Archivaldo XXI

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Pase de una a Teresa al otro asiento y la agache.

La gente corría asustada agachada otros intentaban subir a sus carros cuando la sangre se me fue del cuerpo.

El deportivo de Joaquín salió quemando llanta con otros dos carros detrás de él.

- Bajate. - Dije rápido a Teresa.

- Pero y si...

- No vinen por ti ¡Van por Joaquín! ¡Bajate!

Ella se bajó y acelere detrás de los carros.

Empecé a seguir lo más cerca que pude a los otros carros cuando derrepente alguien saca medio cuerpo y le intenta dar a mis llantas. Tuve que empezar a moverme en zic Zac.

En una calle giraron a la derecha y la persona que me disparaba se metió de vuelta al auto.

Ahí todos aumentamos la velocidad.

Suspiré sintiendo la adrenalina corriendo por mi cuerpo. Acelere a fondo y golpee de una esquina el auto frente a mi recio. Se notó como el conductor perdió el control del auto. Y este salió volando en el aire para luego dar vuelta en el pavimento.

Uno menos pensé.

El auto de Joaquín aún iba mucha velocidad pero iba esquivando cosas, perros, personas. Había mucha actividad para ser tan tarde. Por lo cual no lo dejaba escapar más fácil mente.

En eso mire como alguien volvió a sacar la mitad de su cuerpo del otro auto y empezaron a dispararle a Joaquín.

Mi corazón se aceleró fuertemente.

En ese momento, la adrenalina, todo aumento a tope. Intente acelerar para golpear a este auto pero no lo alcanzaba, me sentía desesperado. Por más que pisaba a fondo el auto no daba más.

Mire como le reventaron el vidrio de atrás del carro a Joaquín.

"Puta madre, no no no" Pensaba desesperado

Recordé mi arma debajo del asiento y la saqué intente darle yo al auto de enfrente. Primero le reventé el vidrio de atrás. Después le di en el hombro a la persona que intentaba disparar al auto de Joaquín.

La personas se volvió a meter al auto. Pero ahora salió una del otro lado y siguió intentarle disparar a Joaquín.

Empecé a dispararle a las llantas hasta que por fin le di. El auto de enfrente pego un frenon y con el choque que di por atrás hizo que el auto se voltearaa. Lo mire en cámara lenta como el auto voló hacia mi. Hice todo el asiento hacia atrás y me tape con ambos brazos la cara y me agache lo más que pude.

Escuche el sonido del vidrio quebrándose como la carrocería se comprimia y el golpe con la otra. Yo seguía pisando el freno, pero sentia como el auto no paraba. Después de sentir otras dos sacudidas. Cerré los ojos. Y solo pude ver negro.

No sé cuánto tiempo paso pero abrí los ojos de golpe.

" Joaquín " Pensé.

Me quise levantar pero me dolía todo el cuerpo.

Hice un esfuerzo y como pude salí el carro comprimido.

- No mames, no mames, no mames. - Dijo Joaquín acercandose a mi.

Yo puse mis manos en sus hombros y le empecé a dar vueltas para ver qué estuviera bien.

— ¿Estás bien? ¿Te dieron? — Pregunté asustado

— Estoy bien

— Joaquín de verdad. — Dije moviendolo a todos lados.

— De verdad — Dijo desesperado. — Tu traes un rozon de bala en el brazo y te cayó el carro encima.

Solo puse mi mano detrás del cuello de Joaquín y lo acerque para abrazarlo.

— Pero estás bien. — Dije tranquilo.

Joaquín levanto mi brazo izquierdo lo cual me causo un dolor y di un quejido, lo puso en sus hombros y me ayudó a caminar a su carro.

— Vamos al hospital.

— No, ocupamos volver por teresa y luego vamos a la casa. No le digas nada al tío Ovidio.

—Estas loco te tienen que curar.

Convencí a Joaquín y regresamos por Teresa ella estaba bien, pero gritaba como loca por qué la había dejado ahi.

— ¿Cómo mierda se te ocurrió dejarme ahí? ¿Y si me pasaba algo? ¡Me pudieron matar!

Solo me dedique a ver por la ventana tomandome de un costado sentía un dolor en las costillas.

— Le voy a decir a mi padre, había mucha gente, o me pudieron haber secuestrado... No sé cómo mi padre pudo confiar en ustedes. Le voy a decir todo para que no confíe en ustedes y....

— ¡Ya cállate a la verga! — Dijo Joaquín arto. — No te paso nada, nadie iba por ti.

Después de ver qué Teresa entro a su casa nos fuimos

Entramos despacio a la casa cuando se prendió una luz.

— ¡Sorpresa! — Gritaron el tío Ovidio, Néstor y pancho divertidos con cervezas en la mano. Pero el verme se les borro la sonrisa.

— Verga. ¿Que te paso? — Pregunto mi tío Ovidio muy preocupado acercándose a mi

— Nada.

— Le cayo un carro encima de su carro. — Dijo Joaquín

— Ya estoy llamando al doctor. — Dijo mi tío Néstor.

— ¿Y el brazo? — Pregunto mi tío pancho acercándome una silla

— Es un rozon de bala. — Dijo Joaquín de vuelta.

— No es nada. — Dije viéndome el brazo con un ardor horrible.

Estaba sentado en el sillón cuando a las dos horas entraron mis padres. Mi madre corrió a abrazar a Joaquín que era el primero que estaba y mi padre camino hacia mi. Me tomo del cuello y me pegó a él para darme un abrazo con cuidado de no lastimarme.

— Estoy orgulloso de ti, mi chamaco. Eres fuerte. Vas a estar bien... Te quiero mucho, hijo. — Dijo al tiempo que se le quebraba la voz. Aún tenía su cabeza en mi cuello.

Asentí.

— Ocupará reposo unos días. — Dijo el doctor. El rozon fue muy cerca y ahorita no siente dolor por la adrenalina y el medicamento pero es probablemente que amanezca muy adolorido.

Mi padre asíntio y abrazo de la misma forma a Joaquín y beso su corollina. Mi madre tomo mis rostro entre sus manos y me abrazo también con cuidado.

Después mi padre se acercó al tío ovidio, Néstor y pancho y tomo su radio.

— Quiero saber quiénes fueron los pendejos que creyeron que podian hacerle algo a mis hijos. Voy a pagar lo que sea, ¡Lo que sea! por qué me traigan aquí al que le hizo esto a Archivaldo. ¡Y los quiero vivos!  ¡ Me los voy a tragar vivos, a los hijos de su puta madre!

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora