionaba sus brazos sus músculos se hacían más notable.

(Ha de cuenta Tom Holland pues jaja o un poco menos ancho)

— ¿Cómo te sientes? — Pregunto Lucia parándose a su lado.

Archivaldo palmeo el lugar alado de él en la cama para que Lucia se sentará ahí y estuviera más cerca.

Ella sonrió ligero y se sentó.

— La verdad... Ahorita estoy bien drogado de sedantes y pastillas. Ando viendo unicornios de colores.

Lucia sonrio y archivaldo le sonrió de vuelta sin parar de verla. Agachó la cabeza y tomo la mano de la joven

— Te tengo una mala noticia. — Dijo él.

— ¿Que?

— Ya me di cuenta que me gustas un putero. Y no importa que hagas para alejarme de ti. Te voy a estar chingue y chingue. Te voy a colmar de regalos, de comida, de lo que digas por accidente que te gusta para que no me alejes de tu vida.

Lucia comenzó a ponerse ligeramente roja.

— y no me salgas con mamadas de que ocupas un tiempo. Por qué igual te voy a mandar rosas, chocolates, cafés y te voy a correr de las greñas a cualquier pretendiente... Igual todos me la pelan.

— Archivaldo. Tienes que recuperarte primero.

— Si ya estoy. Haría un mortal hacia atrás ahorita mismo, pero traigo un calambrito en la pierna.

— Te cocieron media pierna.

— Es lo mismo... Cosas menos, cosas más.

— ¿Puedes... Moverla?

— Si, despacio. Pero puedo. Y si no, en muletas te correteo.

Lucia volvió a sonreír. — No se que decirte.

— Con que me digas que me darás una oportunidad me conforma.

Ella sonrió y asíntio. — Ya estás. — dijo archivaldo sonriente y le robó un beso rápido a Lucia

Ella párpadio un par de veces sorprendida.

— Tienes que ser más rápida chaparrita o te dejo sin besos.

Lucia lo empujó ligeramente.

— Basta, tu madre está afuera.

— Ya le dije que eres mi novia.

— ¿Queeee?

— O que vas a ser, pues. Cosas mas, cosas menos.

— Estás de remate archivaldo.

Archivaldo sonrió y con su mano acomodo un mechón de cabello de Lucia detrás de su oreja.

— Estoy feliz de estar aquí y poder haber Sido sincero contigo.

— Yo también estoy feliz que lo fueras. — Dijo Lucia sonriente.

En eso tocaron la puerta. Era Néstor. Apenas asomó la cabeza. — Lamento interrumpir, pero es importante. Ocupo hablar con el Romeo.

Lucia sintió.

Néstor salió de la habitación y Lucia le robó rápido un beso a archivaldo.

— Tienes que ser más rápido, Guzmán.

Archivaldo sonrió divertido. — Pinche vieja, Hermosaaa.

Lucia sonrio apenada y salió de la habitación.

Néstor entro divertido

— Ya te escuché, escuincle volado, pero en fin. Necesito que hables con tu padre.

Archivaldo asintio.

— Con permiso. — Dijo el Wero entrando a la habitación. — Necesito hablar con el muchacho

— No creo. — Dijo Néstor molesto.

— Está bien. — Dijo Archivaldo. — Voy a estar bien tío.

Néstor apretó los dientes y salió.

— ¿Que se siente que le falló el plan? — Pregunto archivaldo sonriendo.

— Pudiste haber muerto en el accidente y las cosas serían más fáciles. — Dijo el Wero caminando hacia archivaldo. — Pero tenías que sobrevivir

— Bien dicen, que hierba mala nunca muere.

— Tal vez no, pero de perdida me encargaré de dejarte inválido. — Dijo el Wero acercándose a presionar la pierna recién cocida de Archivaldo.


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