CAPÍTULO 135

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Okey, están estas, estas, estas... y estas. -Explicó mi hermana mientras yo observaba los ejemplares de tarjetas de invitación que me mostraba. -Habían más pero seguro estas son las que más te hubieran gustado. Así que dime, hermanita. ¿Cuál escoges?

-Vaya, todas están lindas. Pero creo que a Derek le gustaría esta en especial-. Señalé mientras le extendía la invitación que más me había llamado la atención. Un fondo blanco mas otro rosa más pequeño con el que se entremezclaba y sobre el cual iban las letras. Arriba y abajo de desplegaban hermosos arreglos florales que daban la apariencia de haber sido pintados al óleo.
-Uh... qué buen gusto-. Guiñó uno de sus perfectamente delineados ojos. -Bien ahora el lugar.

Decidí días antes de que se acabara el año, junto con Derek, un lugar muy formal, elegante y privado esperando con todas nuestras fuerzas que la prensa no fuera a irrumpir en nuestro día perfecto. También hicimos junto a nuestros amigos la lista de invitados que en total fueron unos doscientos cincuenta; vendría toda la familia de Derek; sí, al fin conocería mejor a sus hermanos y sobrinos de los que casi nunca hablaba. Vería nuevamente a sus padres y estarían todos sus compañeros tanto de la selección alemana como del FC Bayern Múnich incluyendo a sus respectivos jefes y sus respectivas parejas; la familia de Thomas y Dinah, Mila y su único hijo, el señor Schwartz y su novia modelo, Zedd y la aún no conocida actual novia, algunas amigas de Dinah, más las dos chicas que conocí en Brasil: Jennin y Nina. Por último Derek decidió invitar algunos amigos del pasado ya que también habían tenido la amabilidad de invitarlo a sus respectivas festividades. Cabe decir que yo no conocía al noventaicinco porciento de los invitados por lo que quizá iba a ser algo raro. Pero no más raro ni especial que el hecho de que me haya encariñado tanto con la nueva pareja de mi madre que él mismo se hubiera ofrecido a entregarme a Derek en el altar. Visualicé pues en él una figura paterna amorosa que yo no tuve; siempre vi a mi padre con una pesada figura imponente, machista e insensible.

Gastamos toda la tarde eligiendo del menú el mejor platillo para la noche y la forma del pastel que iba a ser bastante grande para que todo estuviera estéticamente perfecto y supieran mejor de lo que parecía.

-Ahora, lo más importante. El centro de atención: Tú.

-¿Yo qué?- Le pregunté sin ninguna idea.

Con sus manos hizo la simulación de recorrer su cuerpo de arriba a abajo hasta que me hizo caer en cuenta.

-¡El vestido!- Exclamé desconcertada.

-Descuida, será suficiente de aquí al veintitrés para tener tu vestido listo. Pero la agencia no tiene muchos convenios con casas costureras.

Pensé por unos instantes y al fin se cruzaron dos nombres por la mente: Dinah Müller y el señor Schwartz. Ambos trabajan con moda.

-Mañana mismo llamamos a Dinah y a tu jefe. Oh no, espera. Qué torpe soy, mañana es tu cumpleaños.

Reí. Hasta yo misma casi lo olvido.

-Dime que no te vas a mover de la casa.

-No creo. No tengo mucho que hacer realmente.

~

Se escuchó el timbre por toda la casa. Era demasiado temprano como para que Derek y yo nos levantáramos un día en el que no teníamos que madrugar.

-Sea quien sea dile que no moleste. Apuesto a que es un fan desquiciado que descubrió mi ubicación-. Masculló entredormido mientras se cubría la cabeza con su almohada.

-Seguro Mila se los dirá- Susurré volviendo a conciliar el sueño.

*Señor Hoffman, son sus amigos*, se escuchó a través del citófono que comunicaba la sala con nuestro cuarto.

Estando en Berlín - (Manuel Neuer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora