Que hacer

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Archivaldo llego a su casa en friega.
Todavía no entraba cuando Joaquín estaba emputado en la puerta

— ¿Es broma verdad?

— ¿De que hablas?

— ¿Atenea vivirá con nosotros? ¿Crees que esto le hará gracia a Lucia?

— No es que...

— Wey es que me enveeeerga. — Dijo Joaquín arto. — Lucia ha estado contigo en todo este desmadre ¿Y así le vas a pagar? Puta madre contigo Archivaldo le acabas de llegar. Yo no voy a ayudarte en tus pendejadas y menos ser tu pinche tapadera. Ella no se va a quedar aquí.

— Ella no está aquí por eso. Solo quiero ayudarla. — Dijo Archivaldo.

— Cállate, cállate, wey. Estoy emputado. — Decía Joaquín con las manos en ella cabeza. — Me va a dar un infarto aquí del coraje. La chiripiorca, un derrame. Lo que sea.  Me emputa que seas tan pendejo

— A ver ya bájale, No solo es Atenea, también es su madre. Están aquí para ayudarlas, para que su madre que tiene cáncer, reciba una mejor atención.

Joaquín suspiro pesado. — Un noche. Una noche se quedarán aquí nada más y es solo por qué también está aquí la mamá de Atenea y por qué es tarde. — dijo molesto Joaquín yendose.  Paro de golpe y se regreso apuntando a Archivaldo molesto. — Y voy a estar pasando por tu pinche cuarto. Nomás haces una mamada y te corro de la casa a ti también.

— Si, está bien.

Los hermanos entraron a la casa.

— Que bonita tu casa. — Dijo la madre de Atenea.

— Muchas gracias. ¿Gustan cenar algo?

— No gracias. ¿Podría dormir un poco? Vengo cansada del viaje.

— claro que sí. — Dijo Archivaldo. — La llevaré a su cuarto. — Archivaldo tomo la maleta y la de Atenea y las llevo al cuarto de invitados. — Si ocupan algo. Por favor nos avisan.

— Muchas gracias, de verdad. — Dijo la mujer apenas.

— Gracias. — Dijo Atenea besando la mejilla de archivaldo.

El solo apretó los labios algo incómodo.

Se llegó la madrugada y archivaldo no podía dormir. Se fue a la oficina de su padre y ahí pensaba como les diría a Atenea y a su madre que no se podían quedar ahí. Cómo ayudaría a Atenea. Cómo le explicaría a Lucia el por que ayudaba a Atenea.

Su cabeza era un desastre cuando alguien tocó la puerta

— ¿Puedo pasar? — Dijo Atenea con una suave voz.

— Si. — Dijo archivaldo sentandose mejor

Atenea se sentó en la silla frente al escritorio de Arch.

— De verdad gracias. No sé cómo agradecerte.

— No es nada. De verdad.

— ¿Es la oficina de tu padre?

— Si.

— ¿Dónde está?

— Tiene meses escondiéndose. Paso algo con el papá de mi madre.

— ¿Y tu madre?

— solo viene a ratos. Ella se va a con él por semanas.

— Oooh. ¿No tienes que ir a la escuela o algo así mañana? Es tarde

— La dejé.

— ¿Tus padres lo saben?

— No lo sé. Para ser sincero, tengo rato que no hablo con ellos. Descubrí que el atentado de la avioneta entre otros fueron cosa de mi papá y el abuelo. Así que no he querido hablar con ellos... El padre de mi madre está cazando a mi padre y a mis tíos. De eso se están escondiendo. Se que soy el siguiente. Pero creo que se detiene por qué soy su nieto. Pero igual no me confío mucho.

Atenea lo miro asombrada.

— Lo lamento.

— No está bien. Por fin hice lo que quería entrar de lleno al negocio.

— ¿Y como se siente Lucia con eso?

Archivaldo sonrió. — Se que no está cómoda a veces. Pero lo aceptó. Se que es por qué me quiere. Se que tome la decisión correcta al elegirla y en parte te lo debo. Tu me ayudaste a tomar valor a esforzarme con ella

Atenea sonrió. — Me alegra. ¿Y que te dijo sobre que nos quedemos aquí?

— Aún no le he dicho

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