Nueva pista

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— ¿Cómo te sientes? — Pregunto apretando ligeramente mi mano.

— Mejor. ¿Y tú?

— ¿La verdad?

— Si.

El tomo mi mano más fuerte mirándome a los ojos. — Elena hace unas semanas me preguntaste si alguna vez había sentido miedo en mi vida. Te dije que no. Pero la verdad... Es que te menti. Ese día en el rancho. Sentí miedo. Cuando Damaso te acoso. Cuando el hombre disparo. Fue la primera vez que experimente miedo en toda mi vida. — Paso su lengua por sus labios. — Pero no lo sabía si realmente había Sido ese sentimiento, así que lo negué. Pero al estar aquí contigo. Sabiendo que en cualquier segundo te vas a bajar de la camioneta y exista la posibilidad de que no quieras volver a verme, yo... — Sonrió. — No me mal intérpretes, la verdad es que uno estoy muy seguro de que trata el miedo... Pero puedo apostar que se asemeja mucho a la idea de perderte.

— Iván...

— Es que de verdad no quiero sonar exagerado, pero él puede volver. Te va a buscar y yo no voy a estar ahí. Y si un día me llaman y me dicen que te pasó algo no voy a saber que hacer.

— ¿Entonces que sugieres?

Quédate... Y no hablo de en el departamento, o mi casa. Hablo de mi vida. Quédate conmigo.

Sonreí enternecida

— Quiero ser quien llames cuando tengas un problema. Quien sepas que siempre va a estar ahi. Cuando quieras que alguien te escuché. Déjame cuidar de ti.

— No quiero un novio ahora.

— Seré lo que tú quieras que sea.

— Está bien. ¿Que te parece el perro guardian?

— Hasta una planta decorativa puedo ser si tú quieres.

— ¿Puedes ser el de las pizzas cuando tenga hambre?

— Tu dime y yo busco el uniforme. — Dijo seguro.

Rei.

— Espero no te moleste. Pero guarde mi número en tu teléfono nuevo y guarde el tuyo en el mío.

— Bien pensado. — Dije acercándome a darle un beso.

— Debo admitir que ya había pensando lo divertido y peligroso para mi salud mental que viviéramos juntos. Con los cuartos tan cerca.

— Pues... Puedes dormir aquí de vez en cuando o yo en tu casa. — Dije sin despegarme de su boca.

— Si. — Dijo pensativo. — cuando tenga un nuevo rancho te llevaré. — Dijo dándome un beso en los labios.

— Que duermas bien. — Dije bajandome de la camioneta. — Me avisas cuando llegues.

El asíntio.

— A mí me vale verga que ya no vivas con nosotros. Me vas a tener metido en el departamento 24/7. Comiendo o durmiendo o vendré por ustedes para ir de fiesta. — Dijo Ovidio seguro. — De mi no te deshaces Alcaraz... Y me pienso traer a Néstor y al Pancho conmigo.

Sonreí. — Los vamos a recibir muy bien

— Eso quería escuchar. — Dijo con voz algo triste. — Te voy a extrañar chaparrita.

— También te voy a extrañar Ovidio.

A la mañana siguiente me levanté temprano me bañe y me aliste. Iria a la universidad ya había perdido un año. Ahora quería volver a inscribirme.

Desayuné junto con Fer ya nos íbamos cuando llegó un bonito arreglo floral.

Que tengas un bonito día.

      - Tuyo, Iván

Sonrei estúpidamente al ver el arreglo.

— Y esooo. — Dijo Fer.

— Iván

— No mames. Te descuido un ratito y enamoras al dueño del cartel de Sinaloa. No pierdes el tiempo.

— Me creerás que no hice nada...

— Amigaaa, ahí es

Sonreí. — El tiempo dirá. —Fui a la universidad y me pidieron hacer otra vez el examen para ingresar. Debo admitir que me puse nerviosa pero quería pensar que si pude la primera vez podría una segunda vez.

Decidí caminar un tramo por la ciudad. Se que esta ciudad la vida se va muy rápido, y a veces es muy extraña pero realmente la había extrañado.

Después de unas cuadras note que estaba cerca del cine de dónde habían matado a Edgar.  Me acerque al estacionamiento y mire los arreglos florales, seguro Iván los había mandado.

Después mire que había una tienda con cámaras. Seguro podría saber algo. Camine al lugar y ente nerviosa.

— Buenas tardes — Dije algo nerviosa.

— Buenas tardes. — Dijo el joven tras el mostrador.

— Disculpe, se que debe ser molesto pero vengo de un periódico y ando investigando la muerte de Edgar Guzman.

— Supongo que quiere ver el vídeo. Vera no es mucho. Pero ya vinieron por esos vídeos la policía. Su gusta puedo narrarle lo que había.

— Si no le molesta...

— Pues había una camionetas. Eraaa una jeep, gladiador negra. — Me quedé helada. — Otra camioneta grande y... Un deportivo. Era muy raro. La verdad es que no he visto otro igual aquí.

— ¿Que tenía de especial?

— Pues tenía un estilo algo clásico pero también nuevo. Mira... — Dijo buscando en su computadora. — Era algo así. Pero en rojo más oscuro. Arriba de cada llanta estaba pintado color amarillo y no tenía la raya negra.

Quede asombrada. Era el auto que le había regalado a Iván.

El mismo auto que alguien metió a la cochera el día que me trajo a Culiacán.

— Gracias. — Dije casi ahogada. —¿ Otra cosa que recuerdes?

— Pues, la verdad ni se alcanza ver bien quienes iban en los carros ni quieren dispara pero casi puedo asegurar que fue quien iba en ese carro.

— Gracias. —Volvi a decir saliendo del lugar. Empecé a buscar el número de Iván pero no. Me detuve. En si no tenía algo muy concreto. "Por qué había una una jeep como la de Marco y no fue él..." Pensé algo dudosa.

Pedí un Uber e iba al departamento cuando note que un deportivo nos seguía.

Era el Corvette de Marco.


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