El culpable

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Pase toda la tarde con Matías. Yo estaba sentada en el sillón del departamento y Matías tenía su cabeza en mis piernas no dejo de llorar ni un momento.

Ovidio se sentó a mi mano y recargo su cabeza en mi hombro y tomo la mano de Matías.

Matías apretó la mano de Ovidio. — Nunca te di las gracias. — Dijo mirándolo.

— ¿Por qué? — Pregunto Ovidio extrañado.

— Recuerdas la ves que nos topamos en el cine, contigo. Luis y yo

Ovidio asíntio.

— Fue un 8 de Marzo. Esa fue la primera vez que tuvimos una cita, nos encontramos a Ovido— Dijo con la voz quebrada explicándome. — Intente tomarle la mano a Luis pero la quito rápido por qué estaba nervioso. — Se limpio la nariz. — Y Ovidio lo regaño por despreciarme y Ovidio me tomo la mano y le saco la lengua a Luis — Dijo llorando más fuerte. 

Tome la mano más fuerte de Matías.

— Tu lo hiciste sentir seguro. — Dijo Matías llorando mirando Ovidio. — Después de eso ya no le daba miedo mostrar su cariño y era la fecha de nuestro aniversario.

Ovidio se miraba completamente quebrado por anécdota.

Salí un momento a tomar aire y mire a Marco e Iván enfurecidos, dando órdenes a todo mundo. Hablando por radios.

— Quiero que me traigan al responsable de rodillas. — Dijo Marco. — Le voy arrancar la cabeza.

— Necesito que se queden varias escoltas con la familia. Si alguien toca a Matías, le sacan los pinches ojos. — Dijo Iván.

Ambos hablaban molestos casi gruñendo pero se interrumpieron al escucharme sollozar.

Marco se cayó y dió un paso hacia mi pero se detuvo. Iván camino directo a mi y me abrazo. — Calma princesa.

Iván sobaba mi espalda y solo notaba como Marco me miraba con tristeza. Giro su cabeza hacia abajo y ya no dijo nada.

A la mañana siguiente muy difícil apenas había podido dormir tenía miedo que le hicieran algo a la familia de Luis o a Matías. Iván y yo nos quedamos en el apartamento nuevo, yo parecía zombie. Me bañe lento y me puse un cambio completamente negro e Iván igual.

Marco prestó su casa para que lo velarán la sala estaba llena de arreglos florales. Y mucha gente llorando.

Me dedique a atender a las personas que estaban ahí hasta la noche que mandamos a la familia de Luis a dormir y retiramos a las demás personas.

Estaba recarcagada en la cocina cuando escuché unos tacones hacia mi.

— Hola. — Dijo apenada

— Hola, Julia.

— Venía a dar el pésame.

— La familia ya se fue.

Julia se acercó a mí y me dió un fuerte abrazo.  — se que a ti también te duele.

Empecé a llorar. — Julia creo que fue mi culpa.

—¿De que hablas?

— Le dije a Luis que el sabía quién era el culpable de la muerte de Edgar. Y el me pidió que lo dejara pero insisti. Me dijo que me diría pero lo pondría en peligro. Se suponía que me diría hoy. Y quién sea que sea el responsable ahora también lo mató a él.

— Vamos a encontrar al culpable. — Dijo Julia.

Caminamos al despacho de Marco y empezamos a leer otra vez las conversaciones de Julia con la persona.

En eso escuche como abrieron la puerta principal. Me acerque a la puerta del despacho para escuchar quien era.

— Muchacho. Vine a tu casa en cuanto me enteré es una perdida muy grande. — Escuché una voz rasposa.

— Estamos muy tristes por esta perdida. Padrino. —Escuche la voz de Marco. — Luis era un gran muchacho.

— Muy inteligente, muy movido. Ese niño tenía futuro.

Marco limpio su nariz. — Si. — Dijo con voz quebrada.

En eso recordé que yo había tomado el teléfono de Luis. Fui a mi bolsa y lo saqué. Estaba bloqueado. Maldita sea. Empecé a poner la típica 12345 y nada.

54321 y nada. Me estaba desesperando cuando... 8 de Marzo.

La pantalla se desbloqueo. Rápido entre a Whatsapp y nada entre a los mensajes y había la última conversación.

El último mensaje decía.

"Nos vemos donde siempre a las 5"

Me quedé congelada. Rápido fui con Julia y eran número diferente.

— ¿Nunca le marcaste? — Pregunté a Julia.

— La verdad es que no.

Empecé a escuchar la conversación de Marco con su padrino en lo que decidía si marcar o no.

— ¿Y cuando llegó patrón?

— Ayer en la tarde. Ya tenía planeado este viaje se suponía que iría a la carrera de caballos.

En eso me quedé ida.

No puede ser pensé.

Entonces recordé que esa voz ya la había escuchado... A los días de estar secuestrada con Iván. Ese hombre había ido con Iván.

Mire el teléfono de Luis llorando del coraje y sabía que esto lo comprobaría.

Le aplaste a marcar y me asome del despacho de Marco.

Rápido se escuchó como un teléfono empezó a sonar.

— Me disculpas un momento, hijo.

La cara del hombre al ver quién le llenaba era de miedo. Se había puesto bastante pálido.

— ¿Pasa algo patrón? — Pregunto Marco.

— No. — Dijo nervioso.

En eso le dije a Julia que marcara y entro un escolta del padrino de Iván con un celular sonando. — Señor. Le hablan.

— Ahorita no. No contestes. — Advirtió.

Salí del despacho de Marco enfurecida, las lágrimas quemaban mis ojos. Y le una cachetada al hombre.

En eso llegaron Iván, ovidio, Néstor y pancho.

— ¡USTED FUE! ¡USTED MATO A LUIS Y A EDGAR ES UN MALDITO!


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